jueves, 5 de diciembre de 2013

martes, 3 de diciembre de 2013

El último año de una dictadura de treinta

Por Roberto Escamilla Pérez

No, el título de este artículo no hace referencia a la dictadura porfirista, sino al primer año de gobierno de Peña Nieto, porque éste es solamente un año más de la dictadura neoliberal que inició con Miguel de la Madrid, cuyo balance no es distinto al que se pudo haber hecho de cada uno de los últimos 30 años, y que puede resumirse en una sola palabra: desastre.
Así, en todos estos años hemos tenido un mismo gobierno con diversos rostros, con matices, claro, unos más torpes e ignorantes que otros, otros más cínicos, más déspotas o más represores, o más radicalizados hacia la derecha, con rasgos fascistoides, pero el gobierno de Peña Nieto reúne todas y cada una de estas características.
En el siglo pasado, durante la etapa en la que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era dominante, el maestro Vicente Lombardo Toledano, líder genial de la clase obrera mexicana e internacional, relató que en una ocasión, al entrar a la oficina de algún funcionario de no muy alto nivel, observó la fotografía del Presidente de la República en turno y preguntó por qué daba la impresión de que el cuerpo no correspondía a la cabeza, es decir, había cierta desproporción entre ambas partes.
La respuesta del funcionario fue simple: le dijo que para no tener que cambiar el cuadro completo, sólo le recortaban la cabeza a la fotografía y le colocaban la del Presidente de la República en turno.
Lo anterior ejemplifica claramente la situación que vivimos los mexicanos desde hace 30 años: hemos tenido exactamente el mismo tipo de gobierno; sólo la persona que lo encabeza ha cambiado.

Nuevos nombres, viejas estrategias

Para engañar e intentar convencer a los mexicanos de las “bondades” del neoliberalismo, de las privatizaciones y de las contrarreformas constitucionales, De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox, argumentaron primero la necesidad de acabar con el “Estado obeso”; después que el Estado es “mal administrador”; se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC), que, dijeron, convertiría a México en un país desarrollado y del “primer mundo”; Salinas inventó la “filosofía” del “liberalismo social” al ser desenmascarado como neoliberal; se dijo que para repartir la riqueza primero habría que generarla y, finalmente, que había que “vender bienes para remediar males”.
A partir del gobierno panista de Felipe Calderón, el “cuento chino” pasó a ser la “necesidad” de aprobar las llamadas “reformas estructurales”, supuestamente para generar empleo, acabar con la pobreza, incrementar las inversiones extranjeras y lograr el crecimiento de la economía nacional.
Sin embargo, el llamado “Presidente del empleo” no logró hacer pasar ninguna reforma porque la correlación de fuerzas no le favorecía. Además, sus potenciales aliados, los neoliberales del PRI, se encontraban atados de manos por dos circunstancias especiales: tenían que actuar como “oposición” para no perder más votantes y, en segundo lugar, sus estatutos les impedían aprobar reformas constitucionales que permitieran la inversión privada, nacional y extranjera, en Petróleos Mexicanos (PEMEX) y en la industria eléctrica, y, por tanto, se vieron imposibilitados de aliarse con el PAN para aprobar la “madre de las reformas estructurales”: la Energética.

Peña Nieto: el ala derecha de la derecha

Al llegar Peña Nieto al poder, su signo distintivo ha sido el énfasis que ha puesto precisamente en las “reformas estructurales”, a grado tal que ya se han aprobado tres de ellas: la Hacendaria, la Laboral y la Educativa, pese a la oposición de la gran mayoría del pueblo mexicano, lo que ha provocado manifestaciones populares que no se veían desde aquellas en las que la clase obrera, encabezada por Vicente Lombardo Toledano, brindó su respaldo al Presidente Lázaro Cárdenas para la Expropiación Petrolera.
Otra característica de este gobierno ha sido su estrecha alianza con la derecha tradicional representada por el PAN, a grado tal que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que Peña Nieto pasó a ser el ala derecha de la derecha, tanto que el PAN tendría la razón de presumir, como lo hizo durante el gobierno de Salinas de Gortari, de que Peña Nieto está gobernando con su programa.
Finalmente, el poner oídos sordos a las demandas del pueblo, su cerrazón al diálogo, la represión que ha ejercido, principalmente en contra la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), y el lenguaje agresivo del propio Peña Nieto y de su Gabinete de Gobierno, como Emilio Chuayffet (Secretario de Educación Pública) y Miguel Ángel Osorio Chong (Secretario de Gobernación), así como por parte del jefe de la bancada de su partido en el Senado de la República, Emilio Gamboa Patrón, y el de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, tiñen al primer año de este gobierno con auténticos tintes fascistas, que no presagian sino mayor intolerancia y represión para lo que resta del sexenio, a tal grado de que si al gobierno de Calderón lo consideramos en su momento como el “gobierno del miedo”, el actual fácilmente se ganará el calificativo del “gobierno del terror”.

¿Hemos avanzado en 30 años de dictadura neoliberal?

Los mexicanos debemos preguntarnos cuál de los graves problemas nacionales han resuelto los neoliberales en los 30 años que llevan en el poder. ¿Han resuelto la pobreza, la desnutrición y los problemas de salud relacionados con ésta, el déficit de vivienda, el desempleo, los bajos ingresos, el deterioro del poder adquisitivo de los salarios, la oferta educativa y su calidad, o fenómenos como la corrupción, la violencia, la inseguridad pública y la impunidad?
¿Acaso hemos avanzado en el fortalecimiento de nuestra independencia económica y política, en el crecimiento de la pequeña y mediana industria nacional, en la elevación del nivel de vida del pueblo, en la impartición de justicia o podemos considerarnos hoy un país más democrático cuando cerca de 80 millones de mexicanos viven en la pobreza y la clase obrera no cuenta con auténticos representantes en el Poder Legislativo de la Nación, ni en ninguna otra instancia de gobierno?
Siempre han puesto como pretexto que los cambios no pueden realizarse en un año, ni siquiera en un sexenio: ¡Pero ya llevan 30 años de gobierno, y lejos de resolver los problemas del pueblo y de la Nación, los han agravado y nos conducen directamente al abismo!

A la dictadura sólo le restan cinco años

Desgraciadamente, a esta dictadura neoliberal le restan todavía cinco años, lo que la hará más larga que la del propio Porfirio Díaz, periodo en el que las fuerzas democráticas y progresistas deberán fortalecer su unidad y su trabajo entre el pueblo mexicano, para incrementar su conciencia, organización y lucha en todos los frentes, siempre por la vía pacífica.
Lo anterior permitirá, uno, impedir la aprobación de más “reformas estructurales” neoliberales, especialmente la Energética, evitar que se continúe empobreciendo a los mexicanos y, por último, derrotar en las próximas elecciones a la oligarquía en el poder y formar un gobierno de nuevo tipo en el que los neoliberales no tengan cabida, un gobierno que retome con nuevos bríos, metas y estrategias, los objetivos que se propuso la Revolución Mexicana iniciada en 1910: la independencia económica y política de la nación, la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la ampliación del régimen democrático.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

domingo, 1 de diciembre de 2013

Video del discurso de López Obrador en el Zócalo, el primero de diciembre del 2013, en defensa del petróleo.

http://youtu.be/OIeHeVLp5Z4


DISCURSO DE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR EN DEFENSA DEL PETRÓLEO Y CONTRA LAS REFORMAS A LOS ARTÍCULOS 27 Y 28 CONSTITUCIONALES.

México, Distrito Federal, a 01 de diciembre de 2013

Amigas y amigos:

Antes que nada mi agradecimiento sincero a todas y todos ustedes por su presencia en este importante acto.
Desde el 8 de septiembre nos hemos congregado en cinco ocasiones y ustedes, enfrentando todo tipo de adversidades, han respondido al llamado para defender la economía popular y el petróleo.
Es muy importante que en momentos como éste, haya mujeres y hombres decididos a luchar por el presente y el futuro de la nación; sobre todo, cuando se trata de prevenir un mal mayor, algo que todavía no sucede pero que de permitirse, agravaría la tragedia económica, política y social de México.
Actuar como lo estamos haciendo requiere de un grado superior de conciencia: luchamos por convicción, sin depresión ni fatalismo; no aceptamos la pobreza material, pero tampoco el latrocinio y la opresión; vivimos de manera consciente, como lo han hecho en la historia de México los que han luchado por la libertad, la justicia, la democracia y la independencia.
Ese es el espíritu que llevó a Hidalgo y a Morelos a arriesgar y a entregar la vida por la causa de la igualdad y de la soberanía; el que permitió a Juárez mantener una inquebrantable fe hasta lograr la restauración de la República; el que impulsó a Madero a dejar la vida muelle de su familia acomodada y desafiar al dictador; es el que mueve el corazón de todos los que acompañan este movimiento de resistencia que, es por sobre todas las cosas, una revolución de las conciencias.
Repito: ustedes representan la voluntad honrada que se subleva ante la injusticia, ustedes luchan por una nueva vida y trabajan por una patria nueva.
Estamos aquí para evitar un gran atraco que, consideramos, terminaría de cancelar el futuro de los mexicanos y de destruir al país. Una minoría sin escrúpulos, enajenada por la ambición material, luego de haberse quedado con las empresas públicas, los bancos, los ferrocarriles, las minas y otros bienes del pueblo y del país, buscan ahora apoderarse del sector energético nacional.
Hemos dicho muchas veces que las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución, no van dirigidas en realidad a impulsar el crecimiento económico, la creación de empleos y el bienestar de los mexicanos. No hay nada en esas reformas para darle el valor agregado a la materia prima, para construir refinerías y dejar de comprar la gasolina en el extranjero, ni para fomentar la industria petroquímica.
No se busca tampoco utilizar las ventajas comparativas que significa, en un mundo globalizado, el poseer petróleo para reducir los costos de los energéticos e industrializar a México.
Se trata, simple y llanamente, de que las empresas extranjeras se hagan cargo de perforar los pozos petroleros y se apropien de la mitad de la producción. Eso es lo que significan, en esencia, los llamados “contratos de utilidad compartida”. Quienes promueven esta reforma quieren agujerear compulsivamente todo el territorio nacional hasta agotar las reservas petroleras de México.
Para ello, esgrimen pretextos burdos e insostenibles, que rayan en la irracionalidad. Dicen que se requiere de inversión extranjera, porque no hay recursos económicos para financiar al sector energético, cuando Pemex es una de las empresas más rentables del mundo.
Alegan que no tenemos tecnología, cuando en México desde hace 100 años hay experiencia en exploración y perforación de pozos petroleros.
La tradición petrolera en nuestro país se origina desde que se empezó a utilizar el petróleo con fines industriales.
Sostienen, entre otras mentiras, que no es negocio refinar el petróleo en México, cuando Estados Unidos, en los últimos 10 años, ha triplicado su capacidad de refinación de crudo y obtiene grandes ganancias de la venta de las gasolina; por cierto, es allá a donde enviamos el crudo y luego nos lo regresan, porque les compramos más de la mitad de la gasolina que consumimos en el país.
Ante la falsedad de que sólo nos oponemos y no tenemos propuesta, decimos de nuevo que especialistas de nuestro movimiento han presentado proyectos alternativos, obviamente, distintos a los que ha venido imponiendo, en materia de política petrolera, la tecnocracia corrupta.
En esencia, nuestra propuesta ha sido combatir la corrupción en Pemex, desmantelando a las bandas que operan al interior de esa empresa pública y que se han dedicado a la ordeña de ductos, a medrar con la entrega de contratos, al transporte de los combustibles, la compra de las gasolinas y otros negocios ilícitos.
Para modernizar a Pemex hay que impedir además, que se sigan haciendo jugosos negocios desde las cúpulas del poder, hay que poner un alto a los acuerdos que se toman desde Los Pinos en beneficio de políticos y empresarios de Washington, Texas, Madrid, Londres y de otras latitudes; hay que evitar que sigan robando los allegados de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. 
Sólo con esta limpia se obtendrían miles de millones de pesos. Si a esto se añade la decisión de no vender petróleo crudo al extranjero, sino procesar toda la materia prima en nuestro país, construyendo aquí las refinerías e impulsando la industria petroquímica, se estaría logrando realmente la transformación que Pemex necesita.
Sin embargo, esta no es la idea de los actuales gobernantes. En sentido estricto ellos no son servidores públicos, sino viles mercaderes. Es un contrasentido pensar que con la entrega de las ganancias del petróleo a las corporaciones extranjeras, vendrán el crecimiento económico, la generación de empleos y la reducción de las tarifas de energía eléctrica y de gas.
Desgraciadamente, va a ser lo opuesto. Vamos a tener menos presupuesto público, continuará el estancamiento económico y el desempleo, y será más profunda la crisis de inseguridad y de violencia.
Pero no se trata sólo de vivir para contarlo, para poder decir el día de mañana que teníamos razón, sino de evitar lo inminente; el sufrimiento, los conflictos y el hundimiento del país. Por eso estamos aquí, para impedir la trágica felonía que tiene como prólogo un acto de traición a México porque cada vez  va quedando más claro que Peña pactó en el extranjero la entrega del petróleo y es público y notorio que lo único que le importa es cumplir, a como dé lugar, ese compromiso.
Hace unos días, por ejemplo, Manlio Fabio Beltrones, dijo que el gobierno estaba dispuesto a concederle al PAN su demanda de reforma electoral, con tal de que le ayudara a lograr la aprobación de la reforma energética. En su momento sostuvimos que Peña, luego de haber pactado en el extranjero, había llegado al acuerdo con dirigentes del PRD para que aprobaran la reforma fiscal y con los del PAN había negociado la reforma energética.
Aquí conviene volver a decir que las dos reformas son parte de lo mismo. Aumentaron los impuestos y el déficit, es decir, autorizaron la contratación de deuda pública, porque saben que se tendrán menos ingresos y menos presupuesto cuando se compartan las ganancias del petróleo con los extranjeros.
Por eso también es muy hipócrita la actitud de los dirigentes del PAN que se opusieron a la reforma fiscal, cuando saben perfectamente que si se aumentaron los impuestos fue por la reforma energética que ellos ahora están decididos a apoyar.
Pero venimos a este acto a terminar de ponernos de acuerdo en cómo impedir que se lleven a cabo las reformas constitucionales. Ya se aprobó un plan de acción de desobediencia civil pacífica; sin embargo, les propongo que la demanda central de nuestro movimiento siga siendo el que se consulte a todos los mexicanos antes de imponer las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución.
Es decir, que en estos días previos al dictamen, continuemos, por todos los medios a nuestro alcance, comunicando a la sociedad un hecho básico: que ni Peña ni los legisladores tienen legitimidad para imponer una reforma de tanta trascendencia sin consultar a los ciudadanos. Que quede claro: nuestra única y principal demanda es que primero se consulte al pueblo de México.
Es particularmente importante, también, que en estos días cruciales hagamos frente a la campaña permanente que los medios de desinformación del régimen oligárquico mantienen en contra nuestra. Debemos explicar a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros vecinos, que no somos un grupo de alborotadores ansiosos por romper el orden público, por el contrario, actuamos en defensa de la Constitución, las leyes y la convivencia pacífica entre mexicanos.
Debemos exponer que es el gobierno oligárquico el que pretende, con su reforma energética, subvertir el orden constitucional; son ellos los subversivos: los oligarcas apoderados de las instituciones, son quienes, por su infinita ambición, buscan, una vez más, violentar el pacto social de México.

En cuanto a los cercos al Senado, a la Cámara de Diputados y a los congresos locales, les recuerdo lo siguiente:

Debemos estar atentos al llamado que se hará para iniciar la acción, en cuanto, comience el trámite de dictaminación de las reformas en el Senado.

Hagamos el compromiso de estar todos presentes. Obviamente, me incluyo; ahí voy a estar todo el tiempo.

Reafirmamos el carácter pacífico de nuestro movimiento. Todas las acciones de resistencia se llevarán a cabo bajo el principio de la no violencia. Nada de encapuchados. Cada uno de nosotros debe estar pendiente para no permitir la participación de infiltrados ni provocadores mandados por el régimen.

La coordinación de los cercos a las cámaras de Senadores y Diputados y a los congresos locales, estará a cargo de los dirigentes de MORENA.

Por razones obvias, los primeros en llegar a los lugares acordados deberemos ser los que vivimos en el Distrito Federal y en los municipios conurbados del Estado de México.

También les recuerdo, de manera especial, que el próximo sábado 7 de diciembre vamos a llevar a cabo el segundo apagón en protesta por el aumento mensual a las gasolinas. Les pido que corran la voz para que ese día, de 7 a 8 de la noche, muchos ciudadanos apaguemos la luz y mantengamos encendida la llama de la esperanza.

Amigas y amigos:

Es muy importante que en estos días definitorios convoquemos a todos los ciudadanos de organizaciones sociales, civiles y políticas a luchar unidos en defensa del petróleo. Tenemos, como es natural, diferencias, pero nada, absolutamente nada, puede estar por encima del interés del pueblo y de la nación.
Aquí aprovecho para reiterar nuestro compromiso y solidaridad con las maestras y los maestros de México, que luchan en defensa de sus derechos.
Lo mismo expreso a los trabajadores electricistas y a los mineros, así como a las y los sobrecargos, administrativos y pilotos; expreso también nuestro reconocimiento y nuestro apoyo a los defensores de derechos humanos, a los familiares de las víctimas de la violencia y a todos los luchadores sociales del país.
Asimismo, informo que mañana voy a enviar a los empresarios de México una carta en la que explico las razones por las que nos oponemos a la reforma energética; en ella les informaremos que, a diferencia de lo que se sostiene en la propaganda oficial, todos los mexicanos, incluido los sectores empresariales del país, resultarían gravemente afectados con la entrega del sector energético a los extranjeros.

Amigas y amigos:

Muchas gracias por la compañía en estos momentos cruciales. No me despido de ustedes porque nos vamos a seguir encontrando; les convoco a que, juntos, sigamos haciendo historia y que, con toda firmeza, gritemos:

¡Viva la Constitución!
¡Viva la industria petrolera nacional!
¡Viva la libertad!
¡Viva la dignidad!
¡Viva la justicia!
¡Viva la soberanía!
¡Viva México!
¡Viva México!

¡Viva México!

jueves, 21 de noviembre de 2013

Sin petróleo no hay Revolución.

Por Roberto Escamilla Pérez.

Existen dos formas de celebrar el aniversario de la Revolución Mexicana iniciada el 20 de noviembre de 1910: una, como algo muerto y sin relación con nuestro presente, como lo hacen el Gobierno y sus partidos, el PRI y el PAN, y quienes prostituyen la política convirtiéndola en un lucrativo negocio.
La otra manera de celebrarla es considerando a la Revolución Mexicana como un proceso vivo, vigente e inconcluso, y que, por tanto, debe ser defendido e impulsado por las presentes y futuras generaciones de mexicanos hasta su conclusión, hasta que logre los objetivos que se propuso: la independencia económica y política plena de la Nación, la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la construcción de un régimen verdaderamente democrático.

Sus características esenciales

La mexicana fue una revolución antifeudal, democrático-burguesa, popular y antimperialista. Antifeudal porque destruyó el régimen feudal-terrateniente representado por la dictadura de Porfirio Díaz; democrático-burguesa porque fue dirigida por la burguesía mexicana naciente, entonces revolucionaria, y permitió el desarrollo del modo de producción capitalista en nuestro país, con características propias.
Sin embargo, también fue una revolución popular debido a la participación en ella del pueblo mexicano, es decir, de los campesinos e indígenas, de la naciente clase trabajadora, y de sus líderes e ideólogos, lo que se reflejó en la Constitución de 1917, principalmente en los artículos 3º, 27, 28, 123 y 130 constitucionales, y en los beneficios que trajo a dichos sectores y clases de la sociedad.
Por último, la Revolución Mexicana fue antimperialista como resultado lógico de la reacción del pueblo mexicano a la explotación, saqueo y robo de nuestro territorio, recursos naturales y mano de obra por parte de potencias extranjeras, a lo que dijo “nunca más” en los artículos 27 y 28 constitucionales, que constituyen el sustento ideológico y jurídico de nuestra integridad territorial y soberanía nacional, así como del desarrollo independiente de México.
A pesar de quienes lo niegan, la mexicana fue una verdadera Revolución porque logró que nuestro país diera el salto del feudalismo terrateniente con rasgos de esclavismo, al capitalismo, aunque con sus características particulares, y esto es lo que distingue a las verdaderas revoluciones de las que no lo son: la transformación radical del modo de producción de una sociedad.

Sus objetivos, inconclusos pero vigentes

La Revolución Mexicana iniciada en 1910 tuvo tres objetivos fundamentales: el logro de la independencia económica y política plena de la Nación, la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la ampliación del régimen democrático.
Como se ve claramente, hoy estamos más lejos de lograrlos que hace 30 años, porque los gobiernos neoliberales, desde el de Miguel de la Madrid hasta el actual de Peña Nieto, han traicionado a la Revolución Mexicana y pasado por encima de la Constitución de la República con el propósito de entregar nuestras riquezas naturales a las potencias extranjeras, principalmente al imperialismo norteamericano, así como para hacer de México una inagotable fuente de mano de obra barata para las empresas trasnacionales.
Sin embargo, las metas que se propuso nuestra revolución están plenamente vigentes, en primer lugar porque, como ya dijimos, no las hemos alcanzado, y además porque son para esta etapa histórica del desarrollo de la Nación, y sólo después de agotar todo su potencial para el impulso de nuestras fuerzas productivas, podremos pasar a otras fases de evolución más avanzadas, como la construcción de una sociedad sin clases sociales, donde desaparecerá la explotación del hombre por el hombre.

Petróleo y Revolución

La experiencia histórica de los pueblos del mundo y la de los propios mexicanos, desde la lucha por nuestra independencia respecto a España hasta llegar a la Revolución, nos ha enseñado que un país y un pueblo que no posee directamente sus riquezas y recursos naturales de su territorio, y no los maneja para su propio beneficio, está condenado a no ser dueño de su propio destino, a vivir en la pobreza, en la ignorancia y en la dependencia respecto a los países más poderosos y desarrollados.
Pero dentro de estos recursos naturales hoy destaca la importancia de uno de ellos: el petróleo, porque sin él sería inconcebible la sociedad como actualmente la conocemos, lo mismo que los avances científicos y tecnológicos. Todo lo que se mueve y se fabrica requiere, de manera directa o indirecta, del petróleo, por esto su explotación es, además de fácil, un enorme y lucrativo negocio, debido a lo cual es codiciado por los monopolios trasnacionales y el imperialismo norteamericano.
El petróleo y la Revolución Mexicana están íntimamente ligados: sin el primero es inconcebible la segunda, al menos no con la profundidad con la que inició y se desarrolló hasta los años ochenta del siglo pasado.
El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas, apoyado por la clase trabajadora dirigida por el maestro Vicente Lombardo Toledano, expropió las empresas petroleras que se encontraban en manos de monopolios norteamericanos e ingleses, e inició su nacionalización, que implica poner la industria petrolera al servicio del pueblo y de la Nación.
Al calor y a la sombra de Petróleos Mexicanos (PEMEX), y de miles de empresas del Estado creadas en base a los artículos 27 y 28 constitucionales, se desarrolló la industria nacional en manos de particulares, es decir, la hoy llamada “iniciativa privada”, el pueblo mejoró notablemente su nivel de vida, y creció el prestigio y respeto de México en el mundo gracias a una política exterior progresista, independiente y soberana, basada en los principios constitucionales de no intervención en los asuntos internos de los países y en la solución pacífica de los conflictos internacionales.
Hoy, lo que floreció a la sombra de la Revolución Mexicana, del sector estatal de la economía, se está perdiendo aceleradamente: desaparece la pequeña y mediana industria nacional, el pueblo empobrece, la democracia retrocede, crece nuestra dependencia económica y la política exterior del gobierno está cada vez más supeditada a los intereses del imperialismo norteamericano.
   
Sin petróleo no hay evolución, ni Revolución

Todo organismo vivo, social o biológico, desde la célula y la familia, hasta el ser humano y un país, necesita de elementos fundamentales para sobrevivir: las células requieren de oxígeno y nutrientes; la familia de ingresos, un hogar y ciertos bienes materiales, y el ser humano de alimento y abrigo.
Así, un país requiere de un territorio, de elementos comunes como el idioma y la cultura, de un modo de producción particular, y, finalmente, de recursos humanos y naturales.
Sin dichos elementos es imposible que un país exista, que una nación se desarrolle como tal y que el pueblo que la compone progrese, eleve su bienestar y sea libre, de ahí la importancia de la defensa, sin tregua y sin concesiones, de nuestro petróleo, de PEMEX, y aquí el fundamento de nuestra oposición a las contrarreformas que Peña Nieto pretende hacer a los artículos 27 y 28 constitucionales, porque sin petróleo no hay evolución, ni Revolución.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

sábado, 9 de noviembre de 2013

La madre de todas las reformas.

“La propiedad y el dominio de todas las riquezas y recursos naturales corresponden a la Nación, y este dominio es directo, inalienable e imprescriptible”.

Por Roberto Escamilla Pérez

Son varias las llamadas “reformas” que desde hace ya algunos años intentan imponer los gobiernos neoliberales priistas y panistas, como la reforma laboral, la educativa, la fiscal, la política, la de la Seguridad Social y la energética, entre otras, pero es ésta última, la energética, a la que podríamos llamar “la madre de todas las reformas” porque, sin restarle importancia al resto, es tan peligrosa la que propone Peña Nieto que podemos asegurar sin temor a equivocarnos que con ella todo está en juego, no sólo la educación pública y la Seguridad Social, sino el futuro de México como nación independiente, así como nuestro bienestar y el de las próximas generaciones de mexicanos, y el peligro de que nuestro remedo de democracia se convierta en un régimen con rasgos fascistas, ya que lo que plantea el gobierno neoliberal es una verdadera contrarreforma a los artículos 27 y 28 constitucionales.

El contenido del 27 constitucional

En particular, el artículo 27 señala que: “La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada”.
“La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público… con objeto de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana”.
“Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales… los productos derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite ser utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y términos que fije el derecho internacional”.
“En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible…”
“Corresponde exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación del servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines”.
En resumen: la propiedad y el dominio de todas las riquezas y recursos naturales, incluyendo el petróleo, el gas y sus derivados, así como el de la energía eléctrica, corresponde a la Nación, y este dominio es directo, inalienable e imprescriptible. Más claro imposible.

Su significado e importancia

Los artículos 27 y 28 constitucionales, antimperialistas por su origen y contenido, reflejaron la conciencia que ya existía entre los mexicanos de que sin nuestros recursos naturales sería imposible construir una nación independiente y soberana, fuerte y respetada en el ámbito internacional, con un pueblo sano, bien alimentado, y con acceso a la educación y a la cultura.
Gracias a la estricta aplicación de dichos mandatos por parte de gobiernos como el de Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, se creó y desarrolló un fuerte sector estatal de la economía, formado, hasta mediados de los años ochenta, por miles de empresas del Estado, y complementado con un sistema educativo y de seguridad social públicos, únicos en su tipo en el mundo capitalista.
Lo anterior permitió, en primer lugar, el desarrollo de una auténtica industria nacional a la sombra de las empresas del Estado y, en segundo lugar, la elevación constante del nivel de vida del pueblo, a grado tal que el promedio de vida pasó de menos de 34 años (en 1930), a los más de 75 años que en promedio vive un mexicano en la actualidad.

Treinta años de violaciones a la Constitución

Pero a pesar de que la Constitución es clara y se los prohíbe, violándola y utilizando toda especie de argucias legaloides y “reglamentaciones secundarias”, desde hace más de 30 años los gobiernos neoliberales priistas y panistas empezaron a vender, a malbaratar y a poner en manos de las gran burguesía nacional y de los monopolios norteamericanos las riquezas naturales y las empresas del Estado creadas por el pueblo mexicano, tales como las minas, la industria del acero, los ferrocarriles, la telefonía, puertos, aeropuertos, líneas aéreas, los fertilizantes, carreteras, ingenios azucareros, la propia tierra como resultado de la privatización del ejido, una buena parte de la industria petrolera, como la petroquímica, y otro tanto de la industria eléctrica, entre muchas otras.

Sus resultados

Para el pueblo mexicano, todo este saqueo no tuvo los beneficios prometidos por los gobiernos neoliberales, y los resultados están a la vista: desempleo; bajos ingresos; pobreza y miseria; desnutrición y sus múltiples enfermedades asociadas; insalubridad y falta creciente de los servicios públicos esenciales; déficit de vivienda; disminución del 80 por ciento del poder adquisitivo del salario en los últimos años; carestía de la vida, y como resultado de todo lo anterior, incremento de las adicciones, de la violencia, de la criminalidad y de la inseguridad pública a grados antes insospechados.
Para la Nación, los efectos han sido pérdida de soberanía e independencia respecto a nuestro vecino del norte; una política exterior entreguista y contraria a la que mandata la Constitución; desaparición acelerada de la pequeña y mediana industria y comercio auténticamente nacionales; entrega de parte de nuestro territorio a particulares nacionales y extranjeros (como las playas y los ejidos, por ejemplo), y una cada vez más injusta distribución de la riqueza, surgiendo, por un lado, una nueva “casta divina” encabezada por Carlos Slim, y, por el otro, una masa de 80 millones de mexicanos viviendo en condiciones de pobreza o de miseria.   

Lo que nos queda

Hoy, de todo lo que estaba en manos del pueblo mexicano a través de las empresas del Estado, lo único que nos queda es una parte importante del petróleo y de la electricidad, la educación pública y la Seguridad Social, y parémosle de contar, pero son los recursos energéticos los que, de seguir contando con ellos como patrimonio del pueblo de México, nos van a permitir corregir el rumbo por el que nos han llevado los neoliberales y enfilarnos nuevamente por el camino del progreso, la independencia y la auténtica democracia, que es aquella en la que realmente esté representada la clase trabajadora mexicana en los órganos y Poderes del Estado.
Entonces, la iniciativa de Reforma Energética de Peña Nieto, que se sabe puede “radicalizarse” más hacia la derecha por la alianza que éste promueve con el Partido (de) Acción Nacional (PAN) y con empresarios como Carlos Slim y Emilio Azcárraga, propone cambios a la esencia y a los principios de dichos artículos, cuando, como ya lo vimos, constituyen la base del desarrollo económico independiente del país, del mejoramiento del nivel de vida del pueblo, de nuestra soberanía nacional y de nuestra integridad territorial, es decir, garantizan la existencia misma de México como Nación y el bienestar de los mexicanos.

La más importante de todas las batallas

Así, queda claro que defender el petróleo y la electricidad que se encuentran en manos del Estado, y evitar que se apruebe la contrarreforma energética que propone Peña Nieto, es la más importante de todas las batallas, y debemos darla unidos.
Por ello es importante fortalecer la alianza de todos los mexicanos progresistas y sus organizaciones políticas, obreras, campesinas, estudiantiles, profesionales, científicas, culturales y populares, incluyendo por supuesto a los maestros y a los trabajadores de la salud, así como a todas aquellas personalidades que en lo individual deseen sumarse, sin descartar a nadie, porque dadas las circunstancias, todos y cada uno de nosotros somos insustituibles en esta lucha.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

sábado, 2 de noviembre de 2013

¡Tú decides!

Por Roberto Escamilla Pérez

Breve reflexión sobre la educación y la lucha magisterial.

1.- Desde la Colonia, y antes de la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y de la Constitución de 1917, sólo unos pocos privilegiados tenían derecho a la educación, y las escuelas en México podían contarse con los dedos de las manos.
2.- Después de la Revolución, en el artículo 3º constitucional se estableció el derecho de todos los mexicanos a una educación laica, gratuita, científica y democrática, se construyó un enorme sistema de educación pública y la mayor parte de los mexicanos tuvimos la posibilidad de acceder a ese derecho.
3.- Desgraciadamente, en los últimos 30 años, con los gobiernos neoliberales, la educación pública ha ido perdiendo el rumbo trazado por dicho artículo de la Constitución, el sistema educativo del Estado se ha venido deteriorando y, por el contrario, la educación privada se ha fortalecido a tal grado de que en el país existen hoy dos sistemas educativos paralelos, uno público y el otro privado (formado por las escuelas particulares), con una orientación y propósitos muy distintos, y hasta contrarios.
4.- Hoy, la oligarquía nacional encabezada por Carlos Slim y los monopolios trasnacionales ya no se conforman con las escuelas particulares que tienen en sus manos y pretenden que toda la educación pública se privatice porque saben que les resultaría un gran y lucrativo negocio, y creen que ahora tienen la oportunidad de lograrlo con el gobierno de tendencia fascista de Peña Nieto, quien, efectivamente, representa y defiende sus intereses.
5.- Es cierto que la educación pública adolece de muchas fallas, pero hasta ahora su calidad es igual o mayor que la educación que se imparte en las escuelas particulares, y es muchísimo más barata y accesible.
6.- Si tú que estás leyendo esta reflexión perteneces a la oligarquía nacional, a esas pocas familias que se han hecho ricas gracias a las privatizaciones y a la política económica neoliberal, no te preocupes, porque tus hijos estudian en el extranjero, o si lo hacen en México, vas a poder pagar lo que te pidan para que reciban una educación, y tus nietos van a seguir disfrutando de ese derecho que los neoliberales están convirtiendo en todo un privilegio.
7.- Pero si tú eres maestro, campesino, obrero o empleado como yo, tienes alguna profesión, perteneces a la llamada “clase media” o si eres un pequeño o mediano industrial, empresario o comerciante, pues sí tienes que preocuparte porque gracias a la “Reforma Educativa” de Peña Nieto tendrás que pagar más para que tus hijos puedan ir a las escuelas públicas o a las privadas, y si las cosas siguen como van, los hijos de tus hijos NO VAN A PODER IR NI A LA PRIMARIA, como ocurría en la época de la esclavitud, de la Colonia o durante la dictadura de Porfirio Díaz, y no es exageración.
8.- Así que tú decides: o alzas la voz y te unes a la lucha pacífica en contra la “Reforma Educativa” de Peña Nieto (que además de ser privatizadora, anula los derechos laborales de los maestros), o te callas y condenas a tus hijos, nietos y bisnietos a la ignorancia y al analfabetismo, y a continuar viviendo en un ambiente de violencia e inseguridad cada vez más peligroso e insoportable.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

martes, 29 de octubre de 2013

¡El FADIP PRESENTE!

El Frente Amplio en Defensa de la Industria Petrolera (FADIP), presente en la manifestación en defensa del petróleo y contra las reformas a los artículos 27 y 28 constitucionales, llevada a cabo el pasado 27 de octubre en el Zócalo y encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

Aunque no lo hayas visto en la tele, sí sucedió...



viernes, 25 de octubre de 2013

Campesino muere afuera del Hospital General de Sonora al esperar atención médica.



Enlace para ver la entrevista original completa:

https://www.facebook.com/photo.php?v=3538695322542&set=vb.209428235768912&type=2&theater



Esta es la única libertad de la que "gozamos" quienes vivimos en un sistema capitalista: ¡LA LIBERTAD DE MORIRNOS DE HAMBRE!

Pero qué curioso: cuando algo "malo" pasaba en los países socialistas ya desaparecidos, o cuando algo ocurre en Cuba, de inmediato se le echa la culpa al SOCIALISMO, AL SISTEMA O A FIDEL, pero cuando algo terrible como esto sucede en un país CAPITALISTA como México, se culpa al ciudadano común y corriente, al reportero, a la enfermera, al médico, al director del hospital o a las instituciones de Seguridad Social, NO AL PRESIDENTE, MUCHO MENOS AL SISTEMA CAPITALISTA, cuando ÉSTE ES EL VERDADERO RESPONSABLE.

¡Así que o cambiamos este sistema por otro donde no exista la explotación del hombre por el hombre, DONDE LAS RIQUEZAS SE REPARTAN DE MANERA MÁS EQUITATIVA ENTRE LOS SERES HUMANOS, o estas cosas terribles continuarán sucediendo aunque nos acusemos unos a otros, nos demos golpes de pecho o recurramos a la frase tan trillada, masoquista, irreal e ilógica, pero muy útil para el sistema, de que los culpables somos los ciudadanos, y de que cada uno debe hacer conciencia y cambiar¡

En el sistema CAPITALISTA se nos inculcan valores contrarios al humanismo y a la solidaridad a través de los medios masivos de propaganda y de comunicación, y la pobreza, la miseria, la ignorancia y demás agresiones de las que somos víctimas, constituyen el caldo de cultivo perfecto para que dichos valores predominen entre la sociedad, y desde que nacemos estamos expuestos a todo ello casi sin darnos cuenta, culpándonos unos a los otros de las desgracias que este sistema genera.

Es cierto, como individuos tenemos cierta responsabilidad, debemos tratar de ser mejores seres humanos y superar la mentalidad que nos quiere imponer el sistema, además de que se debe castigar al verdadero delincuente, al corrupto, al negligente y todo acto inhumano, pero la verdadera solución está en transformar de manera radical esta sociedad por otra mejor, más humana, más justa, más democrática, en la que todos tengamos las mismas oportunidades de superación, y en eso sí todo el pueblo trabajador mexicano puede y debe participar: ésta sí es NUESTRA RESPONSABILIDAD.
OJO: Este mexicano no sólo muere por negligencia médica, fallece por hambre y por problemas de la columna que no se pudo atender porque su patrón no lo inscribió al Seguro Social: él mismo lo señala y explica a su manera en esta entrevista.

Invitación del FADIP a conferencia sobre la Reforma Energética propuesta por Peña Nieto.


A partir de mañana sábado 26 de octubre, a las 17:00 horas, el Frente Amplio en Defensa de la Industria Petrolera (FADIP) inicia su ciclo de conferencias sobre las consecuencias que tendría para nuestro país la Reforma Energética que propone Peña Nieto. En esta ocasión el ponente será el Lic. Jorge Gandarilla. 
La cita es en Av. Álvaro Obregón 182, colonia Roma, México, D.F. (a sólo una calle del cruce que forman las avenidas Insurgentes y Álvaro Obregón).
Comparte esta invitación con tu familia, amigos y vecinos, y NO FALTES.

viernes, 18 de octubre de 2013

La Reforma Educativa desde una perspectiva progresista.

Por Roberto Escamilla Pérez

Desde hace ya más de 30 años, la educación pública ha sufrido un proceso permanente de privatización y deterioro en su calidad, producto de las políticas neoliberales que en los ámbitos económico, político y social han aplicado los gobiernos priistas y panistas, y no debido a la falta de preparación o de vocación del magisterio, como se pretende hacer creer al pueblo mexicano.
Disminución real del presupuesto para la educación pública; contrarreformas al artículo 3º constitucional y a las leyes educativas en general; deficiente aplicación de los principios de dicho artículo en el sistema educativo nacional, en los planes y programas de estudio, y en los libros de texto, así como en la formación del educando; abandono intencional de la educación pública a todos sus niveles y, al mismo tiempo, apoyo y fomento de la educación privada, y, por último, corrupción al interior del sistema educativo público y campañas de desprestigio contra éste impulsadas desde el interior del mismo Gobierno Federal, etc., son algunos de los verdaderos y principales factores que han contribuido al deterioro de la educación pública, todos atribuibles a los neoliberales en el poder.

Sus objetivos

México necesita una Reforma Educativa que, en primer lugar, contribuya al fortalecimiento de nuestra independencia económica y política respecto a la economía y gobierno norteamericanos, lo que implica el desarrollo de la investigación científica y tecnológica, el impulso al sector estatal de la economía, y a la pequeña y mediana industria nacional.
En segundo lugar, se requiere de una reforma que favorezca la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la construcción de un verdadero régimen democrático en el que la clase trabajadora (que en su concepto más amplio la constituimos más de 100 millones de mexicanos), esté verdaderamente representada en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Y por último, pero no menos importante, urge una Reforma Educativa que fomente los sentimientos y acciones nacionalistas y patrióticas de los ciudadanos, así como valores cívicos como la solidaridad entre los propios mexicanos y con todos los pueblos del mundo, así como el espíritu de servicio, entre otros.

Seis aspectos fundamentales de una Reforma Educativa progresista

Aplicar de manera estricta el artículo 3º constitucional.
Una Reforma Educativa de carácter progresista debe exigir la aplicación estricta de la letra, el espíritu y los principios contenidos en el artículo 3º de la Constitución de la República, propuesto y redactado por las mentes más avanzadas que participaron en la etapa armada de la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y en los años en los que ésta tuvo su mayor impulso, principalmente durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río.
Por tanto, los principios de dicho artículo deben reflejarse, tanto en las acciones que emprendan los funcionarios educativos a todos los niveles, incluidos maestros y directores de escuela, como en los programas y planes de estudio, y, finalmente, en el salón de clases, para formar los técnicos, profesionales y científicos que requiere el desarrollo independiente del país, y no los que necesitan, en su afán de lucro y explotación, los monopolios trasnacionales, la oligarquía nacional y el gobierno neoliberal.

Incrementar el presupuesto destinado a la educación pública.
En segundo lugar es fundamental que ´por ley se incremente de manera sustancial el presupuesto destinado a la educación pública a todos los niveles, así como a la investigación científica, y asegurarse de que los recursos lleguen íntegros a las escuelas, desde las básicas hasta las universidades, y a los centros de investigación públicos y a los de las instituciones de educación superior, castigando cualquier acto de corrupción que contravenga este propósito.

Asegurar el empleo a los egresados de las escuelas públicas.
En tercer término se debe legislar para asegurar el empleo a los egresados de las escuelas públicas, primero en las propias empresas e instituciones del Estado, como Petróleos Mexicanos (PEMEX), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en las escuelas de todos los niveles y en el propio aparato administrativo del Estado, porque resulta una contradicción absurda que el dinero del pueblo mexicano se invierta en la educación de sus hijos para que estos finalmente no tengan trabajo, laboren en áreas muy distintas a su profesión, tengan que salir del país para conseguir empleo o simplemente terminen en el sector informal de la economía.

Derogar las contrarreformas realizadas a las leyes educativas.
Es fundamental y urgente abrogar la contrarreforma educativa aprobada recientemente por el Poder Legislativo a propuesta de Peña Nieto, así como las modificaciones a la Ley General de Educación y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, porque atentan contra la gratuidad de la educación y contra los derechos laborales del magisterio nacional, lo que ha provocado tal descontento popular que está en peligro la paz social y la pacífica convivencia entre los mexicanos pues en cualquier momento podría desatarse una represión generalizada y sistemática en contra de los inconformes, lo que a nadie conviene.
Se deben derogar igualmente las contrarreformas que se han realizado al artículo 3º constitucional, como las aprobadas el 28 de diciembre de 1992 y el 5 de marzo de 1993, bajo el régimen de Salinas de Gortari, así como rectificar en cuanto a la llamada descentralización educativa, todo ello para regresarle a dicho precepto constitucional, y a las leyes educativas, toda su fuerza y contenido progresista.

No subsidiar a la educación privada.
Es importante también poner un alto a la política nefasta de subsidiar a la educación privada con recursos públicos, lo que se hace a través de becas y otros mecanismos, porque esto, junto con otras medidas gubernamentales por el estilo, ha contribuido a crear en nuestro país dos sistemas educativos paralelos, uno público y otro privado, con objetivos y propósitos totalmente distintos y muchas veces opuestos.

Sacar las manos del SNTE.
Por último, urge que el gobierno y su partido dejen de intervenir en la vida interna de las organizaciones obreras, en este caso especialmente en la del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), porque esto sí perjudica el adecuado desarrollo y preparación de los maestros, y anula de hecho la democracia sindical.

Por un gobierno de nuevo tipo

¿Pero será capaz el gobierno que hoy tenemos de proponer, impulsar y aprobar una reforma educativa progresista como la ya descrita en sus rasgos generales? Definitivamente no.
Por ello, para lograr la Reforma Educativa que México necesita para caminar por el rumbo de la independencia nacional, la democracia y el progreso del pueblo, es necesaria la unidad de todas las fuerzas progresistas del país, obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, profesionistas, etcétera, sin menospreciar a ninguna, para sacar del poder a los neoliberales por la vía pacífica, mediante la movilización y lucha popular, la organización y el voto, y de esta manera constituir un gobierno de nuevo tipo en el que no tengan cabida los neoliberales.
Sin embargo, lo anterior no quiere decir que no se puedan echar para atrás las contrarreformas que ya se han aprobado, como la educativa y la laboral, e impedir la energética, porque la unidad y la conciencia del pueblo se fortalece cada día más, y es un objetivo a corto plazo que puede alcanzarse.

-o-

Durante el nacimiento de un hijo
(según Su Tung-pó)

Las familias, cuando nace un niño
lo quieren inteligente.
Yo, que con la inteligencia
arruiné mi vida entera,
sólo puedo desear que mi hijo,
algún día,
sea ignorante y perezoso de pensamiento.

Así tendrá una vida apacible
como ministro en el gabinete.

Bertolt Brecht.

Correo electrónico: a_babor@hotmail.com


lunes, 7 de octubre de 2013

Discurso de AMLO el 6 de octubre del 2013 en mitin contra las reformas estructurales.



Para analizar, discutir y difundir, éste es el discurso de AMLO en la manifestación en contra de las reformas estructurales del 06-10-2013, en el que a mi parecer lo más importante es el llamado a una cada vez más amplia unidad de las fuerzas progresistas para combatir la política económica neoliberal del gobierno, además de un programa de acción para detener la privatización de PEMEX y de la CFE, que en mi opinión constituye únicamente la base de muchas otras medidas que cada organización participante puede y debe llevar a cabo de acuerdo a su ámbito de acción y a su ideología, procurando siempre incrementar la conciencia y la unidad del pueblo mexicano en el combate contra el neoliberalismo.

sábado, 5 de octubre de 2013

Las Reforma Energética desde una perspectiva progresista

Por Roberto Escamilla Pérez

“Es necesario ponerse en pie,
y ver lo que pasa en el mundo,
para que no pase lo que se puede evitar.”

José Martí.


Los mexicanos somos cada día más conscientes de que para Peña Nieto, para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido (de) Acción Nacional (PAN), la gran burguesía nacional, el clero político y para grupos de derecha como “Los Chuchos”, aliados del imperialismo norteamericano y de las empresas trasnacionales, hablar de “reformas estructurales”, particularmente en materia energética, significa continuar con la privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), ahora mediante contrarreformas a los artículos 27 y 28 constitucionales para hacerlo de manera “legal”, y eliminar de paso los derechos y conquistas de los trabajadores de estas industrias plasmados en el artículo 123 Constitucional y en la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Cuando los neoliberales hablan de “reformas estructurales” no piensan, pues, en el pueblo de México, desean únicamente asegurar las inversiones e incrementar las ganancias de los grandes empresarios nacionales y extranjeros, porque a ellos sirven.

La Reforma Energética desde una perspectiva progresista

En primer lugar, para que una Reforma Energética sea verdaderamente progresista y de beneficio para el pueblo y la Nación, se debe aplicar estrictamente el espíritu del artículo 27 Constitucional en relación a nuestros recursos naturales, y al funcionamiento y manejo de las empresas e instituciones del Estado para los fines que de nuestra propia Ley Suprema emanan, que son el lograr la independencia económica y política para nuestro país, elevar de manera permanente el nivel de vida del pueblo y ampliar nuestro régimen democrático de acuerdo a lo que define como democracia el artículo 3º de nuestra propia Constitución.
Para las fuerzas progresistas y democráticas, una Reforma Energética no requiere cambios a los artículos 27 y 28 constitucionales, al menos no en el sentido en el que los plantea Peña Nieto y la derecha, implica más bien rescatar a Petróleos Mexicanos (PEMEX) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que, lejos de seguirse privatizando, se fortalezcan y refuercen su sentido original, que es el de estar al servicio de la nación y del pueblo mexicano, y castigar cualquier acto de corrupción que cometan sus funcionarios y trabajadores a cualquier nivel.
Incluye igualmente anular todos aquellos contratos que hayan realizado o aprobado los funcionarios de PEMEX y de la CFE con la gran burguesía nacional y los monopolios extranjeros, y que contravengan el espíritu y la letra de la Constitución de la República, o que vayan en perjuicio del pueblo y de la Nación.      
Una Reforma Energética progresista implica encontrar para PEMEX el equilibrio entre no abandonar el impulso que le da al desarrollo de la economía del país y a la elevación del nivel de vida del pueblo, a través de obras y recursos que entrega a los estados y a la Federación, y tener los medios necesarios para modernizarse, invirtiendo en su mantenimiento y expansión constante en los rubros que más convengan al país, y que más ganancias y divisas nos dejen, como la petroquímica, lo que finalmente redundará en beneficio de la nación y del pueblo.
Paralelamente, es necesario impulsar a todos los centros de investigación nacionales y a las instituciones de educación superior, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), vinculándolas al desarrollo de la industria petrolera, y a la industria mexicana en general, para que nos permita generar los cuadros necesarios para el manejo y generación de tecnología de punta que es indispensable para nuestro desarrollo.
Así, la solución a nuestros problemas económicos, y el desarrollo y modernización de PEMEX, no lo debemos buscar solamente en las profundidades del mar, sino en una profunda transformación de nuestra industria petrolera, pero con sentido nacionalista y popular.
Asimismo, es fundamental que el Estado se encargue directamente de la comercialización y venta de las gasolinas porque, además de los ingresos que le puedan generar, esto bajaría sus precios con el consiguiente beneficio para la industria y comercio nacional, y para todos los mexicanos.
Significa también, en un acto de elemental justicia, reconocer la existencia legítima del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y restituir en sus puestos de trabajo a todos los afiliados al mismo, ya sea mediante el rescate de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLyFC) o a través  de su integración plena a la CFE.
Por último, dada la trascendencia de la expropiación petrolera realizada por el general Lázaro Cárdenas del Río, y para fortalecer las convicciones nacionalistas y patrióticas de nuestro pueblo, se debe reformar la Ley Federal del Trabajo para que el 18 de marzo sea declarado como Día de la Independencia Económica y la Soberanía Nacional, otorgándole la misma importancia que a otras fechas históricas, como el 16 de septiembre, el 20 de noviembre o el primero de mayo.

Consecuencias que tendría la Reforma Energética propuesta por Peña Nieto

Lejos de mejorar la economía del país y la situación deplorable de 80 millones de mexicanos, la propuesta de Peña Nieto, cuyo objetivo principal es profundizar la privatización de PEMEX y de la CFE, traerá como consecuencias despidos masivos de sus trabajadores; encarecimiento de sus servicios y productos; la pérdida de los enormes recursos que aporta PEMEX (cerca del 40% del presupuesto anual), que aún hoy, de una u otra manera son utilizados en beneficio del pueblo y nos permiten gozar, como país, de cierta estabilidad económica y social, y de independencia respecto al exterior, que, claro, no es aprovechada por los neoliberales en el poder en beneficio de la Nación, sino para sus propios intereses.
En consecuencia, el incremento de los precios de las gasolinas y de las tarifas eléctricas repercutiría de manera grave en la inflación y en la carestía de la vida porque es completamente falso que la “competencia” entre monopolios genere una disminución en los precios de los productos y servicios, como lo presume el Gobierno Federal.
Por otro lado, una industria eléctrica en manos de extranjeros afectaría a la pequeña y mediana industria nacional e iría dejando a miles de pequeñas comunidades del país a oscuras, sin este importante servicio, porque a los monopolios no les resultaría económicamente atractivo ni redituable.
Por último debemos mencionar que la consecuencia más grave sería que por muchos años se cerraría la posibilidad para nuestro país de alcanzar realmente un desarrollo económico con independencia y progreso social pues PEMEX y la CFE son imprescindibles para lograrlo, por eso deben permanecer y fortalecerse como empresas estatales.

Unidad para defender a PEMEX y a la CFE

La unidad, organización y movilización de la clase trabajadora, de los campesinos, de los estudiantes, de las mujeres, de los hombres y de todas las fuerzas progresistas fue fundamental en el logro de la Expropiación Petrolera el 18 de marzo de 1938.
Esta misma unidad, organización y movilización se requieren hoy para defender con éxito a PEMEX y a la CFE, sin excluir a ninguna persona, grupo u organización por muy pequeña o insignificante que parezca, porque las Reformas Estructurales impulsadas por el Peña Nieto, y en particular la propuesta de Reforma Energética y su ya aprobada Reforma Educativa, ponen en verdadero riesgo el futuro del país, el progreso de los mexicanos, están generando cada vez más inconformidad y, por tanto, el peligro de que el Estado desate una represión generalizada y muy violenta, que a nadie conviene.
Recordemos y aprendamos de la historia de México: en la lucha por nuestra independencia respecto a España, en la Reforma y en la Revolución Mexicana iniciada en 1910, por poner tres ejemplos, la violencia armada no fue impuesta por Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Villa o Zapata, les fue impuesta por los colonizadores, por imperios o potencias extranjeras, y por una dictadura sangrienta de cerca de 30 años.
El pueblo mexicano no es violento, nunca lo ha sido, nunca eligió la violencia como estrategia para cambiar su realidad por otra mejor, la violencia siempre le ha sido impuesta por el Poder, por quienes lo han reprimido y se han opuesto al verdadero progreso y a la independencia de la Nación.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com