México, Distrito Federal, a 01 de diciembre de 2013
Amigas y amigos:
Antes que nada mi agradecimiento sincero a todas y
todos ustedes por su presencia en este importante acto.
Desde el 8 de septiembre nos hemos congregado en
cinco ocasiones y ustedes, enfrentando todo tipo de adversidades, han
respondido al llamado para defender la economía popular y el petróleo.
Es muy importante que en momentos como éste, haya
mujeres y hombres decididos a luchar por el presente y el futuro de la nación;
sobre todo, cuando se trata de prevenir un mal mayor, algo que todavía no
sucede pero que de permitirse, agravaría la tragedia económica, política y
social de México.
Actuar como lo estamos haciendo requiere de un
grado superior de conciencia: luchamos por convicción, sin depresión ni
fatalismo; no aceptamos la pobreza material, pero tampoco el latrocinio y la
opresión; vivimos de manera consciente, como lo han hecho en la historia de
México los que han luchado por la libertad, la justicia, la democracia y la
independencia.
Ese es el espíritu que llevó a Hidalgo y a Morelos
a arriesgar y a entregar la vida por la causa de la igualdad y de la soberanía;
el que permitió a Juárez mantener una inquebrantable fe hasta lograr la
restauración de la República; el que impulsó a Madero a dejar la vida muelle de
su familia acomodada y desafiar al dictador; es el que mueve el corazón de
todos los que acompañan este movimiento de resistencia que, es por sobre todas
las cosas, una revolución de las conciencias.
Repito: ustedes representan la voluntad honrada que
se subleva ante la injusticia, ustedes luchan por una nueva vida y trabajan por
una patria nueva.
Estamos aquí para evitar un gran atraco que,
consideramos, terminaría de cancelar el futuro de los mexicanos y de destruir
al país. Una minoría sin escrúpulos, enajenada por la ambición material, luego
de haberse quedado con las empresas públicas, los bancos, los ferrocarriles,
las minas y otros bienes del pueblo y del país, buscan ahora apoderarse del
sector energético nacional.
Hemos dicho muchas veces que las reformas a los
artículos 27 y 28 de la Constitución, no van dirigidas en realidad a impulsar
el crecimiento económico, la creación de empleos y el bienestar de los
mexicanos. No hay nada en esas reformas para darle el valor agregado a la
materia prima, para construir refinerías y dejar de comprar la gasolina en el
extranjero, ni para fomentar la industria petroquímica.
No se busca tampoco utilizar las ventajas
comparativas que significa, en un mundo globalizado, el poseer petróleo para
reducir los costos de los energéticos e industrializar a México.
Se trata, simple y llanamente, de que las empresas
extranjeras se hagan cargo de perforar los pozos petroleros y se apropien de la
mitad de la producción. Eso es lo que significan, en esencia, los llamados
“contratos de utilidad compartida”. Quienes promueven esta reforma quieren
agujerear compulsivamente todo el territorio nacional hasta agotar las reservas
petroleras de México.
Para ello, esgrimen pretextos burdos e
insostenibles, que rayan en la irracionalidad. Dicen que se requiere de
inversión extranjera, porque no hay recursos económicos para financiar al
sector energético, cuando Pemex es una de las empresas más rentables del mundo.
Alegan que no tenemos tecnología, cuando en México
desde hace 100 años hay experiencia en exploración y perforación de pozos
petroleros.
La tradición petrolera en nuestro país se origina
desde que se empezó a utilizar el petróleo con fines industriales.
Sostienen, entre otras mentiras, que no es negocio
refinar el petróleo en México, cuando Estados Unidos, en los últimos 10 años,
ha triplicado su capacidad de refinación de crudo y obtiene grandes ganancias
de la venta de las gasolina; por cierto, es allá a donde enviamos el crudo y
luego nos lo regresan, porque les compramos más de la mitad de la gasolina que
consumimos en el país.
Ante la falsedad de que sólo nos oponemos y no
tenemos propuesta, decimos de nuevo que especialistas de nuestro movimiento han
presentado proyectos alternativos, obviamente, distintos a los que ha venido
imponiendo, en materia de política petrolera, la tecnocracia corrupta.
En esencia, nuestra propuesta ha sido combatir la
corrupción en Pemex, desmantelando a las bandas que operan al interior de esa
empresa pública y que se han dedicado a la ordeña de ductos, a medrar con la
entrega de contratos, al transporte de los combustibles, la compra de las
gasolinas y otros negocios ilícitos.
Para modernizar a Pemex hay que impedir además, que
se sigan haciendo jugosos negocios desde las cúpulas del poder, hay que poner
un alto a los acuerdos que se toman desde Los Pinos en beneficio de políticos y
empresarios de Washington, Texas, Madrid, Londres y de otras latitudes; hay que
evitar que sigan robando los allegados de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox,
Calderón y Peña Nieto.
Sólo con esta limpia se obtendrían miles de
millones de pesos. Si a esto se añade la decisión de no vender petróleo crudo
al extranjero, sino procesar toda la materia prima en nuestro país,
construyendo aquí las refinerías e impulsando la industria petroquímica, se
estaría logrando realmente la transformación que Pemex necesita.
Sin embargo, esta no es la idea de los actuales
gobernantes. En sentido estricto ellos no son servidores públicos, sino viles
mercaderes. Es un contrasentido pensar que con la entrega de las ganancias del
petróleo a las corporaciones extranjeras, vendrán el crecimiento económico, la
generación de empleos y la reducción de las tarifas de energía eléctrica y de
gas.
Desgraciadamente, va a ser lo opuesto. Vamos a
tener menos presupuesto público, continuará el estancamiento económico y el
desempleo, y será más profunda la crisis de inseguridad y de violencia.
Pero no se trata sólo de vivir para contarlo, para
poder decir el día de mañana que teníamos razón, sino de evitar lo inminente;
el sufrimiento, los conflictos y el hundimiento del país. Por eso estamos aquí,
para impedir la trágica felonía que tiene como prólogo un acto de traición a
México porque cada vez va quedando más
claro que Peña pactó en el extranjero la entrega del petróleo y es público y
notorio que lo único que le importa es cumplir, a como dé lugar, ese
compromiso.
Hace unos días, por ejemplo, Manlio Fabio
Beltrones, dijo que el gobierno estaba dispuesto a concederle al PAN su demanda
de reforma electoral, con tal de que le ayudara a lograr la aprobación de la
reforma energética. En su momento sostuvimos que Peña, luego de haber pactado
en el extranjero, había llegado al acuerdo con dirigentes del PRD para que
aprobaran la reforma fiscal y con los del PAN había negociado la reforma
energética.
Aquí conviene volver a decir que las dos reformas
son parte de lo mismo. Aumentaron los impuestos y el déficit, es decir,
autorizaron la contratación de deuda pública, porque saben que se tendrán menos
ingresos y menos presupuesto cuando se compartan las ganancias del petróleo con
los extranjeros.
Por eso también es muy hipócrita la actitud de los
dirigentes del PAN que se opusieron a la reforma fiscal, cuando saben
perfectamente que si se aumentaron los impuestos fue por la reforma energética
que ellos ahora están decididos a apoyar.
Pero venimos a este acto a terminar de ponernos de
acuerdo en cómo impedir que se lleven a cabo las reformas constitucionales. Ya se
aprobó un plan de acción de desobediencia civil pacífica; sin embargo, les
propongo que la demanda central de nuestro movimiento siga siendo el que se
consulte a todos los mexicanos antes de imponer las reformas a los artículos 27
y 28 de la Constitución.
Es decir, que en estos días previos al dictamen,
continuemos, por todos los medios a nuestro alcance, comunicando a la sociedad
un hecho básico: que ni Peña ni los legisladores tienen legitimidad para
imponer una reforma de tanta trascendencia sin consultar a los ciudadanos. Que
quede claro: nuestra única y principal demanda es que primero se consulte al
pueblo de México.
Es particularmente importante, también, que en
estos días cruciales hagamos frente a la campaña permanente que los medios de
desinformación del régimen oligárquico mantienen en contra nuestra. Debemos
explicar a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de
trabajo, a nuestros vecinos, que no somos un grupo de alborotadores ansiosos
por romper el orden público, por el contrario, actuamos en defensa de la
Constitución, las leyes y la convivencia pacífica entre mexicanos.
Debemos exponer que es el gobierno oligárquico el
que pretende, con su reforma energética, subvertir el orden constitucional; son
ellos los subversivos: los oligarcas apoderados de las instituciones, son
quienes, por su infinita ambición, buscan, una vez más, violentar el pacto
social de México.
En cuanto a los cercos al Senado, a la Cámara de
Diputados y a los congresos locales, les recuerdo lo siguiente:
Debemos estar atentos al llamado que se hará para
iniciar la acción, en cuanto, comience el trámite de dictaminación de las
reformas en el Senado.
Hagamos el compromiso de estar todos presentes.
Obviamente, me incluyo; ahí voy a estar todo el tiempo.
Reafirmamos el carácter pacífico de nuestro
movimiento. Todas las acciones de resistencia se llevarán a cabo bajo el
principio de la no violencia. Nada de encapuchados. Cada uno de nosotros debe
estar pendiente para no permitir la participación de infiltrados ni
provocadores mandados por el régimen.
La coordinación de los cercos a las cámaras de
Senadores y Diputados y a los congresos locales, estará a cargo de los
dirigentes de MORENA.
Por razones obvias, los primeros en llegar a los
lugares acordados deberemos ser los que vivimos en el Distrito Federal y en los
municipios conurbados del Estado de México.
También les recuerdo, de manera especial, que el
próximo sábado 7 de diciembre vamos a llevar a cabo el segundo apagón en
protesta por el aumento mensual a las gasolinas. Les pido que corran la voz
para que ese día, de 7 a 8 de la noche, muchos ciudadanos apaguemos la luz y
mantengamos encendida la llama de la esperanza.
Amigas y amigos:
Es muy importante que en estos días definitorios convoquemos
a todos los ciudadanos de organizaciones sociales, civiles y políticas a luchar
unidos en defensa del petróleo. Tenemos, como es natural, diferencias, pero
nada, absolutamente nada, puede estar por encima del interés del pueblo y de la
nación.
Aquí aprovecho para reiterar nuestro compromiso y
solidaridad con las maestras y los maestros de México, que luchan en defensa de
sus derechos.
Lo mismo expreso a los trabajadores electricistas y
a los mineros, así como a las y los sobrecargos, administrativos y pilotos;
expreso también nuestro reconocimiento y nuestro apoyo a los defensores de
derechos humanos, a los familiares de las víctimas de la violencia y a todos
los luchadores sociales del país.
Asimismo, informo que mañana voy a enviar a los
empresarios de México una carta en la que explico las razones por las que nos
oponemos a la reforma energética; en ella les informaremos que, a diferencia de
lo que se sostiene en la propaganda oficial, todos los mexicanos, incluido los
sectores empresariales del país, resultarían gravemente afectados con la
entrega del sector energético a los extranjeros.
Amigas y amigos:
Muchas gracias por la compañía en estos momentos
cruciales. No me despido de ustedes porque nos vamos a seguir encontrando; les
convoco a que, juntos, sigamos haciendo historia y que, con toda firmeza,
gritemos:
¡Viva la Constitución!
¡Viva la industria petrolera nacional!
¡Viva la libertad!
¡Viva la dignidad!
¡Viva la justicia!
¡Viva la soberanía!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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