jueves, 5 de diciembre de 2013

martes, 3 de diciembre de 2013

El último año de una dictadura de treinta

Por Roberto Escamilla Pérez

No, el título de este artículo no hace referencia a la dictadura porfirista, sino al primer año de gobierno de Peña Nieto, porque éste es solamente un año más de la dictadura neoliberal que inició con Miguel de la Madrid, cuyo balance no es distinto al que se pudo haber hecho de cada uno de los últimos 30 años, y que puede resumirse en una sola palabra: desastre.
Así, en todos estos años hemos tenido un mismo gobierno con diversos rostros, con matices, claro, unos más torpes e ignorantes que otros, otros más cínicos, más déspotas o más represores, o más radicalizados hacia la derecha, con rasgos fascistoides, pero el gobierno de Peña Nieto reúne todas y cada una de estas características.
En el siglo pasado, durante la etapa en la que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era dominante, el maestro Vicente Lombardo Toledano, líder genial de la clase obrera mexicana e internacional, relató que en una ocasión, al entrar a la oficina de algún funcionario de no muy alto nivel, observó la fotografía del Presidente de la República en turno y preguntó por qué daba la impresión de que el cuerpo no correspondía a la cabeza, es decir, había cierta desproporción entre ambas partes.
La respuesta del funcionario fue simple: le dijo que para no tener que cambiar el cuadro completo, sólo le recortaban la cabeza a la fotografía y le colocaban la del Presidente de la República en turno.
Lo anterior ejemplifica claramente la situación que vivimos los mexicanos desde hace 30 años: hemos tenido exactamente el mismo tipo de gobierno; sólo la persona que lo encabeza ha cambiado.

Nuevos nombres, viejas estrategias

Para engañar e intentar convencer a los mexicanos de las “bondades” del neoliberalismo, de las privatizaciones y de las contrarreformas constitucionales, De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox, argumentaron primero la necesidad de acabar con el “Estado obeso”; después que el Estado es “mal administrador”; se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC), que, dijeron, convertiría a México en un país desarrollado y del “primer mundo”; Salinas inventó la “filosofía” del “liberalismo social” al ser desenmascarado como neoliberal; se dijo que para repartir la riqueza primero habría que generarla y, finalmente, que había que “vender bienes para remediar males”.
A partir del gobierno panista de Felipe Calderón, el “cuento chino” pasó a ser la “necesidad” de aprobar las llamadas “reformas estructurales”, supuestamente para generar empleo, acabar con la pobreza, incrementar las inversiones extranjeras y lograr el crecimiento de la economía nacional.
Sin embargo, el llamado “Presidente del empleo” no logró hacer pasar ninguna reforma porque la correlación de fuerzas no le favorecía. Además, sus potenciales aliados, los neoliberales del PRI, se encontraban atados de manos por dos circunstancias especiales: tenían que actuar como “oposición” para no perder más votantes y, en segundo lugar, sus estatutos les impedían aprobar reformas constitucionales que permitieran la inversión privada, nacional y extranjera, en Petróleos Mexicanos (PEMEX) y en la industria eléctrica, y, por tanto, se vieron imposibilitados de aliarse con el PAN para aprobar la “madre de las reformas estructurales”: la Energética.

Peña Nieto: el ala derecha de la derecha

Al llegar Peña Nieto al poder, su signo distintivo ha sido el énfasis que ha puesto precisamente en las “reformas estructurales”, a grado tal que ya se han aprobado tres de ellas: la Hacendaria, la Laboral y la Educativa, pese a la oposición de la gran mayoría del pueblo mexicano, lo que ha provocado manifestaciones populares que no se veían desde aquellas en las que la clase obrera, encabezada por Vicente Lombardo Toledano, brindó su respaldo al Presidente Lázaro Cárdenas para la Expropiación Petrolera.
Otra característica de este gobierno ha sido su estrecha alianza con la derecha tradicional representada por el PAN, a grado tal que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que Peña Nieto pasó a ser el ala derecha de la derecha, tanto que el PAN tendría la razón de presumir, como lo hizo durante el gobierno de Salinas de Gortari, de que Peña Nieto está gobernando con su programa.
Finalmente, el poner oídos sordos a las demandas del pueblo, su cerrazón al diálogo, la represión que ha ejercido, principalmente en contra la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), y el lenguaje agresivo del propio Peña Nieto y de su Gabinete de Gobierno, como Emilio Chuayffet (Secretario de Educación Pública) y Miguel Ángel Osorio Chong (Secretario de Gobernación), así como por parte del jefe de la bancada de su partido en el Senado de la República, Emilio Gamboa Patrón, y el de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, tiñen al primer año de este gobierno con auténticos tintes fascistas, que no presagian sino mayor intolerancia y represión para lo que resta del sexenio, a tal grado de que si al gobierno de Calderón lo consideramos en su momento como el “gobierno del miedo”, el actual fácilmente se ganará el calificativo del “gobierno del terror”.

¿Hemos avanzado en 30 años de dictadura neoliberal?

Los mexicanos debemos preguntarnos cuál de los graves problemas nacionales han resuelto los neoliberales en los 30 años que llevan en el poder. ¿Han resuelto la pobreza, la desnutrición y los problemas de salud relacionados con ésta, el déficit de vivienda, el desempleo, los bajos ingresos, el deterioro del poder adquisitivo de los salarios, la oferta educativa y su calidad, o fenómenos como la corrupción, la violencia, la inseguridad pública y la impunidad?
¿Acaso hemos avanzado en el fortalecimiento de nuestra independencia económica y política, en el crecimiento de la pequeña y mediana industria nacional, en la elevación del nivel de vida del pueblo, en la impartición de justicia o podemos considerarnos hoy un país más democrático cuando cerca de 80 millones de mexicanos viven en la pobreza y la clase obrera no cuenta con auténticos representantes en el Poder Legislativo de la Nación, ni en ninguna otra instancia de gobierno?
Siempre han puesto como pretexto que los cambios no pueden realizarse en un año, ni siquiera en un sexenio: ¡Pero ya llevan 30 años de gobierno, y lejos de resolver los problemas del pueblo y de la Nación, los han agravado y nos conducen directamente al abismo!

A la dictadura sólo le restan cinco años

Desgraciadamente, a esta dictadura neoliberal le restan todavía cinco años, lo que la hará más larga que la del propio Porfirio Díaz, periodo en el que las fuerzas democráticas y progresistas deberán fortalecer su unidad y su trabajo entre el pueblo mexicano, para incrementar su conciencia, organización y lucha en todos los frentes, siempre por la vía pacífica.
Lo anterior permitirá, uno, impedir la aprobación de más “reformas estructurales” neoliberales, especialmente la Energética, evitar que se continúe empobreciendo a los mexicanos y, por último, derrotar en las próximas elecciones a la oligarquía en el poder y formar un gobierno de nuevo tipo en el que los neoliberales no tengan cabida, un gobierno que retome con nuevos bríos, metas y estrategias, los objetivos que se propuso la Revolución Mexicana iniciada en 1910: la independencia económica y política de la nación, la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la ampliación del régimen democrático.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

domingo, 1 de diciembre de 2013

Video del discurso de López Obrador en el Zócalo, el primero de diciembre del 2013, en defensa del petróleo.

http://youtu.be/OIeHeVLp5Z4


DISCURSO DE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR EN DEFENSA DEL PETRÓLEO Y CONTRA LAS REFORMAS A LOS ARTÍCULOS 27 Y 28 CONSTITUCIONALES.

México, Distrito Federal, a 01 de diciembre de 2013

Amigas y amigos:

Antes que nada mi agradecimiento sincero a todas y todos ustedes por su presencia en este importante acto.
Desde el 8 de septiembre nos hemos congregado en cinco ocasiones y ustedes, enfrentando todo tipo de adversidades, han respondido al llamado para defender la economía popular y el petróleo.
Es muy importante que en momentos como éste, haya mujeres y hombres decididos a luchar por el presente y el futuro de la nación; sobre todo, cuando se trata de prevenir un mal mayor, algo que todavía no sucede pero que de permitirse, agravaría la tragedia económica, política y social de México.
Actuar como lo estamos haciendo requiere de un grado superior de conciencia: luchamos por convicción, sin depresión ni fatalismo; no aceptamos la pobreza material, pero tampoco el latrocinio y la opresión; vivimos de manera consciente, como lo han hecho en la historia de México los que han luchado por la libertad, la justicia, la democracia y la independencia.
Ese es el espíritu que llevó a Hidalgo y a Morelos a arriesgar y a entregar la vida por la causa de la igualdad y de la soberanía; el que permitió a Juárez mantener una inquebrantable fe hasta lograr la restauración de la República; el que impulsó a Madero a dejar la vida muelle de su familia acomodada y desafiar al dictador; es el que mueve el corazón de todos los que acompañan este movimiento de resistencia que, es por sobre todas las cosas, una revolución de las conciencias.
Repito: ustedes representan la voluntad honrada que se subleva ante la injusticia, ustedes luchan por una nueva vida y trabajan por una patria nueva.
Estamos aquí para evitar un gran atraco que, consideramos, terminaría de cancelar el futuro de los mexicanos y de destruir al país. Una minoría sin escrúpulos, enajenada por la ambición material, luego de haberse quedado con las empresas públicas, los bancos, los ferrocarriles, las minas y otros bienes del pueblo y del país, buscan ahora apoderarse del sector energético nacional.
Hemos dicho muchas veces que las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución, no van dirigidas en realidad a impulsar el crecimiento económico, la creación de empleos y el bienestar de los mexicanos. No hay nada en esas reformas para darle el valor agregado a la materia prima, para construir refinerías y dejar de comprar la gasolina en el extranjero, ni para fomentar la industria petroquímica.
No se busca tampoco utilizar las ventajas comparativas que significa, en un mundo globalizado, el poseer petróleo para reducir los costos de los energéticos e industrializar a México.
Se trata, simple y llanamente, de que las empresas extranjeras se hagan cargo de perforar los pozos petroleros y se apropien de la mitad de la producción. Eso es lo que significan, en esencia, los llamados “contratos de utilidad compartida”. Quienes promueven esta reforma quieren agujerear compulsivamente todo el territorio nacional hasta agotar las reservas petroleras de México.
Para ello, esgrimen pretextos burdos e insostenibles, que rayan en la irracionalidad. Dicen que se requiere de inversión extranjera, porque no hay recursos económicos para financiar al sector energético, cuando Pemex es una de las empresas más rentables del mundo.
Alegan que no tenemos tecnología, cuando en México desde hace 100 años hay experiencia en exploración y perforación de pozos petroleros.
La tradición petrolera en nuestro país se origina desde que se empezó a utilizar el petróleo con fines industriales.
Sostienen, entre otras mentiras, que no es negocio refinar el petróleo en México, cuando Estados Unidos, en los últimos 10 años, ha triplicado su capacidad de refinación de crudo y obtiene grandes ganancias de la venta de las gasolina; por cierto, es allá a donde enviamos el crudo y luego nos lo regresan, porque les compramos más de la mitad de la gasolina que consumimos en el país.
Ante la falsedad de que sólo nos oponemos y no tenemos propuesta, decimos de nuevo que especialistas de nuestro movimiento han presentado proyectos alternativos, obviamente, distintos a los que ha venido imponiendo, en materia de política petrolera, la tecnocracia corrupta.
En esencia, nuestra propuesta ha sido combatir la corrupción en Pemex, desmantelando a las bandas que operan al interior de esa empresa pública y que se han dedicado a la ordeña de ductos, a medrar con la entrega de contratos, al transporte de los combustibles, la compra de las gasolinas y otros negocios ilícitos.
Para modernizar a Pemex hay que impedir además, que se sigan haciendo jugosos negocios desde las cúpulas del poder, hay que poner un alto a los acuerdos que se toman desde Los Pinos en beneficio de políticos y empresarios de Washington, Texas, Madrid, Londres y de otras latitudes; hay que evitar que sigan robando los allegados de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. 
Sólo con esta limpia se obtendrían miles de millones de pesos. Si a esto se añade la decisión de no vender petróleo crudo al extranjero, sino procesar toda la materia prima en nuestro país, construyendo aquí las refinerías e impulsando la industria petroquímica, se estaría logrando realmente la transformación que Pemex necesita.
Sin embargo, esta no es la idea de los actuales gobernantes. En sentido estricto ellos no son servidores públicos, sino viles mercaderes. Es un contrasentido pensar que con la entrega de las ganancias del petróleo a las corporaciones extranjeras, vendrán el crecimiento económico, la generación de empleos y la reducción de las tarifas de energía eléctrica y de gas.
Desgraciadamente, va a ser lo opuesto. Vamos a tener menos presupuesto público, continuará el estancamiento económico y el desempleo, y será más profunda la crisis de inseguridad y de violencia.
Pero no se trata sólo de vivir para contarlo, para poder decir el día de mañana que teníamos razón, sino de evitar lo inminente; el sufrimiento, los conflictos y el hundimiento del país. Por eso estamos aquí, para impedir la trágica felonía que tiene como prólogo un acto de traición a México porque cada vez  va quedando más claro que Peña pactó en el extranjero la entrega del petróleo y es público y notorio que lo único que le importa es cumplir, a como dé lugar, ese compromiso.
Hace unos días, por ejemplo, Manlio Fabio Beltrones, dijo que el gobierno estaba dispuesto a concederle al PAN su demanda de reforma electoral, con tal de que le ayudara a lograr la aprobación de la reforma energética. En su momento sostuvimos que Peña, luego de haber pactado en el extranjero, había llegado al acuerdo con dirigentes del PRD para que aprobaran la reforma fiscal y con los del PAN había negociado la reforma energética.
Aquí conviene volver a decir que las dos reformas son parte de lo mismo. Aumentaron los impuestos y el déficit, es decir, autorizaron la contratación de deuda pública, porque saben que se tendrán menos ingresos y menos presupuesto cuando se compartan las ganancias del petróleo con los extranjeros.
Por eso también es muy hipócrita la actitud de los dirigentes del PAN que se opusieron a la reforma fiscal, cuando saben perfectamente que si se aumentaron los impuestos fue por la reforma energética que ellos ahora están decididos a apoyar.
Pero venimos a este acto a terminar de ponernos de acuerdo en cómo impedir que se lleven a cabo las reformas constitucionales. Ya se aprobó un plan de acción de desobediencia civil pacífica; sin embargo, les propongo que la demanda central de nuestro movimiento siga siendo el que se consulte a todos los mexicanos antes de imponer las reformas a los artículos 27 y 28 de la Constitución.
Es decir, que en estos días previos al dictamen, continuemos, por todos los medios a nuestro alcance, comunicando a la sociedad un hecho básico: que ni Peña ni los legisladores tienen legitimidad para imponer una reforma de tanta trascendencia sin consultar a los ciudadanos. Que quede claro: nuestra única y principal demanda es que primero se consulte al pueblo de México.
Es particularmente importante, también, que en estos días cruciales hagamos frente a la campaña permanente que los medios de desinformación del régimen oligárquico mantienen en contra nuestra. Debemos explicar a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestros vecinos, que no somos un grupo de alborotadores ansiosos por romper el orden público, por el contrario, actuamos en defensa de la Constitución, las leyes y la convivencia pacífica entre mexicanos.
Debemos exponer que es el gobierno oligárquico el que pretende, con su reforma energética, subvertir el orden constitucional; son ellos los subversivos: los oligarcas apoderados de las instituciones, son quienes, por su infinita ambición, buscan, una vez más, violentar el pacto social de México.

En cuanto a los cercos al Senado, a la Cámara de Diputados y a los congresos locales, les recuerdo lo siguiente:

Debemos estar atentos al llamado que se hará para iniciar la acción, en cuanto, comience el trámite de dictaminación de las reformas en el Senado.

Hagamos el compromiso de estar todos presentes. Obviamente, me incluyo; ahí voy a estar todo el tiempo.

Reafirmamos el carácter pacífico de nuestro movimiento. Todas las acciones de resistencia se llevarán a cabo bajo el principio de la no violencia. Nada de encapuchados. Cada uno de nosotros debe estar pendiente para no permitir la participación de infiltrados ni provocadores mandados por el régimen.

La coordinación de los cercos a las cámaras de Senadores y Diputados y a los congresos locales, estará a cargo de los dirigentes de MORENA.

Por razones obvias, los primeros en llegar a los lugares acordados deberemos ser los que vivimos en el Distrito Federal y en los municipios conurbados del Estado de México.

También les recuerdo, de manera especial, que el próximo sábado 7 de diciembre vamos a llevar a cabo el segundo apagón en protesta por el aumento mensual a las gasolinas. Les pido que corran la voz para que ese día, de 7 a 8 de la noche, muchos ciudadanos apaguemos la luz y mantengamos encendida la llama de la esperanza.

Amigas y amigos:

Es muy importante que en estos días definitorios convoquemos a todos los ciudadanos de organizaciones sociales, civiles y políticas a luchar unidos en defensa del petróleo. Tenemos, como es natural, diferencias, pero nada, absolutamente nada, puede estar por encima del interés del pueblo y de la nación.
Aquí aprovecho para reiterar nuestro compromiso y solidaridad con las maestras y los maestros de México, que luchan en defensa de sus derechos.
Lo mismo expreso a los trabajadores electricistas y a los mineros, así como a las y los sobrecargos, administrativos y pilotos; expreso también nuestro reconocimiento y nuestro apoyo a los defensores de derechos humanos, a los familiares de las víctimas de la violencia y a todos los luchadores sociales del país.
Asimismo, informo que mañana voy a enviar a los empresarios de México una carta en la que explico las razones por las que nos oponemos a la reforma energética; en ella les informaremos que, a diferencia de lo que se sostiene en la propaganda oficial, todos los mexicanos, incluido los sectores empresariales del país, resultarían gravemente afectados con la entrega del sector energético a los extranjeros.

Amigas y amigos:

Muchas gracias por la compañía en estos momentos cruciales. No me despido de ustedes porque nos vamos a seguir encontrando; les convoco a que, juntos, sigamos haciendo historia y que, con toda firmeza, gritemos:

¡Viva la Constitución!
¡Viva la industria petrolera nacional!
¡Viva la libertad!
¡Viva la dignidad!
¡Viva la justicia!
¡Viva la soberanía!
¡Viva México!
¡Viva México!

¡Viva México!