viernes, 18 de octubre de 2013

La Reforma Educativa desde una perspectiva progresista.

Por Roberto Escamilla Pérez

Desde hace ya más de 30 años, la educación pública ha sufrido un proceso permanente de privatización y deterioro en su calidad, producto de las políticas neoliberales que en los ámbitos económico, político y social han aplicado los gobiernos priistas y panistas, y no debido a la falta de preparación o de vocación del magisterio, como se pretende hacer creer al pueblo mexicano.
Disminución real del presupuesto para la educación pública; contrarreformas al artículo 3º constitucional y a las leyes educativas en general; deficiente aplicación de los principios de dicho artículo en el sistema educativo nacional, en los planes y programas de estudio, y en los libros de texto, así como en la formación del educando; abandono intencional de la educación pública a todos sus niveles y, al mismo tiempo, apoyo y fomento de la educación privada, y, por último, corrupción al interior del sistema educativo público y campañas de desprestigio contra éste impulsadas desde el interior del mismo Gobierno Federal, etc., son algunos de los verdaderos y principales factores que han contribuido al deterioro de la educación pública, todos atribuibles a los neoliberales en el poder.

Sus objetivos

México necesita una Reforma Educativa que, en primer lugar, contribuya al fortalecimiento de nuestra independencia económica y política respecto a la economía y gobierno norteamericanos, lo que implica el desarrollo de la investigación científica y tecnológica, el impulso al sector estatal de la economía, y a la pequeña y mediana industria nacional.
En segundo lugar, se requiere de una reforma que favorezca la elevación constante del nivel de vida del pueblo y la construcción de un verdadero régimen democrático en el que la clase trabajadora (que en su concepto más amplio la constituimos más de 100 millones de mexicanos), esté verdaderamente representada en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Y por último, pero no menos importante, urge una Reforma Educativa que fomente los sentimientos y acciones nacionalistas y patrióticas de los ciudadanos, así como valores cívicos como la solidaridad entre los propios mexicanos y con todos los pueblos del mundo, así como el espíritu de servicio, entre otros.

Seis aspectos fundamentales de una Reforma Educativa progresista

Aplicar de manera estricta el artículo 3º constitucional.
Una Reforma Educativa de carácter progresista debe exigir la aplicación estricta de la letra, el espíritu y los principios contenidos en el artículo 3º de la Constitución de la República, propuesto y redactado por las mentes más avanzadas que participaron en la etapa armada de la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y en los años en los que ésta tuvo su mayor impulso, principalmente durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río.
Por tanto, los principios de dicho artículo deben reflejarse, tanto en las acciones que emprendan los funcionarios educativos a todos los niveles, incluidos maestros y directores de escuela, como en los programas y planes de estudio, y, finalmente, en el salón de clases, para formar los técnicos, profesionales y científicos que requiere el desarrollo independiente del país, y no los que necesitan, en su afán de lucro y explotación, los monopolios trasnacionales, la oligarquía nacional y el gobierno neoliberal.

Incrementar el presupuesto destinado a la educación pública.
En segundo lugar es fundamental que ´por ley se incremente de manera sustancial el presupuesto destinado a la educación pública a todos los niveles, así como a la investigación científica, y asegurarse de que los recursos lleguen íntegros a las escuelas, desde las básicas hasta las universidades, y a los centros de investigación públicos y a los de las instituciones de educación superior, castigando cualquier acto de corrupción que contravenga este propósito.

Asegurar el empleo a los egresados de las escuelas públicas.
En tercer término se debe legislar para asegurar el empleo a los egresados de las escuelas públicas, primero en las propias empresas e instituciones del Estado, como Petróleos Mexicanos (PEMEX), la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en las escuelas de todos los niveles y en el propio aparato administrativo del Estado, porque resulta una contradicción absurda que el dinero del pueblo mexicano se invierta en la educación de sus hijos para que estos finalmente no tengan trabajo, laboren en áreas muy distintas a su profesión, tengan que salir del país para conseguir empleo o simplemente terminen en el sector informal de la economía.

Derogar las contrarreformas realizadas a las leyes educativas.
Es fundamental y urgente abrogar la contrarreforma educativa aprobada recientemente por el Poder Legislativo a propuesta de Peña Nieto, así como las modificaciones a la Ley General de Educación y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, porque atentan contra la gratuidad de la educación y contra los derechos laborales del magisterio nacional, lo que ha provocado tal descontento popular que está en peligro la paz social y la pacífica convivencia entre los mexicanos pues en cualquier momento podría desatarse una represión generalizada y sistemática en contra de los inconformes, lo que a nadie conviene.
Se deben derogar igualmente las contrarreformas que se han realizado al artículo 3º constitucional, como las aprobadas el 28 de diciembre de 1992 y el 5 de marzo de 1993, bajo el régimen de Salinas de Gortari, así como rectificar en cuanto a la llamada descentralización educativa, todo ello para regresarle a dicho precepto constitucional, y a las leyes educativas, toda su fuerza y contenido progresista.

No subsidiar a la educación privada.
Es importante también poner un alto a la política nefasta de subsidiar a la educación privada con recursos públicos, lo que se hace a través de becas y otros mecanismos, porque esto, junto con otras medidas gubernamentales por el estilo, ha contribuido a crear en nuestro país dos sistemas educativos paralelos, uno público y otro privado, con objetivos y propósitos totalmente distintos y muchas veces opuestos.

Sacar las manos del SNTE.
Por último, urge que el gobierno y su partido dejen de intervenir en la vida interna de las organizaciones obreras, en este caso especialmente en la del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), porque esto sí perjudica el adecuado desarrollo y preparación de los maestros, y anula de hecho la democracia sindical.

Por un gobierno de nuevo tipo

¿Pero será capaz el gobierno que hoy tenemos de proponer, impulsar y aprobar una reforma educativa progresista como la ya descrita en sus rasgos generales? Definitivamente no.
Por ello, para lograr la Reforma Educativa que México necesita para caminar por el rumbo de la independencia nacional, la democracia y el progreso del pueblo, es necesaria la unidad de todas las fuerzas progresistas del país, obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, profesionistas, etcétera, sin menospreciar a ninguna, para sacar del poder a los neoliberales por la vía pacífica, mediante la movilización y lucha popular, la organización y el voto, y de esta manera constituir un gobierno de nuevo tipo en el que no tengan cabida los neoliberales.
Sin embargo, lo anterior no quiere decir que no se puedan echar para atrás las contrarreformas que ya se han aprobado, como la educativa y la laboral, e impedir la energética, porque la unidad y la conciencia del pueblo se fortalece cada día más, y es un objetivo a corto plazo que puede alcanzarse.

-o-

Durante el nacimiento de un hijo
(según Su Tung-pó)

Las familias, cuando nace un niño
lo quieren inteligente.
Yo, que con la inteligencia
arruiné mi vida entera,
sólo puedo desear que mi hijo,
algún día,
sea ignorante y perezoso de pensamiento.

Así tendrá una vida apacible
como ministro en el gabinete.

Bertolt Brecht.

Correo electrónico: a_babor@hotmail.com


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