sábado, 27 de diciembre de 2008

Los pensionados y jubilados, las Afores y la ley de la selva.

Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

“No creáis que cedemos aún. Con estos cabellos de nieve, seguimos cantando alegremente”
Walt Whitman.

Como en el reino animal, en el capitalismo, cuyas leyes de desarrollo lo hacen un sistema salvaje, los débiles, enfermos y viejos, considerados inútiles por el sistema, quedan en el más absoluto abandono y completamente desprotegidos, a merced de las destructivas crisis económicas de las que son sus primeras víctimas, y muchas veces esperando únicamente la muerte, apoyados solamente, en el mejor de los casos, por sus familias, amigos o hasta vecinos, expulsados por una maquinaria capitalista que ya no los necesita, pero de los que sacará hasta la última gota de beneficios.
Sin embargo, a diferencia del reino animal, en el que es inevitable que se cumpla la ley de la selva, la cadena alimenticia, que la fiera se alimente de su víctima y que el débil sucumba ante el más fuerte o más numeroso, en la sociedad no existe tal fatalidad por tres razones fundamentales: porque, a diferencia de los animales, el hombre es un ser racional; porque el capitalismo es un sistema transitorio, condenado a desaparecer debido sus contradicciones internas y a las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad, dando paso a un sistema más justo; y porque es el hombre el destinado a acelerar su desaparición, y en este caso la clase obrera, principalmente.

La situación de los jubilados y pensionados.

Todo mundo sabe de la situación de miseria y desesperación por la que pasan, desde hace muchos años, los jubilados y pensionados en nuestro país, y en general las personas adultas mayores o de la tercera edad.
Especialmente han conocido de ello los gobiernos neoliberales priístas y panistas de los últimos 26 años, pero lejos de tomar medidas a favor de estos millones de mexicanos, han empeorado su situación debido a las políticas económicas que han aplicado y que afectan al pueblo en su conjunto.
Asimismo, estas autoridades federales han puesto oídos sordos a la principal demanda de los pensionados y jubilados: contar con una pensión o jubilación digna y decorosa, con un ingreso cuyo poder de compra no se rezague con el tiempo como producto de la inflación y que les permita vivir como seres humanos, sin angustia, miedo, desesperación y carencias hasta de lo más básico.
Y ya ni qué hablar del pésimo e indignante trato que se les da por parte de las dependencias encargadas de tratar sus asuntos y por los bancos, hoy todos extranjeros, donde tienen que cobrar sus miserables pensiones.
Los pensionados y jubilados, los adultos mayores en general, no piden limosna, sino justicia, la que merecen plenamente por haber contribuido con toda una vida de trabajo al desarrollo del país, por lo que es hora de que los representantes de los partidos políticos que se dicen, progresistas, y hasta revolucionarios y de izquierda, en la Cámara de Diputados y de Senadores, propongan las reformas necesarias para hacer realidad su principal demanda: una pensión digna y decorosa.

La historia del plato y la cuchara de madera.

“Un niño veía cómo sus padres daban a sus abuelos un plato y una cuchara de madera para que comieran y los enviaban a un rincón. Un día esos padres observaron que su hijo tallaba madera con un cuchillo y le preguntaron qué hacía: ‘Estoy preparando los platos y las cucharas para que ustedes coman cuando sean grandes’, contestó”
Esto es lo que los neoliberales preparan para quienes nos jubilemos o pensionemos dentro de algunos años y para ello reformaron la Ley del Seguro Social y crearon las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores), como parte del desmantelamiento que llevan a cabo, desde hace 26 años, de la seguridad social, y del proceso privatizador del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Las promesas de las Afores.

Así, al discutirse por primera vez la creación del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) en la Cámara de Diputados, en febrero de 1992, sus impulsores, el gobierno de Salinas de Gortari, el Partido Acción Nacional (PAN) y los neoliberales al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI), prometieron que dicho sistema traería beneficios a la clase trabajadora, es más, que resolvería sus problemas económicos, y Pedro Aspe Armella, entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, aseguró que mejoraría la distribución del ingreso y que promovería el desarrollo económico.
Finalmente, los diputados y senadores del PAN y del PRI aprobaron el SAR a pesar de los argumentos en contra vertidos por la bancada del Partido Popular Socialista (PPS), principalmente, en el sentido de que con este sistema se les imponía un ahorro forzoso a los trabajadores en tiempo de crisis, lo que era criminal ya que lo que necesitaban éstos era llevar comida a sus mesas; que los beneficios que se le ofrecían a la clase trabajadora eran a muy largo plazo (a 20 ó 30 años) y completamente inciertos; que se generaría una enorme masa de capital (calculada para los primeros 12 meses de su operación en cuatro billones de pesos) que sólo beneficiaría a la banca, a las casas de bolsa y a los grandes empresarios, que lo utilizarían para la especulación y para invertir en lo que a ellos, y no al país, les conviniera.

La realidad hoy.

A 16 años de distancia vemos cuánta razón tenían las fuerzas revolucionarias y progresistas de aquella época pues los fondos de retiro de millones de trabajadores han quedado en manos de bancos extranjeros, además, primero la pérdida del poder adquisitivo del dinero y ahora la crisis los están pulverizando, y, por si fuera poco, debido a que buena parte de estos ahorros los banqueros los han invertido en la bolsa, en los mercados financieros, en actividades especulativas, han sufrido enormes pérdidas (“minusvalías” las llama el risueño y rozagante Carstens), cuantificadas por expertos en casi 90 mil millones de pesos, en lo que va del año, mientras que las comisiones que cobran las Afores continúan intactas, es decir, las ganancias de los banqueros, producto de nuestros ahorros, han permanecido intocables.
Así las cosas: ¿Con cuánto contaremos los trabajadores que nos retiremos dentro de algunos años, si es que nos queda algo? Si las cosas continúan así, seguramente viviremos en una situación mucho peor a la de los actuales pensionados y jubilados.
Mientras esto sucede, el “líder” de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe, promete más sacrificios de la clase obrera para beneficio de los banqueros y grandes empresarios, como el pago por horas, la reducción de la jornada laboral, trabajar dos o tres días a la semana y hasta “paros técnicos” por dos meses con el pago del 25 por ciento de los salarios, medidas que ya se aplican en algunas empresas, todo en abierta violación a la Constitución, al artículo 123 y a la Ley Federal del Trabajo, con la complacencia de las autoridades.
Esta es la ley de la selva impuesta por el llamado “libre mercado”, gracias a la cual sobrevivirán no los más fuertes o los más inteligentes, sino los económicamente más poderosos, los más cínicos o corruptos, como esos a los que el gobierno norteamericano les está entregando, por ahora, 700 mil millones de dólares, que llegaron a cobrarlos en sus jets privados.

Por una pensión digna y decorosa.

Las pensiones para los mexicanos que por razones de edad, accidentes o enfermedades, ya no están en condiciones de trabajar, no constituyen una carga para la patria, por lo contrario, la dignifican, y hablan del carácter solidario y humanista que nos ha caracterizado siempre, y que fue la base del sistema de seguridad social y de pensiones que hasta hace sólo algunos años existía en México.
En cambio, lo que sí constituye una carga para los mexicanos y un lastre que evita el desarrollo del país, que lo tiene en quiebra, en crisis permanente, es la deuda externa y el IPAB-Fobaproa, gracias a los cuales tenemos que pagar a los bancos norteamericanos y nacionales (que también pertenecen a extranjeros), miles de millones de dólares anuales, quitándole el alimento de la boca a nuestros hijos y a los adultos mayores, que constituyen dos de los sectores más desprotegidos en nuestra sociedad.
Por ello es necesario que los miles de millones de pesos de nuestros ahorros que ahora manejan las Afores, pasen nuevamente a manos del Estado y que éste tome las medidas necesarias para que estén seguros, se inviertan realmente en beneficio de los mexicanos y de nuestro desarrollo económico independiente, y se garantice de esta manera una pensión digna y decorosa a los millones de jubilados y pensionados, actuales y futuros, y todos nos sentemos finalmente a la misma mesa.

Señor Secretario: ¿De qué se ríe?

Carstens dijo: “La crisis en los Estados Unidos sólo nos provocará un pequeño resfriado”
Hoy dice: “Los fondos de retiro de los trabajadores están seguros”
¿Alguien le cree?

¿Qué dijo?

Al referirse al salvaje asesinato de ocho elementos del Ejército Mexicano, Calderón dijo: “La patria sufre los embates de enemigos que buscan dominar y cancelar las libertades de los mexicanos, se trata de verdaderos traidores que con tal de ampliar sus intereses son capaces de realizar cualquier barbarie”.
Esto exactamente diría yo del Partido Acción Nacional (PAN) y de su gobierno. Es hora de que el Ejército Mexicano vuelva a sus cuarteles, por su propia salud y prestigio, y por el bien de los mexicanos.

¡Oh!, y ahora, ¿quién podrá ayudarlos?

Si el Partido Revolucionario Institucional (PRI) comete el error de no postular a Fernando Ortega Bernés como su candidato a gobernador del estado de Campeche, perderán muchos espacios y sólo el Chapulín Colorado podría ayudarles a conservar la gubernatura.

EL POEMA

CANTO DE ALEGRÍAS

Oh, mientras yo viva, ser el rey de la vida, no su esclavo,
Afrontar la vida como un conquistador poderoso,
Sin cólera, sin hastío, sin quejas ni críticas desdeñosas,
Mostrar a estas leyes altivas del aire, del agua y del suelo
que mi alma interior es inexpugnable,
Y que ninguna cosa externa me dominará jamás.

Walt Whitman

Feliz año nuevo 2009

Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
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