Por
Roberto ESCAMILLA PÉREZ
Yo soy uno de los millones de “terceros”
afectados por el Gobierno Federal.
Al
plantarse en el Zócalo y al manifestarse en las calles, los maestros afectan a
“terceros”, dicen Peña Nieto, el gobierno priista neoliberal, el (Partido (de)
Acción Nacional (PAN), los monopolios televisivos Televisa y TV Azteca, sus
voceros y los “intelectuales” que les sirven.
Sin
embargo, cuando el Gobierno Federal o el de la ciudad de México organizan una
“Feria del Libro”, una venta de artesanías, una exposición cultural o cualquier
otro evento, ya sea en el Zócalo, en Paseo de la Reforma o en cualquier otra
plaza o calle de la ciudad, ¿no afectan a “terceros”?
Cuando
la cúpula de la iglesia Católica lleva a cabo peregrinaciones o somos visitados
por el más alto dignatario de El Vaticano, que recorre en una gran caravana de
vehículos la ciudad, ¿no se afecta a “terceros”?
Cuando
se realizan los paseos en bicicleta o los aficionados al fútbol festejan el
triunfo de su equipo o de la Selección Mexicana en el Ángel de la Independencia
o en cualquier otra plaza o calle, ¿no se afecta a “terceros”?
Cuando
algún monopolio televisivo o comercial realiza por las principales calles de la
ciudad sus “paseos promocionales” o desfiles con personajes famosos en días
especiales, ¿no afectan a “terceros”.
Cuando
los comerciantes formales o informales sacan sus artículos o ponen sillas y
mesas en las banquetas y calles, para sus clientes, ¿no afectan a “terceros”?
¿Cuándo
una escuela realiza en la calle algún festejo a sus alumnos, ¿no afecta a
“terceros”? ¿Cuándo algún padre de familia “tira la casa por la ventana”,
cierra la calle donde vive y hace alguna fiesta a su esposa, para alguno de sus
hijos o por su aniversario de bodas, ¿no afecta a “terceros”?
Se
benefician algunos o muchos, es cierto, quienes, por ejemplo, pueden comprar un
libro, una artesanía, una comida de otro país, o quienes son católicos, o
quienes disfrutan de andar en bicicleta o quienes les gusta el fútbol o ver a
personajes famosos para fotografiarlos o pedirles su autógrafo, pero se afecta
a “terceros” sin duda alguna: a comerciantes, a peatones, a los automovilistas
o a quienes no están interesados en esas cosas o simplemente no pueden
adquirirlas porque pertenecen a esos 80 millones de mexicanos pobres que
existen en el país, quienes ni siquiera pueden trasladarse en “micro” a
disfrutar de algún espectáculo recreativo o cultural porque no tienen para el
pasaje para los más de cuatro miembros de la familia.
Los “terceros”
tolerantes
Pero
esos “terceros” afectados no vamos a quemar los libros o las artesanías, a
ofender a los católicos, no atropellamos a los ciclistas, no vamos a golpear a
los aficionados al fútbol, a patear las sillas y mesas que invaden las
banquetas y calles, o a entorpecer los desfiles de los monopolios televisivos o
comerciales: los aceptamos y toleramos simplemente porque somos personas
civilizadas, porque estamos conscientes de la difícil situación económica por
la que los mexicanos atravesamos y porque todos tenemos el derecho que nos
brinda la Constitución a expresarnos libre y pacíficamente, y a ganarnos el pan
de cada día, para nosotros y nuestras familias.
El Gobierno
Federal, intolerante, represor y principal “afectador de terceros”
Pero
existe un ente siniestro que es intolerante y que reprime violentamente a
quienes señala como culpables de afectar a “terceros”, de no respetar los
derechos de los demás y hasta de violar la Constitución de la República: este
personaje oscuro es Enrique Peña Nieto y el gobierno neoliberal que encabeza.
Además,
acusa a otros sin tener calidad moral para hacerlo, y de los delitos que él sí
comete, a la vista de todos y en la más completa impunidad.
El
gobierno de Peña Nieto y sus antecesores, desde 1982, con Miguel de la Madrid
Hurtado, debido a sus políticas neoliberales han afectado a cerca de 80
millones de “terceros”, es decir, a cerca de 80 millones de mexicanos que viven
hoy en la pobreza o en la miseria.
A
esos millones de mexicanos, los gobiernos neoliberales los han afectado
negándoles, desde hace más de 30 años, sus derechos constitucionales a
organizarse y a manifestarse pacíficamente, a la huelga, a la alimentación, a
una vivienda digna, a una educación de calidad y apegada al espíritu del
artículo 3º constitucional, a un empleo, a un salario o ingreso suficiente y
remunerativo, a la recreación, a la cultura, al deporte, a la tranquilidad, a
la seguridad pública y hasta a recibir ayuda suficiente en caso de desastres
naturales.
Es
decir, los gobiernos neoliberales han violado los derechos constitucionales de
más de 80 millones de mexicanos durante 30 largos años, y además han sido
intolerantes, represores y han pisoteado el espíritu mismo de la Constitución
con las contrarreformas que han impuesto, y que tienen a todos los mexicanos y
al país en una situación deplorable.
Así,
los únicos tolerantes y dispuestos al diálogo, y a una lucha civilizada y
pacífica en toda esta situación, hemos sido los mexicanos pobres, la clase
trabajadora, las organizaciones que la representan, los sindicatos
democráticos, y los intelectuales y mexicanos progresistas, ¡no el Gobierno
Federal!
La represión
contra los maestros y la posición vergonzosa de los líderes del PRD
Peña
Nieto, el Gobierno Federal, los monopolios televisivos y sus voceros pagados,
además de “Los Chuchos”, los líderes del Partido de la Revolución Democrática (PRD),
aseguran, hasta en comunicados oficiales, que no hubo represión en el desalojo
de los maestros del Zócalo, que hubo “diálogo civilizado” entre gobierno y la
Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), que no hubo
necesidad de “actos de fuerza institucional”, que el retiro de los maestros fue
“pacífico” y que vivimos en una “sociedad democrática”.
El diálogo
civilizado
En
primer lugar, el diálogo civilizado y la prudencia sólo los practicaron los
maestros, pues Peña Nieto ha puesto oídos sordos a sus más importantes y justas
demandas.
El
“diálogo civilizado” de los gobiernos Federal y del Distrito Federal consistió
en mandar contra los maestros a cientos de policías de ambos niveles, equipados
con toletes, escudos y gases lacrimógenos, junto con vehículos pesados, entre
ellos tanquetas que arrojan agua a presión.
La represión y
los “actos de fuerza institucional”
¿Qué
no hubo represión? ¿No fueron parte de la represión el ultimátum lanzado por el
Gobierno Federal en contra de los maestros para obligarlos a desalojar el
Zócalo, así como el avance de cientos de policías en contra de los maestros y
ciudadanos que aún se encontraban en el lugar, y las agresiones contra ellos?
¿No
fue un acto claro de represión el que los policías federales, en un plan bien
fraguado, aislaran y detuvieran por casi dos horas a todos los líderes de la
CNTE y a ciudadanos que estaban ahí en su apoyo, golpeándolos con sus toletes,
amenazándolos e insultándolos?
Además,
ahora resulta que ya es un delito que los ciudadanos, el pueblo, acuda en apoyo
de los maestros, puesto que además de calificarlos como “ajenos al movimiento”,
fueron blanco principal y “justificado” de las agresiones de la Policía Federal
y del Distrito Federal.
De
los encapuchados que agreden a la policía, ni hablar, son provocadores pagados
por el mismo Gobierno para tratar de desacreditar al movimiento magisterial y provocar
aún más represión, a los que se les suman algunos despistados, ignorantes y
delincuentes comunes.
El retiro
“pacífico” de los maestros
¿El
retiro de los maestros fue pacífico después de todo lo ya explicado y descrito?
¿Piensa el Gobierno Federal y sus secuaces que no vimos el enorme cerco
policíaco alrededor del Zócalo y el avance organizado de la policía contra los
maestros? ¿Qué no vimos los gases lacrimógenos? ¿Qué no fuimos testigos de los
golpes, toletazos e insultos en contra de líderes, maestros y ciudadanos
comunes? ¿Qué no vimos los chorros de agua a presión dirigidos contra la gente?
¿Qué no escuchamos y observamos los helicópteros de la policía volando muy
cerca de los edificios? Lo único que no vimos fue a los francotiradores, pero seguramente
los había, agazapados como ellos saben hacerlo y listos para entrar en acción.
La “sociedad
democrática” en la que vivimos
¿En
una sociedad democrática se reprime de esta manera a miles de personas? Porque
esto ocurrió también en muchos otros estados de la República, no sólo en la
ciudad de México.
¿Quiénes
y qué partidos representan a la clase trabajadora mexicana en los poderes
Legislativo y Judicial en esta “sociedad democrática” en la que vivimos? Nadie,
ninguno, si acaso dentro del Poder Legislativo existen algunos elementos
progresistas, que hacen un respetable esfuerzo, pero nada más.
¿Qué es lo que
quieren los maestros?
Los
maestros que se han manifestado en las calles, tanto de la CNTE como del SNTE, piden
al Gobierno Federal la derogación de la reforma educativa y de sus leyes
secundarias; no al cambio del régimen laboral del magisterio y respeto a los
derechos plasmados en el Apartado B del Artículo 123 Constitucional, como la
estabilidad laboral, plaza base, inamovilidad, salario remunerativo, etcétera,
y su rechazo al Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE).
Proponen
una educación con las características que señala el texto original del artículo
3º constitucional: pública, laica, gratuita, obligatoria, integral y científica;
la asignación del 12% del PIB a la educación y un debate nacional sobre la
situación de la educación pública y las medidas para fortalecerla y mejorarla.
Aseguran
que la reforma educativa propuesta por Peña Nieto y aprobada por el Poder
Legislativo Federal es para privatizar; que se está imponiendo de manera
violenta, y conculca o elimina los derechos del magisterio, y que la educación
es una conquista de la Revolución Mexicana que ellos van a defender.
¿Qué pasará si
dicha contrarreforma educativa se aplica?
Si
dicha contrarreforma educativa se aplica tendrá, entre otras, tres
consecuencias: no se mejorará la calidad en la educación, al contrario, bajará
dramáticamente, porque para elevar la calidad de la educación es necesario
incrementar por lo menos al 8 por ciento del PIB la inversión en ella y que se
inspire plenamente en lo que señala el artículo 3º constitucional: que sea
pública, gratuita, laica y ajena a cualquier doctrina religiosa, inspirada en
los avances científicos y que contribuya a elevar de manera constante el nivel
de vida del pueblo.
Además,
el Gobierno Federal ya no tendrá la obligación legal de dar mantenimiento y
equipar a los planteles escolares, y ésta responsabilidad quedará en manos de
los ya de por sí empobrecidos padres de familia, maestros y directores de
escuela, lo que definitivamente se reflejará en un descenso mayor del nivel de
vida del pueblo mexicano y en un incremento de la deserción escolar.
Por
último, todos los maestros, no sólo los de la CNTE, verán afectados sus
derechos laborales, principalmente en cuanto a la seguridad en sus empleos se
refiere, ya que quedará a criterio del Gobierno Federal el que un profesor
permanezca en su trabajo con el pretexto de una supuesta “evaluación”, que
servirá además a las autoridades para presionar, maniatar y manipular a su
favor a los educadores y a sus sindicatos bajo la amenaza real de ser
despedidos de sus puestos de trabajo.
Millones de
“terceros” afectados
Entonces,
¿quién es el que realmente afecta a “terceros”? ¿La CNTE, los aficionados al
fútbol o a la bicicleta, los pequeños comerciantes, los artesanos, los
vendedores informales, los 80 millones de mexicanos pobres?
¡El
Gobierno Federal no es el dueño del Zócalo, de las plazas de la República ni de
las calles! ¿Ahora resulta que hasta eso le quieren quitar al pueblo de México:
sus calles, sus plazas y su derecho a manifestarse pacíficamente?
Si
se aplica la contrarreforma educativa se afectará no sólo a la presente
generación de mexicanos, sino a las futuras generaciones, es decir, a millones
y millones de “terceros”, muchos de los cuales aún no han nacido.
Esa
es la lucha de los maestros y a esa lucha, porque es justa y es noble, debemos
unirnos todos los mexicanos que verdaderamente amamos a nuestro país.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com