Por
Roberto Escamilla Pérez
“Es necesario
ponerse en pie,
y ver lo que
pasa en el mundo,
para que no pase
lo que se puede evitar.”
José Martí.
Los
mexicanos somos cada día más conscientes de que para Peña Nieto, para el
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido (de) Acción Nacional
(PAN), la gran burguesía nacional, el clero político y para grupos de derecha
como “Los Chuchos”, aliados del imperialismo norteamericano y de las empresas
trasnacionales, hablar de “reformas estructurales”, particularmente en materia
energética, significa continuar con la privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX)
y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), ahora mediante contrarreformas a
los artículos 27 y 28 constitucionales para hacerlo de manera “legal”, y
eliminar de paso los derechos y conquistas de los trabajadores de estas
industrias plasmados en el artículo 123 Constitucional y en la Ley Federal del
Trabajo (LFT).
Cuando
los neoliberales hablan de “reformas estructurales” no piensan, pues, en el
pueblo de México, desean únicamente asegurar las inversiones e incrementar las
ganancias de los grandes empresarios nacionales y extranjeros, porque a ellos
sirven.
La Reforma Energética desde una perspectiva
progresista
En primer
lugar, para que una Reforma Energética sea verdaderamente progresista y de
beneficio para el pueblo y la Nación, se debe aplicar estrictamente el espíritu
del artículo 27 Constitucional en relación a nuestros recursos naturales, y al
funcionamiento y manejo de las empresas e instituciones del Estado para los
fines que de nuestra propia Ley Suprema emanan, que son el lograr la
independencia económica y política para nuestro país, elevar de manera
permanente el nivel de vida del pueblo y ampliar nuestro régimen democrático de
acuerdo a lo que define como democracia el artículo 3º de nuestra propia
Constitución.
Para las
fuerzas progresistas y democráticas, una Reforma Energética no requiere cambios
a los artículos 27 y 28 constitucionales, al menos no en el sentido en el que
los plantea Peña Nieto y la derecha, implica más bien rescatar a Petróleos
Mexicanos (PEMEX) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que, lejos
de seguirse privatizando, se fortalezcan y refuercen su sentido original, que
es el de estar al servicio de la nación y del pueblo mexicano, y castigar
cualquier acto de corrupción que cometan sus funcionarios y trabajadores a
cualquier nivel.
Incluye
igualmente anular todos aquellos contratos que hayan realizado o aprobado los
funcionarios de PEMEX y de la CFE con la gran burguesía nacional y los
monopolios extranjeros, y que contravengan el espíritu y la letra de la
Constitución de la República, o que vayan en perjuicio del pueblo y de la
Nación.
Una Reforma
Energética progresista implica encontrar para PEMEX el equilibrio entre no
abandonar el impulso que le da al desarrollo de la economía del país y a la
elevación del nivel de vida del pueblo, a través de obras y recursos que
entrega a los estados y a la Federación, y tener los medios necesarios para
modernizarse, invirtiendo en su mantenimiento y expansión constante en los
rubros que más convengan al país, y que más ganancias y divisas nos dejen, como
la petroquímica, lo que finalmente redundará en beneficio de la nación y del
pueblo.
Paralelamente,
es necesario impulsar a todos los centros de investigación nacionales y a las
instituciones de educación superior, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN)
y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), vinculándolas al
desarrollo de la industria petrolera, y a la industria mexicana en general,
para que nos permita generar los cuadros necesarios para el manejo y generación
de tecnología de punta que es indispensable para nuestro desarrollo.
Así, la
solución a nuestros problemas económicos, y el desarrollo y modernización de
PEMEX, no lo debemos buscar solamente en las profundidades del mar, sino en una
profunda transformación de nuestra industria petrolera, pero con sentido
nacionalista y popular.
Asimismo,
es fundamental que el Estado se encargue directamente de la comercialización y
venta de las gasolinas porque, además de los ingresos que le puedan generar,
esto bajaría sus precios con el consiguiente beneficio para la industria y
comercio nacional, y para todos los mexicanos.
Significa
también, en un acto de elemental justicia, reconocer la existencia legítima del
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y restituir en sus puestos de trabajo
a todos los afiliados al mismo, ya sea mediante el rescate de la Compañía de
Luz y Fuerza del Centro (CLyFC) o a través
de su integración plena a la CFE.
Por
último, dada la trascendencia de la expropiación petrolera
realizada por el general Lázaro Cárdenas del Río, y para fortalecer las
convicciones nacionalistas y patrióticas de nuestro pueblo, se debe reformar la
Ley Federal del Trabajo para que el 18 de marzo sea declarado como Día de la
Independencia Económica y la Soberanía Nacional, otorgándole la misma
importancia que a otras fechas históricas, como el 16 de septiembre, el 20 de
noviembre o el primero de mayo.
Consecuencias
que tendría la Reforma Energética propuesta por Peña Nieto
Lejos
de mejorar la economía del país y la situación deplorable de 80 millones de
mexicanos, la propuesta de Peña Nieto, cuyo objetivo principal es profundizar
la privatización de PEMEX y de la CFE, traerá como consecuencias despidos
masivos de sus trabajadores; encarecimiento de sus servicios y productos; la
pérdida de los enormes recursos que aporta PEMEX (cerca del 40% del presupuesto
anual), que aún hoy, de una u otra manera son utilizados en beneficio del
pueblo y nos permiten gozar, como país, de cierta estabilidad económica y
social, y de independencia respecto al exterior, que, claro, no es aprovechada
por los neoliberales en el poder en beneficio de la Nación, sino para sus
propios intereses.
En
consecuencia, el incremento de los precios de las gasolinas y de las tarifas
eléctricas repercutiría de manera grave en la inflación y en la carestía de la
vida porque es completamente falso que la “competencia” entre monopolios genere
una disminución en los precios de los productos y servicios, como lo presume el
Gobierno Federal.
Por
otro lado, una industria eléctrica en manos de extranjeros afectaría a la
pequeña y mediana industria nacional e iría dejando a miles de pequeñas
comunidades del país a oscuras, sin este importante servicio, porque a los
monopolios no les resultaría económicamente atractivo ni redituable.
Por
último debemos mencionar que la consecuencia más grave sería que por muchos
años se cerraría la posibilidad para nuestro país de alcanzar realmente un
desarrollo económico con independencia y progreso social pues PEMEX y la CFE son
imprescindibles para lograrlo, por eso deben permanecer y fortalecerse como
empresas estatales.
Unidad para
defender a PEMEX y a la CFE
La
unidad, organización y movilización de la clase trabajadora, de los campesinos,
de los estudiantes, de las mujeres, de los hombres y de todas las fuerzas
progresistas fue fundamental en el logro de la Expropiación Petrolera el 18 de
marzo de 1938.
Esta
misma unidad, organización y movilización se requieren hoy para defender con
éxito a PEMEX y a la CFE, sin excluir a ninguna persona, grupo u organización
por muy pequeña o insignificante que parezca, porque las Reformas Estructurales
impulsadas por el Peña Nieto, y en particular la propuesta de Reforma
Energética y su ya aprobada Reforma Educativa, ponen en verdadero riesgo el
futuro del país, el progreso de los mexicanos, están generando cada vez más
inconformidad y, por tanto, el peligro de que el Estado desate una represión
generalizada y muy violenta, que a nadie conviene.
Recordemos
y aprendamos de la historia de México: en la lucha por nuestra independencia
respecto a España, en la Reforma y en la Revolución Mexicana iniciada en 1910,
por poner tres ejemplos, la violencia armada no fue impuesta por Hidalgo,
Morelos, Juárez, Madero, Villa o Zapata, les fue impuesta por los
colonizadores, por imperios o potencias extranjeras, y por una dictadura
sangrienta de cerca de 30 años.
El
pueblo mexicano no es violento, nunca lo ha sido, nunca eligió la violencia
como estrategia para cambiar su realidad por otra mejor, la violencia siempre
le ha sido impuesta por el Poder, por quienes lo han reprimido y se han opuesto
al verdadero progreso y a la independencia de la Nación.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com