Por
Roberto Escamilla Pérez
“Se necesita ser
muy hombre para no ser violento”
Efraín Huerta.
El
gobierno neoliberal de Peña Nieto ya logró imponer las llamadas “reformas
estructurales”, la energética, la educativa y la laboral, entre otras, que no
son otra cosa que contrarreformas destinadas a favorecer a la gran burguesía
nacional y a las empresas trasnacionales.
Estas
contrarreformas traerán como consecuencia una total dependencia de nuestro país
respecto a la economía norteamericana, el saqueo de nuestros recursos naturales
y la privatización de la tierra, el incremento de la pobreza y la miseria entre
el pueblo mexicano, una inseguridad pública cada vez mayor, y el
fortalecimiento de la delincuencia organizada y su alianza con el poder
público, con el consiguiente aumento de los delitos de todo tipo, incluyendo
ahora los de carácter político, es decir, los que cometerá el Estado mexicano
contra aquellos que no comulguen con las ideas de la secta neoliberal en el
poder.
La ley de
movilidad universal
Sin
embargo, con todo ello aumentará igualmente la inconformidad de una cada vez
mayor cantidad de mexicanos y que se verá expresada en múltiples formas, que
irán desde la que se da a través de las redes sociales o de algunos medios de
comunicación democráticos, hasta la cada vez más organizada que se manifiesta
en las calles.
Esta
es ahora la gran preocupación para Peña Nieto y sus partidos, el Revolucionario
Institucional (PRI) y el Partido (de) Acción Nacional (PAN), y sus satélites, el
Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Verde Ecologista de México (PVEM)
y el Alianza Nacional (PANAL), porque las contrarreformas ya están, pero la
pregunta es: ¿Podrán aplicarlas sin obstáculos? Para esto requieren de la
llamada ley de movilidad universal que el Poder Legislativo está por aprobar.
Esta
ley, mejor conocida como “Ley Antimarchas”, no es más que una legislación de
corte fascista que le permitirá al gobierno neoliberal tener una base “legal”
para reprimir brutalmente y ya sin recato alguno las manifestaciones callejeras
con el pretexto de que afectan los derechos de “terceros”, es decir, de
automovilistas y comerciantes, principalmente, pero en general de quienes en
ese momento no están participando en la concentración, marcha o mitin.
Para
aprobarla, los diputados federales y senadores van a modificar los artículos 11
y 73 de la Constitución de la República. Al artículo 11 le agregarán: “…el
Estado garantizará el derecho de toda persona a la movilidad universal,
atendiendo a los principios de igualdad, accesibilidad, disponibilidad y
sustentabilidad”.
De
aprobarse, esta norma se extenderá a todos los Estados y Municipios del país
gracias a la reforma que harán también al artículo 73 en la que se indicará que
el Congreso está facultado para expedir leyes que establezcan la concurrencia
del Gobierno del Distrito Federal, de los Estados y Municipios en materia de
movilidad universal.
Todos afectamos
a todos
Pero
si de afectar a “terceros” se trata, la realidad es que en la vida cotidiana,
todos perjudicamos a todos, pero es el Gobierno Federal el que más lo hace.
Veamos.
Al
plantarse en el Zócalo, o al manifestarse en las calles y plazas, los inconformes
afectan a “terceros”, argumentan Peña Nieto, el PRI y sus partidos “satélite”, los
monopolios televisivos Televisa y TV Azteca, y los “intelectuales” que les
sirven.
Sin
embargo, cuando el Gobierno Federal, el de la ciudad de México o el de
cualquier Estado o Municipio, presentan sus informes o reciben a dignatarios o
personajes de otros países, organizan el carnaval, una “Feria del Libro”, una
venta de artesanías, una presentación artística, una exposición cultural o
cualquier otro evento, ya sea en el Zócalo, en Paseo de la Reforma o en una
plaza o calle de cualquier ciudad o pueblo: ¿No afectan a “terceros”?
Cuando
la cúpula de la Iglesia católica lleva a cabo peregrinaciones o somos visitados
por el líder de El Vaticano, que recorre en una gran caravana de vehículos las
principales avenidas de una ciudad, ¿no se afecta a “terceros”?
Cuando
se realizan los paseos en bicicleta o los aficionados al fútbol festejan el
triunfo de su equipo o de la Selección Mexicana en el Ángel de la Independencia
o en cualquier otra plaza o calle de cualquier ciudad, ¿no se afecta a
“terceros”?
Cuando
alguna empresa cervecera, o un monopolio televisivo o comercial, realizan por
las principales calles de la ciudad sus “paseos o eventos promocionales” con
bailes y personajes famosos, ¿no afectan a “terceros”?
Cuando
los comerciantes formales o informales sacan sus artículos, o ponen sillas y mesas
en las banquetas y calles para sus clientes, ¿no afectan a “terceros”?
Cuando
una escuela realiza en la calle algún desfile o festival, ¿no afecta a
“terceros”? Cuándo algún padre de familia “tira la casa por la ventana”, cierra
la calle donde vive y hace alguna fiesta por cualquier motivo importante para
él, ¿no afecta a “terceros”?
Hasta
cuando los gobiernos municipales permiten que las calles se llenen de enormes
baches, afectan a miles de “terceros”, porque nos ponen en peligro de ser
atropellados, nuestros vehículos se deterioran más rápidamente o tenemos que caminar
por otras calles con la consiguiente pérdida de tiempo y mayor gasto de
combustible, en caso de contar con automóvil. Cuando realizan obras o modifican
las vialidades pasa exactamente lo mismo.
Se
benefician algunos o muchos, es cierto, quienes, por ejemplo, pueden comprar un
libro, una artesanía, una comida de otro país, o quienes son católicos,
disfrutan de andar en bicicleta, de los carnavales, o quienes les gusta el
fútbol o a personajes famosos para fotografiarlos y pedirles su autógrafo.
Sin
embargo, se afecta a “terceros” sin duda alguna: a comerciantes, a peatones, a
los automovilistas o a quienes no están interesados en esas cosas o simplemente
no pueden adquirirlas porque pertenecen a esos 80 millones de mexicanos pobres
que ni siquiera pueden trasladarse en camión a disfrutar de algún espectáculo
recreativo o cultural porque no tienen dinero para el pasaje de los más de
cuatro miembros de la familia.
¿No
constituye todo lo anterior una violación a la ley de movilidad universal que
el gobierno de Peña Nieto quiere imponer? Y como esto continuará ocurriendo,
entonces resulta lógico pensar que el propósito verdadero de esta ley es
prohibir las marchas, mítines o cualquier tipo de manifestaciones en contra del
gobierno y que éste cuente con las bases “legales” para reprimirlas.
Los “terceros” tolerantes
Pero
esos “terceros” afectados no vamos a quemar los libros o las artesanías, a
ofender a los católicos, no atropellamos a los ciclistas, no vamos a golpear a
los aficionados al fútbol, a patear las mercancías que los comerciantes colocan
afuera de sus establecimientos, o las sillas y mesas que invaden las banquetas
y calles del vecino “enfiestado”, tampoco a entorpecer los eventos y desfiles
de los monopolios televisivos o comerciales.
Los
aceptamos y toleramos simplemente porque somos personas civilizadas, porque
estamos conscientes de la difícil situación económica por la que los mexicanos
atravesamos y porque todos tenemos el derecho que nos brinda la Constitución a
expresarnos libre y pacíficamente, y a ganarnos el pan de cada día, para
nosotros y nuestras familias.
Así que
simplemente tomamos otra calle si alguna está cerrada por esos motivos o
caminamos un poco más, y si llegamos algo tarde a nuestra cita, de cualquier
carácter que ésta sea, no se acaba el mundo.
Somos
pacientes, tolerantes y nos comportamos como seres racionales porque sabemos
que quienes se manifiestan no lo hacen por gusto, sino como último recurso para
defender sus derechos constitucionales y humanos básicos, porque muchas veces es
la única manera de que las autoridades los escuchen.
O tal
vez se manifiestan porque algún hijo, padre, madre, familiar, amigo, vecino o
compañero de escuela o de trabajo está desaparecido, o se encuentra en estado
vegetativo porque algún policía o delincuente lo torturó, le disparó, o porque
fue asesinado, o porque fue degollado o desollado vivo. Por eso respetamos su
derecho a manifestarse. Porque mañana, desgraciadamente, podríamos ser
nosotros.
Los “terceros” intolerantes
Pero a
quienes verdaderamente les afectan las manifestaciones, las que se realizan en
su contra, no a su favor, claro, es a la secta neoliberal en el poder, a la
gran burguesía nacional y al imperialismo norteamericano: estos son los
“terceros” afectados, los “terceros” intolerantes.
Sin
embargo, irónicamente, el gobierno de Peña Nieto y sus antecesores, desde 1982,
iniciando con Miguel de la Madrid Hurtado, debido a sus políticas neoliberales
son los que más han afectado a “terceros”, pues más de 80 millones de mexicanos
viven hoy en la pobreza o en la miseria.
A esos
millones de mexicanos, los gobiernos neoliberales los han afectado negándoles,
desde hace más de 30 años, sus derechos constitucionales a organizarse y a
manifestarse pacíficamente, a la huelga, a la alimentación, a una vivienda
digna, a una educación de calidad y apegada al espíritu del artículo 3º
constitucional, a un empleo, a un salario o ingreso digno y suficiente, a la
recreación, a la cultura, al deporte, a la tranquilidad, a la seguridad pública
y hasta a recibir ayuda suficiente en caso de desastres naturales.
Es
decir, los gobiernos neoliberales han violado los derechos constitucionales de
más de 80 millones de mexicanos durante 30 largos años, y además han sido
intolerantes y represores, y han pisoteado el espíritu mismo de la Constitución
con las contrarreformas que han impuesto, y que tienen a todos los mexicanos y
al país en una situación deplorable.
Los muertos han sido solo de
nuestro lado
Así, en
estos últimos 30 años los únicos tolerantes y dispuestos al diálogo, y a una
lucha civilizada y pacífica, los únicos en recibir los “garrotazos”, hemos sido
los mexicanos pobres, la clase trabajadora, los sindicatos democráticos, los
campesinos, los estudiantes, y los intelectuales y empresarios progresistas,
¡no el Gobierno Federal! Los muertos han sido solo de nuestro lado y por eso
decimos: ¡No a la fascista ley de movilidad universal!
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com
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