Por
Roberto Escamilla Pérez
¡Flojos!
¡Irresponsables! ¡Conflictivos! ¡Violentos! ¡Delincuentes!, son algunos de los adjetivos
que hoy lanzan medios masivos de comunicación como Televisa y TV Azteca en
contra de los maestros o contra quienes se atreven a manifestarse públicamente
en la ciudad de México, o en cualquier otra parte de la República, en defensa
de sus derechos o de los intereses de la nación y del pueblo mexicano.
Sin
embargo, al igual que no podemos apoyar ciegamente a cualquier grupo de
manifestantes y estar de acuerdo con sus métodos y estrategias de lucha,
tampoco debemos condenar “a priori” a quienes se manifiesten públicamente sin
antes estudiar y conocer las razones por las que deciden hacerlo, y porque, si
la situación política, económica y social del país se sigue deteriorando por
culpa de los neoliberales que nos gobiernan, seguramente seremos nosotros
quienes el día de mañana nos veamos obligados a defender nuestros derechos en
la calle porque no nos quede de otra.
Los tres
aspectos del conflicto
El
conflicto magisterial actual se da en el marco de la crisis general y
permanente generada en nuestro país por la aplicación de las políticas
económicas neoliberales desde el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988)
hasta el actual de Peña Nieto con sus reformas educativa y laboral reaccionarias
y abarca tres aspectos principales: el sindical, el laboral y el estrictamente
educativo, todos íntimamente relacionados entre sí.
El sindical
La
crisis de los sindicatos no comenzó con la detención de la maestra Elba Esther
Gordillo, ni mucho menos, inició desde hace ya más de 60 años cuando los
líderes de los principales sindicatos nacionales, como la Confederación de
Trabajadores de México (CTM) con Fidel Velázquez, abandonaron los principios
del sindicalismo revolucionario para convertir a sus organizaciones en
sindicatos blancos, incondicionales del gobierno o apéndices de algunos
partidos políticos.
Los
líderes dieron la espalda a principios tales como la lucha de clases, el
internacionalismo proletario, la democracia y la autonomía sindicales, la
unidad de la clase obrera, y a la participación en las luchas del pueblo y de
la nación, fundamentales para que cualquier organización sindical se mantenga
como una auténtica defensora de los intereses de sus agremiados y de los
trabajadores mexicanos en general.
Lo
anterior trajo como consecuencias el debilitamiento de los sindicatos;
escandalosos niveles de corrupción entre los líderes; intervención en su vida
interna por parte de los patrones, del gobierno a través del Poder Judicial,
específicamente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y de los partidos
políticos; nula o defectuosa democracia interna; división y enfrentamientos al
interior de los mismos y dentro del movimiento sindical en su conjunto; pérdida
paulatina de conquistas laborales históricas; disminución de los salarios y su
aislamiento del resto del pueblo mexicano, entre muchas otras cosas.
El laboral
Afectados
en su nivel de vida, ingresos, prestaciones y derechos en general debido a las
políticas neoliberales, a la crisis en la que se encuentra el movimiento obrero
y a la reforma laboral reaccionaria recientemente aprobada, los maestros se
enfrentan además a las afectaciones que a sus derechos laborales traerá consigo
la reforma educativa privatizadora y antisindical de Peña Nieto, principalmente
en cuanto a su derecho al trabajo y a la estabilidad laboral, pues quedará al
criterio de un organismo gubernamental la permanencia o no de cualquier maestro
en su puesto de trabajo con el pretexto de sospechosas “evaluaciones” a sus
conocimientos y desempeño académico.
De
esta manera, el Gobierno Federal y sus tres partidos, PRI, PAN y PRD, unidos en
el llamado “Pacto por México”, tendrán un magnífico instrumento de presión para
que los maestros y su sindicato acaten las políticas gubernamentales sin ningún
tipo de resistencia u oposición, con la amenaza de que les pase lo mismo que a
“La Maestra”.
El educativo
La
educación en México, como la industria, el campo, el empleo, la salud, la
seguridad pública y la economía en general, está en crisis, una crisis que
tiene que ver con al menos tres aspectos fundamentales: el presupuesto
educativo, su calidad y la orientación de la misma, y los maestros juegan un
papel central en esta situación.
Así,
aunque de acuerdo con datos oficiales, en México se gasta cerca del seis por
ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en educación (incluyendo la pública y
la privada), también es cierto que es de los países miembros de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que invierten menos en
educación por alumno de educación básica, inversión que finalmente no se
refleja en un aumento en la calidad del sistema educativo.
Además,
el promedio de estudio de los mexicanos es de nueve años y de 100 niños que
ingresan a la educación básica, solo 13 se titulan, y de estos pocos, solamente
una minoría obtiene un trabajo más o menos bien remunerado y relacionado con su
profesión, lo que, junto con otros aspectos, da un panorama verdadero de lo mal
que estamos en el renglón educativo.
La
educación se ha privatizado a tal grado que hoy existen dos sistemas educativos
paralelos en México: uno público y otro privado. El primero se aleja cada vez
más del espíritu progresista del artículo 3º constitucional, y el segundo
cuenta con apoyos cada vez más grandes por parte de los gobiernos neoliberales
utilizando recursos públicos y viola permanentemente la Constitución,
especialmente el artículo ya señalado.
¿Qué
tipo de seres humanos debe formar el sistema educativo? ¿Qué clase de
profesionistas y técnicos? ¿Qué tipo de médicos, artistas, psicólogos,
historiadores, sociólogos y filósofos requiere el país? Esto tiene que ver con
la orientación de la educación, y aunque la respuesta está en el propio
artículo 3º constitucional, los neoliberales hacen caso omiso de éste y
orientan sus esfuerzos a “formar” los obreros, técnicos y profesionistas que
requiere el gran capital nacional y extranjero, y una economía subdesarrollada
y dependiente de la norteamericana como la nuestra.
¿Son correctos
los planteamientos y demandas de los maestros inconformes?
Considerando
todo lo anterior, los maestros que se han manifestado en las calles tienen toda
la razón cuando en su programa alternativo plantean demandas como la derogación
de la reforma educativa y de sus leyes secundarias; no al cambio del régimen
laboral del magisterio y respeto a los derechos plasmados en el Apartado B del
Artículo 123 Constitucional, como la estabilidad laboral, plaza base,
inamovilidad, salario remunerativo, etcétera, y su rechazo al Instituto
Nacional de Evaluación Educativa (INEE).
También
es acertado cuando proponen una educación con las características que señala el
texto original del artículo 3º constitucional: pública, laica, gratuita, obligatoria,
integral y científica; la asignación del 12% del PIB a la educación y un debate
nacional sobre la situación de la educación pública y las medidas para
fortalecerla y mejorarla.
Tienen
razón igualmente al asegurar que la reforma educativa propuesta por el gobierno
es para privatizar; que se está imponiendo de manera violenta y conculca o
elimina los derechos del magisterio, y que la educación es una conquista de la
Revolución Mexicana que ellos van a defender.
¿Es acertada su
estrategia de lucha?
Sin
duda alguna, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto fueron impuestos en
la Presidencia de la República por los grupos neoliberales y el imperialismo
norteamericano a través de la violencia, el fraude, la compra de votos, la
presión, la represión, el engaño y violando sistemáticamente la Constitución de
la República, por lo que carecen de la autoridad moral para calificar de
violentos y delincuentes a los maestros y a los trabajadores electricistas, por
ejemplo, y en general a cualquiera que se manifieste en las calles en defensa
de sus derechos.
Sin
embargo, lo anterior no justifica cualquier estrategia de lucha de los maestros
o de otros sindicatos y organizaciones en la defensa de sus legítimos derechos,
aunque casi siempre los que caen en acciones violentas son provocadores
profesionales y ajenos a los manifestantes, o una minoría que no representa la
forma de actuar y de pensar de la inmensa mayoría.
En
primer lugar es necesario que las organizaciones de trabajadores retomen los
principios del sindicalismo revolucionario ya señalados para que empiecen a
sumar victorias y no fracasos, y asuman nuevamente su papel de vanguardia en la
lucha por la defensa de sus derechos, de los del pueblo y de la nación, como lo
hicieran cuando Vicente Lombardo Toledano estuvo al frente del movimiento
obrero.
Asimismo,
sería útil reflexionar acerca de lo que señaló el mismo Lombardo Toledano en el
sentido de que las huelgas no se hacen cada ocho días y en base a ello diseñar
las estrategias adecuadas para no afectar más a la educación pública, para que
los maestros sumen aliados entre los diferentes sectores de la sociedad, y se
ganen la simpatía, el apoyo y la comprensión del pueblo de México respecto a
sus justas demandas, que de hacerse realidad serían en beneficio no sólo de los
maestros, sino del pueblo y de la nación en su conjunto.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com
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