Con
respecto a las privatizaciones, los gobiernos neoliberales reaccionan como los
hombres o las mujeres que son atrapados in
fraganti en el acto de infidelidad y que solo atinan a decir: ¡No es lo que
tú piensas! Cínicamente, los neoliberales traicionan la confianza del pueblo
mexicano todos los días y ante la mirada de todo mundo, y a pesar de ser
atrapados en flagrancia en el delito, repiten y repiten hasta como para
convencerse a sí mismos: ¡No se está privatizando! ¡No se va a privatizar!
Pero…
¿Se está
privatizando o no Petróleos Mexicanos?
Sí, sin duda alguna y a pasos acelerados. El Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994, contiene compromisos
implícitos de privatizar el petróleo y se han aprobado contrarreformas a la Ley
de Energía con este mismo propósito.
La política petrolera de los gobiernos neoliberales, desde 1982, con
Miguel de la Madrid, hasta el actual de Peña Nieto, ha sido equivocada porque
prácticamente se limita a exportar petróleo crudo para aumentar las reservas
estratégicas de nuestros vecinos del norte, en lugar de dar un valor agregado
al petróleo mediante el impulso de la industria petroquímica en manos del
Estado.
La industria
petroquímica
En sucesivos decretos, de octubre de 1986, agosto de 1989, junio de 1991
y agosto de 1992 (claro, en los gobiernos de Miguel de la Madrid y de Salinas),
se redujo, de los 70 productos que integraban la petroquímica básica reservada
exclusivamente al Estado, a 34, 20, 19 y finalmente a ocho, respectivamente,
abriendo así la posibilidad legaloide a la iniciativa privada, nacional y
extranjera, de hacer negocios con esos productos antes reservados al Estado por
su importancia estratégica: económica y política.
De esta manera, la mayoría de la llamada petroquímica secundaria quedó a
disposición plena de los capitales extranjeros, beneficiándose empresas como
CELANESE y CYPSA, subsidiarias de las trasnacionales BAYER y GOETCH; a la ALFA,
de Monterrey, subsidiaria de la DUPONT y de la IMOND INCORPORATED, y a la
MONSANTO. Aparte, PEMEX-Petroquímica, en sus filiales, permite la participación
de particulares hasta en un 49 por ciento del capital.
Reestructuración y
flexibilización laboral
Otro claro signo de la privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX)
tiene que ver con un proceso de reestructuración y flexibilización laboral, que
inició con la detención de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, quien
constituía un obstáculo para los planes neoliberales.
Dicho proceso consiste, entre otras cosas, en el aumento del personal de
confianza en detrimento del sindicalizado, la disminución de salarios y de
prestaciones laborales, y el despido de miles de trabajadores eventuales (30
mil durante el gobierno de Salinas).
Asimismo, se ha generado una reducción de la planta laboral de la
paraestatal, que ha pasado de 200 mil trabajadores en 1981, a menos de la mitad
en la actualidad.
La subcontratación y
el incremento de la ineficiencia, la inseguridad y los accidentes de trabajo
Debido, entre otras causas, a que una cada vez más amplia gama de
trabajos que realizaba PEMEX se han venido subcontratando a empresas privadas
nacionales y extranjeras, a un mayor costo para la nación, se han reducido los
estándares de eficiencia y seguridad, como ya se ha demostrado en los trágicos
accidentes que han tenido lugar en la Sonda de Campeche, en los que han perdido
la vida cientos de trabajadores, y en la reciente explosión ocurrida en la
Torre de PEMEX de la ciudad de México, que dejó varias decenas de muertos y más
de 100 heridos.
Los Contratos de
Servicios Múltiples y otras estrategias
Además, a través de los llamados Contratos de Servicios Múltiples, y de
muchas otras estrategias ilegales de este tipo, se ha favorecido la inversión
ventajosa en nuestra industria petrolera por parte de las trasnacionales
norteamericanas y las de otros países imperialistas, como la Halliburton.
Durante
el gobierno de Miguel de la Madrid, por ejemplo, se privatizó la empresa Hules Mexicanos, filial de PEMEX,
y se desincorporaron otras empresas filiales de la paraestatal, como CODESSA.
Con Salinas
de Gortari, la fracturación de PEMEX en cuatro organismos descentralizados,
PEMEX-Exploración y Producción, PEMEX-Refinación, PEMEX-Gas y Petroquímica
Básica y PEMEX-Petroquímica, con personalidad y objetivos propios, con
autonomía y con la facultad de celebrar convenios con particulares y hasta de
suscribir títulos de crédito, ha sido también fundamental para los propósitos
de su privatización paulatina.
Corrupción tolerada, reducción de su presupuesto y
campañas de desprestigio
Finalmente,
la enorme corrupción al interior de PEMEX, de la que se benefician las empresas
privadas nacionales y extranjeras, la permanente sangría de los recursos que la
paraestatal genera y que la deja sin los necesarios para su sano desarrollo (entre 1983 y principios de 1988 el presupuesto de
inversión de PEMEX se había reducido en casi un 50 por ciento), y la campaña permanente de desprestigio en su contra, todo esto
impulsado desde los propios gobiernos panistas y priistas neoliberales, han
constituido parte importante del plan y la estrategia privatizadora.
¿No se venderá ni un solo clavo de PEMEX?
Así,
aunque los neoliberales hayan dicho que “no se venderá un solo clavo de PEMEX”,
si no se promueve su fortalecimiento y desarrollo, y se continúan otorgando
concesiones a empresas petroleras privadas nacionales y extranjeras, la
paraestatal acabará siendo una empresa obsoleta, sin peso real en la industria
petrolera y quedará nulificada como impulsora del desarrollo nacional
independiente del país.
La punta de
lanza de la estrategia privatizadora
Sin
embargo, la punta de lanza de esta estrategia privatizadora, no sólo de PEMEX,
sino también de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de la industria
eléctrica en general, de la Seguridad Social y de la educación pública,
consiste en la permanente reducción de los presupuestos asignados a ellas, en
la promoción y tolerancia de la corrupción en las mismas por parte de los
gobiernos neoliberales, y en la implementación de campañas de desprestigio en
su contra, todo con el propósito de debilitarlas, hacerlas ineficientes a los
ojos del pueblo mexicano, y así tener los pretextos perfectos y crear las
condiciones para su total entrega a los grandes empresarios nacionales y a las
trasnacionales.
-o-
La detención de
“La Maestra” y la democracia sindical
Por
sus motivaciones, la detención de la dirigente del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, no es un acto de
justicia, sino una advertencia del gobierno de ultraderecha de Peña Nieto
contra los líderes sindicales y sindicatos en general, de lo que deben esperar
si se atreven a contradecirlo aunque sea en lo más mínimo y a obstaculizar sus
planes de privatizarlo todo.
A
raíz de este acontecimiento, ahora resulta que el Poder Legislativo y el Poder
Ejecutivo de la Nación, es decir, los diputados, senadores y Peña Nieto, se han
convertido en los adalides de la democracia sindical.
Sin
embargo, el pueblo mexicano sabe que la verdadera democracia sindical no se
impone desde fuera, sino que es obra y fruto de la lucha y de la labor diaria y
unida de los propios trabajadores en el seno de sus sindicatos.
Lo
que se impone desde fuera, ya sea por los patrones, el gobierno o los partidos
políticos, se asemeja más a un golpe de Estado por las consecuencias nefastas
que genera en la vida interna de los sindicatos, y en los derechos y conquistas
laborales.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com