sábado, 18 de octubre de 2008

NAUFRAGA EL NEOLIBERALISMO, SUS TESIS E INSTITUCIONES.


Por: Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

A mi padre Roberto Escamilla Montiel, por su valor a toda prueba.

Las políticas económicas neoliberales, que precisamente en estos días demuestran su fracaso, justificadas por 26 años con argumentos y un lenguaje anacrónico y demagógico por parte del PAN, del gobierno y de los grupos de derecha al interior de partidos como el PRI y el PRD, tienen al mundo entero y, por supuesto, a México, al borde del abismo.
El barco del neoliberalismo, sus tesis e instituciones naufragan y los responsables de hacerle el último boquete fueron sus propios creadores e impulsores: el gobierno norteamericano y los del resto de países desarrollados, pues violaron los principios básicos del llamado “libre mercado”, como la “libre acción de la Ley de la Oferta y la Demanda” y la “no intervención del Estado en la economía”, dado que han entrado al rescate de los bancos y de la economía capitalista mundial, utilizando para ello el dinero de todos.
Van 700 mil millones de dólares los inyectados por el gobierno norteamericano a su sistema financiero y ya se han anunciado otros millones más para comprar acciones de bancos privados, junto con otras medidas que sólo beneficiarán a la gran burguesía financiera corrupta, derrochadora y especuladora.
Seguirán este ejemplo, como ya lo han anunciado, el resto de países desarrollados, lo mismo que Calderón, que ya inyectó ocho mil 900 millones de dólares para “estabilizar” el peso. ¿No que criticaban a José López Portillo por decir “defenderé el peso como perro? ¿Quiénes son ahora los perros?
Por supuesto, los miles de millones de dólares que en el mundo se repartirán entre los banqueros incapaces y corruptos los pagarán finalmente los pueblos del planeta, principalmente los de los países pobres, pues verán reducidos sus presupuestos (como ya ocurrió en México con 50 mil millones de pesos) para educación, salud, vivienda, servicios básicos, generación de empleos y programas sociales de todo tipo, además de que continuará el encarecimiento de los alimentos, el aumento del desempleo, la quiebra de pequeñas y medianas empresas y disminuirá aún más el poder adquisitivo de los salarios.
Hoy para todos resulta claro que el neoliberalismo fue sólo una estrategia del imperialismo norteamericano para saquear a nuestros países y explotar a nuestros pueblos. ¿Quién se atreverá ahora a salir en su defensa sino los francotiradores a sueldo de la derecha, los cínicos, los sinvergüenzas o los ignorantes?

La congruencia del PAN.

En medio de este panorama una cosa sí hay que reconocerle al Partido (de) Acción Nacional (PAN): ha sido congruente con su origen, objetivos y principios, y fiel hasta la muerte a sus aliados, que son la gran burguesía nacional, el imperialismo norteamericano y el clero político, y por ello tienen hoy al país al borde del abismo.
El PAN nació para combatir a la Revolución Mexicana, a todo lo que signifique progreso, independencia y democracia, y lo ha hecho. Se propuso evitar la intervención del Estado en la economía, quitarle su carácter de tutelar de los derechos de la clase trabajadora, destruir al ejido y crear un régimen policiaco, y lo está logrando.
Además, por ser el principal impulsor de las políticas económicas neoliberales, se mantiene como fiel aliado de los grandes empresarios nacionales, de las trasnacionales y del clero político, en detrimento de los derechos de la clase trabajadora, de los campesinos y del pueblo en general.

Al borde del abismo.

Desde hace 26 años venimos advirtiendo de las nefastas consecuencias que traerían para el mundo y para México el neoliberalismo y la globalización neoliberal, y hoy, desgraciadamente, las estamos viviendo: una profunda crisis económica mundial, la crisis alimentaria y el calentamiento global. La globalización de la crisis, de la destrucción de la naturaleza, de la miseria y del hambre.
Esto se está reflejando en el México moderno con fenómenos que antes eran inimaginables que se dieran, como el crecimiento acelerado de la pobreza y la miseria; el desempleo; la pérdida del poder adquisitivo de los salarios; la enorme cantidad de mexicanos que huyen a los Estados Unidos por hambre; crímenes políticos; violencia, inseguridad y delincuencia extremas; ejecuciones y decapitaciones; actos terroristas como el de Morelia, Michoacán; acciones extremas de protesta como la protagonizada por el líder campesino veracruzano Ramiro Guillén Tapia, quien se inmoló; la protesta de dos jóvenes de la llamada “clase media”, que en su cara le gritaron a Calderón “espurio” y “en México no hay democracia”; y, por último, las manifestaciones de miles y miles de mexicanos en defensa de sus derechos.

¿Quiénes son los responsables?

¿A quién sino al neoliberalismo y a quienes lo promueven podemos culpar de estos fenómenos? Pero el gobierno panista, y los neoliberales en general, pretenden responsabilizar de ellos a todos los mexicanos.
Dicen que “todos somos responsables”. Sí, pretenden repartir entre todos la culpa, las responsabilidades, pero se han negado a un reparto menos injusto de la riqueza entre todos los mexicanos, que somos quienes la producimos. Desde hace 26 años los escuchamos decir que “primero hay que producir la riqueza para después repartirla”, pero el reparto nunca llega, ni llegará, y se ha quedado sólo en unos cuantos encabezados por Carlos Slim, mientras que 70 millones de mexicanos vivimos en la pobreza.
Piden la “unidad de todos los mexicanos”, pero este llamado tiene otro propósito: desacreditar a los inconformes, confundir a los hambrientos, desmovilizar a los obreros y campesinos, y dividir a las fuerzas democráticas y progresistas.
Falsarios. Nunca todos los seres humanos se han unido con algún propósito, ni siquiera contra Hitler la humanidad se unió toda, pues algunos apoyaron a este criminal títere de las trasnacionales alemanas, mientras que la mayor parte de las personas en el mundo, los progresistas y revolucionarios, encabezados entonces por la Unión Soviética, se unieron para luchar contra el imperialismo nazi hasta derrotarlo.
Nunca, en la historia de México, todos los mexicanos nos hemos unido con algún objetivo, ni cuando Maximiliano de Habsburgo quiso establecer un imperio extranjero en México, pues algunos traidores, encabezados por Miramón y Mejía, lo apoyaron, mientras que la inmensa mayoría de mexicanos, no todos, los progresistas y revolucionarios solamente, lucharon al lado de Benito Juárez.
Así, definirse es lo honesto, actuar en base a una ideología o a principios es lo que sacará al país adelante, no escondiéndose bajo una hipócrita neutralidad, no haciendo llamados falsos a la unidad.

¿Errores?

Dicen los neoliberales y sus voceros, que esta crisis financiera se debió a errores, principalmente de George Bush y de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y del actual, Ben Bernanke. Mienten y lo saben.
La crisis del capitalismo, hoy en su última etapa, el imperialismo, proviene de su esencia, son inevitables, permanentes y cada vez más profundas, como hoy se está demostrando, esto debido a que en este sistema se produce para obtener ganancia y no para satisfacer las necesidades de las personas; a la división de clases antagónicas que existe en él, entre propietarios y no propietarios de medios de producción; a que las relaciones capitalistas de producción traban el desarrollo de las fuerzas productivas; a que su producción es caótica, carece de planeación y se rige por la acción de la Ley de la Oferta y la Demanda; y a la existencia de una gran burguesía financiera parasitaria, especuladora y depredadora, auténticos Midas al revés.

La opinión de la extrema derecha.

Por su parte, algunos “teóricos” de la extrema derecha, como Sergio Sarmiento, aseguran que no se debe hacer nada, que el Estado no debe intervenir ni tomar medidas para hacer menos grave la crisis, que el mismo “mercado” ajustará las cosas a su tiempo, que esto lo debemos ver como una “oportunidad” y que ya vendrá la “recuperación”.
Lo que proponen en realidad es que si en la época de “estabilidad macroeconómica” éramos 70 millones de pobres, dejemos que con la crisis lleguemos a 80, que millones más se queden sin empleo, que otros tantos pasen de la pobreza a la miseria, que dos o tres millones de niños mueran por enfermedades relacionadas con la desnutrición y la pobreza, que miles con enfermedades crónicas y graves mueran por faltarles atención médica adecuada, y que cuando lleguemos nuevamente a un periodo de “recuperación”, de “estabilidad”, de “crecimiento”, volvamos a ser 70 millones de pobres, o tal vez un poquito, pero sólo un poquito más, todo esto mientras las riquezas de la gran burguesía financiera parasitaria y especuladora permanecen intocables.

Plan anticrisis de Calderón.

En este contexto, el “plan anticrisis” propuesto por Calderón es absolutamente insuficiente en un país tan dependiente de la economía norteamericana como el nuestro, sin un desarrollo científico y tecnológico propio, sin una industria auténticamente nacional fuerte, con una enorme deuda externa (con los E.U.) e interna cercanas a los 250 mil millones de dólares, con un pueblo con bajo promedio en su nivel educativo y grave analfabetismo, con 70 millones de pobres, y dado también lo profundo de la crisis económica norteamericana y mundial en la que ya nos encontramos.
Además, su propuesta es totalmente contradictoria con su afán enfermizo de continuar con su plan de privatizar Petróleo Mexicanos (Pemex) y, en general, seguir aplicando el neoliberalismo en nuestro país, abonando de esta manera una crisis mucho más profunda. ¿No es el constante aumento al precio de la gasolina prueba suficiente de ello? ¿Con esto se fortalece el mercado interno, el poder adquisitivo del pueblo, que es lo que verdaderamente nos podría proteger de la crisis?

Un plan excluye al PAN

Un verdadero plan anticrisis, duradero y que traería efectos positivos de inmediato, debe excluir al PAN y a Calderón porque éstos son incapaces de proponerlo y mucho menos de aplicarlo, por lo que el primer paso debe ser no darle a este partido ni un solo voto en las próximas elecciones municipales, estatales y federales del 2009, para sacarlo así del poder, desde las comisarías municipales hasta de la Presidencia de la República.
Sin embargo, esto sólo podría lograrse mediante la unidad en la acción de todas las fuerzas democráticas, patrióticas y progresistas, lo que no necesariamente implica unirse en un solo organismo, sino en torno a un programa y a objetivos concretos, defendiéndolos en conjunto y/o cada uno desde su trinchera. Coincidir en posiciones progresistas, es lo importante.
De lograrse, se constituiría un gobierno formado por partidos, organizaciones y elementos progresistas y democráticos; por representantes auténticos de los pequeños y medianos empresarios mexicanos nacionalistas, que realmente piensen en México; por elementos de la clase trabajadora, obreros y campesinos; por representantes de las organizaciones estudiantiles, de intelectuales y profesionistas con mentalidad progresista, etc.
De este tipo de gobierno sólo serían excluidos el PAN y la derecha, los neoliberales en general independientemente del partido al que pertenezcan, quienes durante 26 años han demostrado su incapacidad, su egoísmo y su desprecio por los intereses superiores de la patria y de los mexicanos.
¿Y el programa?, muy fácil. Su elaboración inició en 1910, hace cerca de 100 años, y su esencia se encuentra en la Constitución de la República, en sus artículos 3º, 5º, 27, 123, 130 y otros, anteriores a las contrarreformas salinistas claro, sólo hace falta actualizarlo y detallarlo, y un acercamiento a ello es el programa del Frente Democrático Nacional (FDN) formulado en 1988. ¿Será muy difícil?

En Campeche

Hace ya varios meses nos preguntábamos cuándo se darían cuenta los empresarios campechanos, la inmensa mayoría de ellos pequeños y medianos, de que apoyar al PAN atentaba contra sus propios intereses. ¿Ya habrán reflexionado ante la triste realidad que estamos viviendo? Aún no es tan tarde y el 2009 se acerca.

EL POEMA

EL GOBIERNO COMO ARTISTA

4
Lo que asombra en el artista es la inventiva.
Cuando se escuchan las explicaciones del gobierno sobre la situación se dice: ¡Cómo inventa!
Para la economía el artista sólo guarda desprecio.
Como se sabe, el gobierno desprecia completamente también la economía.
Como es natural, tiene ciertos mecenas poderosos.
Y como todo artista, vive tomando prestado su dinero.

Bertolt Brecht

Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿El fin del capitalismo?
Carlos Elizondo Mayer-Serra


¿Si Bush anda como López Portillo nacionalizando bancos no es una señal incuestionable de que el mundo ya cambió y de que el capitalismo va de salida? ¿No es una contradicción inexcusable que un gobierno de derecha rompa sus dogmas de libre mercado y evite la bancarrota de quienes debieran quebrar por haber tomado riesgos excesivos o simplemente mal administrado su negocio?

Para un marxista que se quedó en los textos de su maestro Karl, lo esperable y deseable era ver que las contradicciones del capitalismo lo hicieran estallar. La quiebra de las automotrices y del sistema bancario, corolario de los excesos del capitalismo salvaje, debería ser el comienzo del fin de un modelo incapaz de dotar de empleo y seguridad a amplios segmentos de la población. Sin embargo, si las predicciones de Marx no se cumplieron es porque desde hace décadas el Estado, tarde o temprano, interviene cuando el mercado falla de forma importante. En otras palabras, un gobierno de derecha prefiere asumir la contradicción de intervenir y rescatar la economía a respetar la ideología y observar cómo las contradicciones del capitalismo llevan a millones de personas a la quiebra o al desempleo.

En una crisis tan severa como ésta, que ha mostrado graves fallas en el mercado, las intervenciones gubernamentales explican que no haya quebrado el sistema bancario de la mayor parte del mundo desarrollado. Algunas de las empresas en el sector tienen tal proporción de capital proveniente del gobierno de Estados Unidos que por momentos parece que Bush se inspiró en Chávez.

Sin embargo, es un error pensar que existe alguna similitud entre las políticas de ambos presidentes. La inyección de capital ha sido voluntaria para las instituciones financieras. Es decir, la pueden rechazar si prefieren enfrentar por sí mismas la crisis. Sin embargo, por más requisitos que involucre el dinero público, las empresas aceptan el dinero porque es mejor que irse a la quiebra. La administración de las instituciones rescatadas no ha cambiado y siguen siendo empresas privadas que elegirán, si lo desean, nuevos directores. Si las empresas intervenidas se recuperan, como es lo más probable, podrán pagar de regreso el capital prestado por el gobierno.

Como dijo Keynes, hay que salvar al capitalismo de los capitalistas. Lo que estamos viendo es un activo esfuerzo del gobierno por rescatar al capitalismo, aunque por momentos este esfuerzo sea errático, discrecional y contradictorio (¿por qué a Lehman sí se le dejó morir y a Citi no?). El rescate es caro fiscalmente y opuesto a la retórica liberal dominante hasta hace poco, pero mucho más barato que simplemente ver cómo se ajustan los mercados dejando en la bancarrota a las miles de víctimas involuntarias del capitalismo. Los gobiernos ya vieron esa película después de la crisis financiera de 1929 y ya saben las terribles consecuencias que implica.

Quienes pensaban que Obama sería algo así como el santo socialdemócrata que le daría un giro de fondo al capitalismo anglosajón se van a decepcionar. Su equipo económico está formado por ex funcionarios de la era de Clinton bastante ortodoxos, aunque serán más proclives a regular que antes. La propia población (60 por ciento, según la última encuesta de Gallup) afirma que el gobierno entrante debe preocuparse más por regular que por rescatar a las instituciones financieras.

Parafraseando nuevamente a Keynes, cuando los acontecimientos cambian se cambian las políticas. Durante algún tiempo habrá más Estado, como ya lo hay en materia bursátil, como consecuencia de la crisis de Enron de hace unos años. Como sucedió en el pasado, veremos con el tiempo que el gobierno también falla por exceso de regulación o mala administración en los activos que controla y es entonces cuando el ciclo vendrá de regreso. En el camino, espero, esta mayor intervención servirá para enfrentar las profundas desigualdades que dejó el modelo desregulador.

Para México el reto es aprender de los errores de regulación en el sector financiero que se vieron tanto en el modelo más liberal de Estados Unidos y Gran Bretaña como en el más intervencionista de Alemania, pero no curiosamente en el de Canadá o España que optaron por mayor prudencia. México está lejos de ser un país desregulado y con poca intervención estatal que ahora le toca regular más y ampliar su sector público.

La crisis muestra el daño que hacen los excesos ideológicos, pero no hay que olvidar que todas las ideologías hacen daño, tanto las liberales como las estatistas extremas. Los países que la están librando mejor son los que fueron pragmáticos y con agencias regulatorias fuertes, pero acotadas. Si más Estado significa hacer crecer nuestro sobre-regulado e ineficiente gobierno, es mejor no hacer nada. Si más Estado es regular sólo lo importante y de manera adecuada, asegurando que nadie quede fuera del brazo regulador del gobierno por estar bien conectado, bien organizado, o en posibilidades de ampararse, si más Estado implica tener una administración pública más efectiva, aunque obligue a hacer trabajar más a los burócratas consentidos, entonces sí es el momento de repensar cómo podemos aprender de la crisis para tener un gobierno más capaz de regular adecuadamente.

Correo electrónico: elizondoms@yahoo.com.mx