lunes, 30 de noviembre de 2015
La Revolución Mexicana, ellos y nosotros.
Por
Roberto ESCAMILLA PÉREZ
Ignorada,
incomprendida, calumniada y traicionada, esto es lo que hoy ocurre con la
Revolución Mexicana iniciada en 1910, de la cual celebramos ya sus 105 años,
muchos para un ser humano, pero pocos para un proceso social que, sin duda, nos
habrá de llevar a estadios superiores de existencia y de bienestar para el
pueblo y la nación, porque a la afirmación de sus detractores en el sentido de
que ha muerto, podríamos responder con el conocido y antiguo refrán: “Los
muertos que vos matáis gozan de cabal salud”.
La Revolución
Mexicana
La
Revolución Mexicana no ha muerto ni morirá porque es más que una empresa del
Estado, que una escuela o un hospital público, que una dependencia de gobierno,
que un Presidente, e inclusive más que una ley o que la propia Constitución de
la República.
La
esencia de ella son sus principios y el camino que trazó, que nuestro país
deberá recorrer completo tarde o temprano, porque así como una persona no puede
transitar de niño a la etapa adulta sin pasar por la juventud, México no puede,
por las leyes que rigen el desarrollo de toda sociedad, alcanzar etapas superiores
de desarrollo sin lograr todos los objetivos que se propuso dicho movimiento
revolucionario. La Revolución Mexicana es, pues, una necesidad histórica. Es,
por tanto, inevitable.
El
maestro Vicente Lombardo Toledano, gran filósofo, y genial dirigente obrero y
político, definió a la Revolución Mexicana como una revolución antifeudal,
democrático-burguesa, popular y antimperialista.
La
nuestra, señaló, fue una auténtica revolución porque hizo transitar a nuestro
país del régimen feudal al capitalista, y aunque fue encabezada por la
burguesía naciente, en ese momento revolucionaria, participaron en ella la
clase obrera, los campesinos, peones e indígenas, lo que le dio el carácter de
popular.
Además,
afirmó, fue una revolución antimperialista como respuesta, primero, a la larga
historia de agresiones por parte de potencias extranjeras que México tuvo que
sufrir y, en segundo lugar, por el saqueo de nuestros recursos naturales y la
explotación de que fuimos objeto por parte de las empresas trasnacionales
durante decenas de años, y a la que había que ponerle un alto para alcanzar un
desarrollo económico independiente y el bienestar del pueblo mexicano.
La
Revolución Mexicana, precisó Lombardo, se propuso tres objetivos: el logro de
la independencia económica y política nacional, la ampliación del régimen
democrático y el mejoramiento constante del nivel de vida del pueblo. Estos
constituyen a su vez sus tres principios fundamentales, junto con el postulado
“Nacionalizar es descolonizar”, hecho por Vicente Lombardo Toledano al resumir
el camino trazado para México por este movimiento revolucionario.
Nosotros
Por
todo lo anterior, los beneficios que a nosotros,
al pueblo de México, nos trajo la Revolución Mexicana fueron enormes. De ser un
pueblo con un promedio de vida de menos de 40 años, pasamos a uno de 75. Alrededor
de las cientos de empresas del Estado que se crearon, surgió una fuerte
industria nacional en manos de la burguesía mexicana.
Gracias
a las mismas empresas del Estado, y a las nacionalizaciones de la industria
petrolera y eléctrica, entre muchas otras, el país avanzó a pasos agigantados
por el camino de la independencia económica y política, además de crearse
empleos dignos, con buenos salarios, con el consiguiente mejoramiento de
nuestro nivel de vida.
La
destrucción de los latifundios, el reparto de tierras, la creación del Ejido,
los sistemas de riego y los apoyos al campo, incrementaron la producción de
alimentos y elevaron el nivel de vida de los campesinos.
Con
la educación pública, laica y gratuita, garantizada por el artículo 3º constitucional,
y la creación de miles de escuelas primarias, secundarias, de nivel medio
superior y superior, millones de mexicanos lograron tener acceso a la educación
y a la cultura.
La
Seguridad Social, junto con instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los
trabajadores del Estado (ISSSTE), permitieron la atención integral de la salud
de millones de mexicanos, quienes además alcanzaron el derecho a una pensión, a
incapacidades por enfermedad o accidentes de trabajo, a guarderías, y apoyos de
diversos tipos como para matrimonio y defunciones, etcétera.
El
artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo permitieron a la clase
trabajadora del país elevar su nivel de vida y hacer realidad sus legítimos
derechos a la huelga, a organizarse en sindicatos, a tener contratos colectivos
de trabajo, a la jornada laboral de ocho horas, a un día de descanso
obligatorio, a vacaciones, reparto de utilidades, aguinaldo, atención médica,
etcétera.
Asimismo,
la mujer obtuvo el derecho al voto y se dio paso a la etapa de los partidos
políticos, surgiendo las diputaciones plurinominales o de representación
proporcional que permitieron que partidos de izquierda, como el Popular
Socialista (PPS) y el Comunista Mexicano (PCM), obtuvieran su registro, y voz y
voto en el Poder Legislativo, constituyendo esto un gran avance en cuanto a la
ampliación del régimen democrático.
En
fin que, con la Revolución Mexicano avanzando, el país se encaminó por la ruta
del desarrollo económico, político y social, fortaleciendo su industria, y su
independencia económica y política, el pueblo elevó considerablemente su nivel
de vida y se amplió el régimen democrático.
Ellos
Pero
entonces, en 1982, vinieron ellos,
los neoliberales priistas, y se hicieron del poder, y junto con la derecha
tradicional, el Partido Acción Nacional (PAN), desde dentro de las
instituciones iniciaron, como un virus, la destrucción sistemática de las
mismas y de todo lo alcanzado por nuestra Revolución, apoyados por el
imperialismo norteamericano y sus empresas trasnacionales, por la gran
burguesía nacional, el clero político y por los monopolios de la información.
Desde
esa época, ellos, que ya nada tenían
que ver con quienes encabezaron la Revolución Mexicana, obedeciendo los
dictados del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI),
organismos financieros del imperialismo norteamericano, iniciaron con la
privatización, venta y desmantelamiento de las empresas estatales, y firmaron
con los Estados Unidos y Canadá un Tratado de Libre Comercio (TLC), que lo
único que ha provocado es la destrucción de la industria nacional, una mayor
dependencia respecto a la economía norteamericana, desempleo, hambre y miseria
para el pueblo mexicano.
Ellos destruyeron los
ejidos y reformaron a su favor los artículos fundamentales de la Constitución,
como el 3º, 27, 123 y 130, y leyes enteras como la Federal del Trabajo y la del
IMSS, echando abajo derechos importantes de la clase trabajadora logrados a
base de la sangre de millones de mexicanos, y privatizando inclusive las
pensiones de los trabajadores con las Administradoras de Fondos para el Retiro
(Afores).
En
la actualidad, ellos están dando los
últimos toques a su obra maestra con la entrega del petróleo a los monopolios
trasnacionales y la privatización de la industria eléctrica, el
desmantelamiento de la educación pública, laica y gratuita, y la privatización
de la Seguridad Social, destruyendo y saboteando, desde dentro, al IMSS y al
ISSSTE, con el objetivo de lograr el respaldo del pueblo mexicano para su
privatización, táctica que les ha sido de mucha utilidad cuando de entregar
nuestras empresas y recursos naturales a los extranjeros y a los grandes ricos
mexicanos se trata.
Asimismo,
actualmente ellos dominan en el
Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación, gracias a que han
construido un régimen bipartidista (PRI-PAN) disfrazado de tripartidismo, arrebatando
toda posibilidad de participación a los auténticos partidos de la clase obrera,
valiéndose para esto de su poder económico, político y propagandístico.
¿Cuáles
han sido los resultados de esta política a la que nosotros llamamos neoliberal?
Dependencia económica, sumisión del gobierno mexicano a los dictados de los
Estados Unidos, destrucción de la economía nacional, desempleo, pobreza,
miseria y enfermedades, un régimen bipartidista antidemocrático al estilo
norteamericano, y una violencia e inseguridad pública nunca antes vistas y que
jamás habíamos imaginado ni en nuestras peores pesadillas. Y ellos son los responsables.
Ser
revolucionario
Entonces,
como ya lo explicamos, la Revolución Mexicana, sus principios y el camino
trazado por ella, están más vivos y tienen más vigencia que nunca, por eso hoy
no se puede ser de izquierda e ignorar a la Revolución Mexicana, no se puede
proponer una nueva Constitución sin basarla en sus principios, si es que se
quiere avanzar y no retroceder, o sumergir a nuestro pueblo en la confusión y
en el caos.
Tampoco
se puede ser de izquierda, demócrata o progresista, si no se lucha contra el
neoliberalismo de manera congruente, clara y desde la trinchera en la que cada
uno se encuentre: en un partido, en un sindicato, en una organización social,
estudiantil, profesional, de mujeres, juvenil o popular.
El
destino de México depende y está indisolublemente ligado a la Revolución
Mexicana, pero para retomar su camino necesitamos igualmente abrevar en el
ejemplo de quienes lucharon en la misma, construyendo un gran Frente Nacional
Democrático y Patriótico que una en la acción a todos los mexicanos y
organizaciones de izquierda, democráticas, progresistas y antimperialistas,
para sacar del poder a ellos, a los
neoliberales, y a la derecha, con un programa para nosotros, adecuado a las condiciones actuales, y que proponga soluciones
viables a los grandes problemas del pueblo y de la Nación.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Un gran Frente Nacional Democrático y Patriótico para derrotar a los neoliberales.
Por
Roberto ESCAMILLA PÉREZ
La
política es una ciencia, es la ciencia de la transformación de la realidad en
otra mejor. Es una ciencia que requiere del conocimiento de todas las demás, sin
excepción. La política no es, por tanto, un arte o un artificio, mucho menos
una manera de hacerse de riquezas, como quienes han deformado su práctica la entienden.
Si
aplicamos la política como una ciencia, nos enseña que la sociedad humana se
rige por leyes que determinan su desarrollo; que nada es estático, que todo
cambia; que el cambio, al final, siempre es en el sentido del progreso; que
ocurre independientemente de nuestros deseos, y que el papel y la importancia
del hombre en este sentido consiste únicamente en acelerar estos cambios
dependiendo de su manera de accionar en la sociedad.
También
nos dice que la sociedad humana ha transitado por diferentes etapas, pasando de
la comunidad primitiva al esclavismo, después al feudalismo, al capitalismo, y
a la fase superior de éste, el imperialismo, y, finalmente, al socialismo.
Que
en sus orígenes, la sociedad no estuvo dividida en clases sociales, en explotados
y explotadores, que esta división surgió con el esclavismo y que persiste hasta
ahora en la mayor parte del planeta.
Las raíces
históricas del Frente Nacional Democrático y Patriótico
Asimismo,
la realidad, y la experiencia histórica de México y del mundo, nos han enseñado
que cuando los explotados, los pobres, los que padecen injusticias, y los
mejores hombres y mujeres de una sociedad determinada, se unen, se organizan y
actúan, los cambios y las transformaciones en el sentido del progreso se producen.
En
México así ha sido siempre: nuestra independencia respecto a España fue gracias
a la acción conjunta de sectores que, a pesar de sus discrepancias, anhelaban
por sobre todas las cosas dicho objetivo, y así fue que lucharon juntos,
criollos, mestizos, indígenas, mulatos, artesanos, intelectuales y esclavos.
En
la Revolución Mexicana ocurrió lo mismo: contra la dictadura terrateniente
porfirista se unieron en un solo frente, la burguesía en ascenso, intelectuales
de izquierda, obreros, campesinos, peones e indígenas, todos ellos explotados,
empobrecidos, reprimidos, discriminados o hechos a un lado por el dictador.
Dos
ejemplos más ilustran de manera muy clara que la unidad y la acción conjunta
del pueblo y de sus fuerzas progresistas contra un enemigo común y por
objetivos comunes, es siempre exitosa: uno es la Expropiación Petrolera de
1938, que se logró gracias al frente común formado por el gobierno
revolucionario encabezado por el general Lázaro Cárdenas y la clase obrera
dirigida por Vicente Lombardo Toledano, a los que se unieron campesinos,
empresarios e intelectuales progresistas y revolucionarios, así como las
mujeres y la juventud mexicana, y sus organizaciones representativas.
El
otro ejemplo es la derrota infringida a Hitler, al eje Berlín-Roma-Tokio, por
parte de los aliados, incluidos entre ellos a los Estados Unidos y la Unión
Soviética, adversarios ideológicos irreconciliables, que, sin embargo,
olvidaron en esa etapa sus diferencias para luchar contra un enemigo común y
más peligroso en ese momento histórico: el fascismo.
¿Qué es el
Frente Nacional Democrático y Patriótico?
¿Qué
significa todo ello? Que la unidad de las fuerzas democráticas, patrióticas y
progresistas en un solo frente es una línea estratégica y táctica exitosa,
comprobada e imbatible, y que constituye el mejor instrumento del que los
mexicanos de hoy podemos y debemos echar mano para cambiar el rumbo de nuestro
país y expulsar del poder a los neoliberales, que están sumiendo en la miseria
y en el sufrimiento a millones de mexicanos, y que entregan nuestras riquezas
en manos de las trasnacionales.
¿Qué
es el Frente Nacional Democrático y Patriótico, por llamarlo de alguna manera,
y qué se necesita para formarlo? Es la unidad en la acción de todos los
mexicanos y mexicanas progresistas y revolucionarios, y sus organizaciones
representativas, que, aunque con discrepancias, tengan hoy como objetivo
fundamental parar en seco la aplicación de la política económica neoliberal que
tanto daño ha hecho al pueblo y al país, y expulsar del poder a los
neoliberales para formar un gobierno de nuevo tipo en el que estos no tengan
cabida, y de esta manera lograr que el pueblo mexicano eleve su nivel de vida
de manera constante, y nuestro país alcance el verdadero desarrollo económico y
su independencia.
Para
formar un Frente de este tipo se requiere voluntad, para concentrarnos en lo
que nos une, no en lo que nos divide; respeto, para que la independencia,
decisiones e integridad de cada organización se mantengan; humildad, para
reconocer que nadie es propietario de la verdad absoluta, para escuchar a los
demás, combatiendo el sectarismo y la soberbia, que dividen; trabajo, para
reconocer que no todos podemos ser líderes, pero que todos somos importantes en
esta lucha, desde el más humilde ciudadano o militante, hasta el más encumbrado
intelectual, o dirigente político o social; y honradez, para hacer la
diferencia y ser ejemplo ante todo el pueblo mexicano.
¿Cuál es su
importancia y objetivo?
El
éxito en la lucha por nuestro desarrollo económico, por la independencia
nacional, contra las privatizaciones, por la salud, el empleo, la educación,
por un mejor salario, por la democracia, por el respeto a las conquistas
obreras, por los campesinos y pescadores, por la libertad de expresión, etcétera,
depende de que logremos la unidad de los mexicanos y sus organizaciones en un
solo Frente Democrático y Patriótico, que enarbole un programa encaminado a dar
respuesta a los más sentidos anhelos del pueblo.
Esta
debe ser la mayor preocupación de todo mexicano que se precie de progresista y
a esta labor deben dirigirse todos nuestros pensamientos, preocupaciones y
esfuerzos, y sin protagonismos ni ambiciones personales y desmedidas de ningún
tipo, tender una mano fraternal y sincera a todos los mexicanos y sus
organizaciones, para lograr, juntos, la unidad de las fuerzas democráticas y
progresistas en un solo frente, poniendo por encima de todo el interés de la
patria y del pueblo mexicano.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)