Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.
“Después del fusilamiento del archiduque Maximiliano de Habsburgo, quizás ningún otro acto del pueblo mexicano haya conmovido tanto la opinión europea como la expropiación petrolera”, VLT.
La expropiación petrolera ha sido una de las pocas medidas políticas tomadas en México que no solo conmovió a América Latina y al Continente Americano, sino que llamó la atención de todos los países del mundo, dándonos a conocer como un pueblo con voluntad, capaz de defender nuestra dignidad y soberanía.
Sin embargo, aunque en México hablamos mucho sobre el tema del petróleo, poco lo hacemos acerca de la expropiación petrolera, y cuando los intelectuales hablan de ésta, dicen muchas mentiras, o verdades a medias, o abordan el tema de tal manera que nada aportan de positivo al debate nacional que se debería dar sobre este asunto del mayor interés para todos los mexicanos.
¿A quién afectó la expropiación petrolera?
A los monopolios trasnacionales norteamericanos, ingleses y holandeses. Durante la dictadura de Porfirio Díaz eran tres las compañías dueñas del petróleo en nuestro país: la Royal Dutch Shell, de capital inglés y holandés, propietarios de “El Águila”, y la norteamericana Standard Oil, propietaria de la Huasteca Petroleum y Mexican Gulf, a las que el dictador había dado todas las ventajas para extraer nuestro petróleo y explotar la mano de obra barata de los mexicanos.
Además, por increíble que parezca, el buenazo de Porfirio Díaz no les cobró un solo centavo de impuestos en 10 años, cuando México era el segundo o tercer país petrolero en el mundo, y, para colmo, les había otorgado concesiones libres de impuestos por 99 años. Tal era el entreguismo del dictador.
¿Por qué se expropió la industria petrolera?
Porque fue parte del programa de la Revolución Mexicana iniciada en 1910. Este programa quedó plasmado en su parte esencial en la Constitución de 1917 y sus posteriores reformas progresistas, donde se expresa la necesidad histórica del pueblo y de la nación mexicana, como la tienen todos los pueblos del mundo, de lograr su independencia económica y política, además de su progreso material constante e ininterrumpido.
Pero lo que la motivó en ese momento histórico fue la provocación constante de las compañías petroleras contra el gobierno mexicano, su negativa a reconocer a los sindicatos que se habían organizado en Veracruz y Tamaulipas, y en otras zonas del país; su labor sistemática de sabotaje a todo acto del gobierno tendiente a servirse de la industria petrolera como de una industria nacional; su actitud de pagar guardias blancas para proteger sus intereses en contra de la Revolución; su oposición a firmar contratos de trabajo con los trabajadores; su negativa a pagar impuestos y, en fin, el saqueo de nuestro petróleo sin ningún beneficio para México.
Asimismo, la expropiación era también urgente y necesaria debido a que existía una gran diferencia entre los salarios de los trabajadores mexicanos y extranjeros, aun cuando realizaran el mismo trabajo, además de que los nacionales laboraban jornadas extenuantes de más de ocho horas diarias, en condiciones inseguras e insalubres, y sin ninguna prestación.
¿Quiénes fueron sus protagonistas?
El general Lázaro Cárdenas del Río y Vicente Lombardo Toledano. El 18 de marzo de 1938, hace 74 años, después de una lucha tenaz de los trabajadores petroleros por sus derechos, encabezados por Vicente Lombardo Toledano, en ese entonces líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de la que también fue su fundador, un problema laboral se transformó en un conflicto entre el imperialismo norteamericano y la nación mexicana, que se resolvió a través de la expropiación petrolera, medida extraordinariamente visionaria y nacionalista tomada por el general Lázaro Cárdenas del Río, entonces presidente de la República.
Es decir, fue la clase trabajadora mexicana, el pueblo de México, encabezado por Vicente Lombardo Toledano, y el presidente Lázaro Cárdenas, los verdaderos protagonistas de esta gesta histórica.
Sin el apoyo de la clase obrera organizada, consciente, unida y movilizada, dirigida genialmente por Vicente Lombardo Toledano, Lázaro Cárdenas, a pesar de su gran convicción nacionalista, no hubiese podido llevar a cabo un acto de tanta trascendencia como la expropiación petrolera, pero, por otra parte, sin un presidente con la estatura histórica como la que tuvo el general Lázaro Cárdenas, la expropiación tampoco hubiese sido posible.
¿A quién benefició la expropiación petrolera?
A México y a todos los mexicanos. La expropiación petrolera ha sido el acto que más impulso ha dado a la Revolución Mexicana iniciada en 1910, porque a partir de ella se crean las bases materiales para lograr un desarrollo económico, político y social verdaderamente independiente y soberano de nuestra nación.
Petróleos Mexicanos (PEMEX) ha sido pilar fundamental de la economía de nuestro país aportando enormes recursos para las finanzas del Estado mexicano (cerca del 35% del presupuesto de egresos anual), ha sido impulsor de la industria nacional y, por tanto, generador de empleo, y promotor del mejoramiento del nivel de vida de los mexicanos.
Sin embargo, el mayor aporte que ha hecho PEMEX a la nación es el haber consolidado nuestra independencia económica, lo que permitió a los distintos gobiernos mexicanos, hasta el de José López Portillo, resistir a las presiones del imperialismo norteamericano en su afán de plegarnos a su política guerrerista e intervencionista, manteniéndonos soberanos en nuestra política interna y con una política exterior que, hasta antes de la llegada al poder de los neoliberales y del Partido Acción Nacional (PAN), fue digna e independiente, ejemplo para el mundo.
¿Se está privatizando PEMEX?
Sí, sin duda alguna y a pasos acelerados. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994, contiene compromisos implícitos de privatizar el petróleo y se han aprobado contrarreformas a la Ley de Energía con este mismo propósito.
La política petrolera de nuestros gobiernos federales, especialmente desde la llegada al poder de los neoliberales en 1982, ha sido equivocada por el hecho de limitarse a exportar petróleo crudo para aumentar las reservas estratégicas de nuestros vecinos del norte, y no darle valor agregado al petróleo impulsando nuestra industria petroquímica.
En sucesivos decretos, de octubre de 1986, agosto de 1989, junio de 1991 y agosto de 1992 (claro, en los gobiernos de Miguel de la Madrid y de Salinas de Gortari), se redujo de 70 productos que integraban la petroquímica básica, reservada exclusivamente al Estado, a 34, 20, 19 y finalmente a ocho, respectivamente, abriendo así la posibilidad legal a la iniciativa privada, nacional y extranjera, de hacer negocios con esos productos antes reservados al Estado por su importancia estratégica, económica y política.
De esta manera, la mayoría de la llamada petroquímica secundaria quedó a disposición plena de los capitales extranjeros, beneficiando a empresas como CELANESE y CYPSA, subsidiarias de las trasnacionales BAYER y GOETCH; a la ALFA, de Monterrey, subsidiaria de la DUPONT y de la IMOND INCORPORATED, y a la MONSANTO, todas relacionadas a la petroquímica. Aparte, PEMEX-Petroquímica, en sus filiales, permite la participación de particulares hasta en un 49 por ciento del capital.
Otro claro signo del proceso privatizador de PEMEX es la reducción de su planta laboral, que ha pasado de 200 mil trabajadores en 1981, a menos de la mitad en la actualidad, debido a que una cada vez más amplia gama de trabajos que realizaba PEMEX se han venido subcontratando a empresas privadas nacionales y extranjeras, seguramente a un mayor costo para la nación, reduciéndose su eficiencia y la seguridad, como ya se ha demostrado en los trágicos accidentes que han tenido lugar en la Sonda de Campeche, en los que han perdido la vida cientos de trabajadores.
A través de los llamados Contratos de Servicios Múltiples, y de muchas otras medidas de este tipo, se ha favorecido la inversión ventajosa de trasnacionales norteamericanas y de otros países desarrollados, como la Halliburton.
¿Qué hacer?
Lombardo Toledano decía que una cosa es expropiar y otra nacionalizar, que la expropiación, que puede llevarse a cabo contra capitales nacionales o extranjeros, es una acción concreta y única, a través de un decreto y de la indemnización o no al capitalista, pero que la nacionalización es un proceso que consiste en poner lo expropiado al servicio del pueblo y de la nación.
Así, podemos ver que tanto en la expropiación como en la nacionalización del petróleo se están dando retrocesos dramáticos a partir del ascenso al poder de los neoliberales en 1982 y de los panistas en el 2000, con las graves consecuencias que ya estamos viviendo en cuanto a la pérdida de independencia y soberanía de la nación, y al escandaloso aumento de la pobreza, de la delincuencia y de la inseguridad pública.
Sin embargo, creer que esta situación puede cambiar mientras el PAN o los neoliberales gobiernen, es verdaderamente un sueño guajiro, es pedirle peras al olmo.
Mientras ellos gobiernen, el peligro de que PEMEX desaparezca por completo será cada vez mayor dada la negativa política económica y petrolera que aplican, y debido a los elevados niveles de corrupción al interior de la paraestatal y del Gobierno Federal.
El pueblo mexicano tendrá en sus manos el uno de julio de este 2012, con su voto, no solo el futuro de PEMEX, sino el de la nación en su conjunto. Somos optimistas y sabemos que sabrá decidir correctamente, pero debemos estar pendientes de que su voluntad se respete y de que la contienda electoral se desarrolle con pleno apego a la Constitución de la República.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com/
“Después del fusilamiento del archiduque Maximiliano de Habsburgo, quizás ningún otro acto del pueblo mexicano haya conmovido tanto la opinión europea como la expropiación petrolera”, VLT.
La expropiación petrolera ha sido una de las pocas medidas políticas tomadas en México que no solo conmovió a América Latina y al Continente Americano, sino que llamó la atención de todos los países del mundo, dándonos a conocer como un pueblo con voluntad, capaz de defender nuestra dignidad y soberanía.
Sin embargo, aunque en México hablamos mucho sobre el tema del petróleo, poco lo hacemos acerca de la expropiación petrolera, y cuando los intelectuales hablan de ésta, dicen muchas mentiras, o verdades a medias, o abordan el tema de tal manera que nada aportan de positivo al debate nacional que se debería dar sobre este asunto del mayor interés para todos los mexicanos.
¿A quién afectó la expropiación petrolera?
A los monopolios trasnacionales norteamericanos, ingleses y holandeses. Durante la dictadura de Porfirio Díaz eran tres las compañías dueñas del petróleo en nuestro país: la Royal Dutch Shell, de capital inglés y holandés, propietarios de “El Águila”, y la norteamericana Standard Oil, propietaria de la Huasteca Petroleum y Mexican Gulf, a las que el dictador había dado todas las ventajas para extraer nuestro petróleo y explotar la mano de obra barata de los mexicanos.
Además, por increíble que parezca, el buenazo de Porfirio Díaz no les cobró un solo centavo de impuestos en 10 años, cuando México era el segundo o tercer país petrolero en el mundo, y, para colmo, les había otorgado concesiones libres de impuestos por 99 años. Tal era el entreguismo del dictador.
¿Por qué se expropió la industria petrolera?
Porque fue parte del programa de la Revolución Mexicana iniciada en 1910. Este programa quedó plasmado en su parte esencial en la Constitución de 1917 y sus posteriores reformas progresistas, donde se expresa la necesidad histórica del pueblo y de la nación mexicana, como la tienen todos los pueblos del mundo, de lograr su independencia económica y política, además de su progreso material constante e ininterrumpido.
Pero lo que la motivó en ese momento histórico fue la provocación constante de las compañías petroleras contra el gobierno mexicano, su negativa a reconocer a los sindicatos que se habían organizado en Veracruz y Tamaulipas, y en otras zonas del país; su labor sistemática de sabotaje a todo acto del gobierno tendiente a servirse de la industria petrolera como de una industria nacional; su actitud de pagar guardias blancas para proteger sus intereses en contra de la Revolución; su oposición a firmar contratos de trabajo con los trabajadores; su negativa a pagar impuestos y, en fin, el saqueo de nuestro petróleo sin ningún beneficio para México.
Asimismo, la expropiación era también urgente y necesaria debido a que existía una gran diferencia entre los salarios de los trabajadores mexicanos y extranjeros, aun cuando realizaran el mismo trabajo, además de que los nacionales laboraban jornadas extenuantes de más de ocho horas diarias, en condiciones inseguras e insalubres, y sin ninguna prestación.
¿Quiénes fueron sus protagonistas?
El general Lázaro Cárdenas del Río y Vicente Lombardo Toledano. El 18 de marzo de 1938, hace 74 años, después de una lucha tenaz de los trabajadores petroleros por sus derechos, encabezados por Vicente Lombardo Toledano, en ese entonces líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de la que también fue su fundador, un problema laboral se transformó en un conflicto entre el imperialismo norteamericano y la nación mexicana, que se resolvió a través de la expropiación petrolera, medida extraordinariamente visionaria y nacionalista tomada por el general Lázaro Cárdenas del Río, entonces presidente de la República.
Es decir, fue la clase trabajadora mexicana, el pueblo de México, encabezado por Vicente Lombardo Toledano, y el presidente Lázaro Cárdenas, los verdaderos protagonistas de esta gesta histórica.
Sin el apoyo de la clase obrera organizada, consciente, unida y movilizada, dirigida genialmente por Vicente Lombardo Toledano, Lázaro Cárdenas, a pesar de su gran convicción nacionalista, no hubiese podido llevar a cabo un acto de tanta trascendencia como la expropiación petrolera, pero, por otra parte, sin un presidente con la estatura histórica como la que tuvo el general Lázaro Cárdenas, la expropiación tampoco hubiese sido posible.
¿A quién benefició la expropiación petrolera?
A México y a todos los mexicanos. La expropiación petrolera ha sido el acto que más impulso ha dado a la Revolución Mexicana iniciada en 1910, porque a partir de ella se crean las bases materiales para lograr un desarrollo económico, político y social verdaderamente independiente y soberano de nuestra nación.
Petróleos Mexicanos (PEMEX) ha sido pilar fundamental de la economía de nuestro país aportando enormes recursos para las finanzas del Estado mexicano (cerca del 35% del presupuesto de egresos anual), ha sido impulsor de la industria nacional y, por tanto, generador de empleo, y promotor del mejoramiento del nivel de vida de los mexicanos.
Sin embargo, el mayor aporte que ha hecho PEMEX a la nación es el haber consolidado nuestra independencia económica, lo que permitió a los distintos gobiernos mexicanos, hasta el de José López Portillo, resistir a las presiones del imperialismo norteamericano en su afán de plegarnos a su política guerrerista e intervencionista, manteniéndonos soberanos en nuestra política interna y con una política exterior que, hasta antes de la llegada al poder de los neoliberales y del Partido Acción Nacional (PAN), fue digna e independiente, ejemplo para el mundo.
¿Se está privatizando PEMEX?
Sí, sin duda alguna y a pasos acelerados. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en 1994, contiene compromisos implícitos de privatizar el petróleo y se han aprobado contrarreformas a la Ley de Energía con este mismo propósito.
La política petrolera de nuestros gobiernos federales, especialmente desde la llegada al poder de los neoliberales en 1982, ha sido equivocada por el hecho de limitarse a exportar petróleo crudo para aumentar las reservas estratégicas de nuestros vecinos del norte, y no darle valor agregado al petróleo impulsando nuestra industria petroquímica.
En sucesivos decretos, de octubre de 1986, agosto de 1989, junio de 1991 y agosto de 1992 (claro, en los gobiernos de Miguel de la Madrid y de Salinas de Gortari), se redujo de 70 productos que integraban la petroquímica básica, reservada exclusivamente al Estado, a 34, 20, 19 y finalmente a ocho, respectivamente, abriendo así la posibilidad legal a la iniciativa privada, nacional y extranjera, de hacer negocios con esos productos antes reservados al Estado por su importancia estratégica, económica y política.
De esta manera, la mayoría de la llamada petroquímica secundaria quedó a disposición plena de los capitales extranjeros, beneficiando a empresas como CELANESE y CYPSA, subsidiarias de las trasnacionales BAYER y GOETCH; a la ALFA, de Monterrey, subsidiaria de la DUPONT y de la IMOND INCORPORATED, y a la MONSANTO, todas relacionadas a la petroquímica. Aparte, PEMEX-Petroquímica, en sus filiales, permite la participación de particulares hasta en un 49 por ciento del capital.
Otro claro signo del proceso privatizador de PEMEX es la reducción de su planta laboral, que ha pasado de 200 mil trabajadores en 1981, a menos de la mitad en la actualidad, debido a que una cada vez más amplia gama de trabajos que realizaba PEMEX se han venido subcontratando a empresas privadas nacionales y extranjeras, seguramente a un mayor costo para la nación, reduciéndose su eficiencia y la seguridad, como ya se ha demostrado en los trágicos accidentes que han tenido lugar en la Sonda de Campeche, en los que han perdido la vida cientos de trabajadores.
A través de los llamados Contratos de Servicios Múltiples, y de muchas otras medidas de este tipo, se ha favorecido la inversión ventajosa de trasnacionales norteamericanas y de otros países desarrollados, como la Halliburton.
¿Qué hacer?
Lombardo Toledano decía que una cosa es expropiar y otra nacionalizar, que la expropiación, que puede llevarse a cabo contra capitales nacionales o extranjeros, es una acción concreta y única, a través de un decreto y de la indemnización o no al capitalista, pero que la nacionalización es un proceso que consiste en poner lo expropiado al servicio del pueblo y de la nación.
Así, podemos ver que tanto en la expropiación como en la nacionalización del petróleo se están dando retrocesos dramáticos a partir del ascenso al poder de los neoliberales en 1982 y de los panistas en el 2000, con las graves consecuencias que ya estamos viviendo en cuanto a la pérdida de independencia y soberanía de la nación, y al escandaloso aumento de la pobreza, de la delincuencia y de la inseguridad pública.
Sin embargo, creer que esta situación puede cambiar mientras el PAN o los neoliberales gobiernen, es verdaderamente un sueño guajiro, es pedirle peras al olmo.
Mientras ellos gobiernen, el peligro de que PEMEX desaparezca por completo será cada vez mayor dada la negativa política económica y petrolera que aplican, y debido a los elevados niveles de corrupción al interior de la paraestatal y del Gobierno Federal.
El pueblo mexicano tendrá en sus manos el uno de julio de este 2012, con su voto, no solo el futuro de PEMEX, sino el de la nación en su conjunto. Somos optimistas y sabemos que sabrá decidir correctamente, pero debemos estar pendientes de que su voluntad se respete y de que la contienda electoral se desarrolle con pleno apego a la Constitución de la República.
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