Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala claramente los deberes y obligaciones, las funciones y tareas, del Presidente de la República, de los diputados federales, de los senadores de la República y de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros; y las leyes respectivas, las de los Gobernadores de los Estados, diputados locales y Presidentes Municipales, etc.
Sin embargo, la llegada al poder de los neoliberales en 1982 y la cesión del mismo por parte del grupo neoliberal encabezado por Salinas y Zedillo al Partido (de) Acción Nacional (PAN), en el 2000, desvirtuaron el objetivo principal del ejercicio del poder, de la función pública, señalado por la Constitución, lo pervirtieron y devaluaron, a tal grado que si, por ejemplo, al Presidente de la República la Constitución lo obliga, como principio básico, a respetar la ley, se ha vuelto práctica común que la viole flagrantemente.
El Presidente de la República
Así, el Poder Ejecutivo de la Nación, el Presidente de la República, su titular, ha llegado al grado de limitar su acción a la privatización de las empresas, recursos y riquezas propiedad de pueblo y de la Nación, y a las funciones policiacas, esto ante su total incapacidad e intención de resolver los problemas esenciales del pueblo mexicano relacionados con nuestro desarrollo económico y político independiente, con la democracia, el campo, el empleo, los salarios, la salud, la alimentación, la vivienda, la educación, la ciencia y la cultura, el deporte y la recreación, obligaciones que la Constitución le marca claramente y señala, además, el camino correcto para lograr su cumplimiento.
Por ello, ante esta perversión del ejercicio del poder, de su devaluación hasta el límite, nuestro pueblo se debate en la miseria y la desesperación, nuestra nación es cada vez más dependiente de los Estados Unidos en lo económico y político, y la llamada “democracia mexicana” suena sólo a palabras huecas, sin sentido, para los millones de mexicanos que apenas tenemos para comer, y para la clase trabajadora que carece de representación auténtica en los órganos de poder.
Los Gobernadores de los Estados
Por otra parte, los Gobernadores de los Estados, salvo honrosas excepciones, sumidos en el pragmatismo total y faltos de una filosofía o, al menos, de un programa que oriente sus acciones en beneficio del pueblo, se limitan a evitar confrontarse o siquiera contradecir al Presidente de la República, por temor a que sus presupuestos sean reducidos, o los subsidios y programas federales no lleguen a sus estados, pues carecen de las ideas, el impulso y la decisión necesarias para desarrollar las fuerzas productivas en su jurisdicción por sus propios medios y con el apoyo decidido de sus pueblos.
Claro, en el caso de los gobernadores panistas esto no podía ser de otra manera, pues pertenecen a un partido tradicionalmente enemigo del progreso y de la Revolución Mexicana, pero debería ser de otra manera en cuanto a aquellos gobernadores que pertenecen a partidos de origen democrático y hasta revolucionario, pero no es así.
Los Presidentes Municipales
Asimismo, los Presidentes Municipales limitan sus funciones a tapar algunos baches, a cambiar algunos focos, a chapear y a pintar banquetas, y a levantar borrachitos de las calles, si acaso; pero eso sí, se apresuran a privatizar servicios públicos que están obligados a proporcionar y a administrar eficientemente, como el de recoja de basura, de agua potable y de transporte urbano, entre otros, no sea que se les vayan a terminar sus tres años sin hacerlo, y se esmeran en el cobro y en el aumento de los impuestos, sangrando hasta límites criminales los pobres bolsillos del pueblo, de la clase trabajadora.
Los diputados federales y senadores
Los diputados federales y senadores de la República, por su parte, además de enriquecerse cínicamente gracias a sus insultantes ingresos, elaboran leyes que, sin van en beneficio del pueblo (poquísimas por cierto), nunca se aplican, y aprueban reformas de carácter contrarrevolucionario, reaccionario, contrarias al espíritu de la Constitución, a sus principios esenciales.
Estos “legisladores” se conforman, además, con mal repartir, con mal distribuir, los escasos recursos de la Nación, sin siquiera cuestionar las cantidades exorbitantes de dinero que se destinan cada año al pago de la inmoral, injusta e impagable deuda externa, y al Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB), antes Fobaproa, lo que mantiene a nuestro país en el subdesarrollo y al pueblo mexicano en la miseria.
Una transformación radical del actual estado de cosas a favor del pueblo y bajo los principios de la Constitución y de la Revolución Mexicana, no está en su agenda ni en sus propósitos. Son legisladores de la pequeña burguesía que constantemente coquetean con la derecha y los neoliberales en busca de sus propios beneficios.
El Poder Judicial
Por último, el Poder Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, formada por magistrados completamente alejados de los intereses del pueblo y de la Nación, históricamente se ha plegado a los Presidentes en turno, del partido y de la ideología que sean, sentando jurisprudencias contrarias al espíritu constitucional, principalmente en lo relacionado al campo, a la propiedad de la tierra, a los derechos de la clase trabajadora y de los partidos políticos progresistas y revolucionarios, y en lo que se refiere a las empresas propiedad del Estado, convirtiéndose en cómplices de su privatización.
Hoy su actitud se ha radicalizado hacia la derecha, con un cuerpo de magistrados que “vive más allá del bien y del mal”, desentendiéndose de crímenes tan abominables como el que ocurrió en el estado de Sonora, en la guardería “ABC”, en junio del 2009, donde perdieron la vida más de 43 niños como resultado de la aplicación de un principio esencial del neoliberalismo, que señala que se debe hacer negocio con todo, privatizar todo, aunque se ponga en peligro la vida de seres inocentes.
Dignificar el ejercicio del Poder
Dignificar el ejercicio del poder a todos los niveles significa, en primer lugar, respetar y hacer respetar los principios y el espíritu originales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y, después, retomar los ideales que dieron origen no sólo a la Revolución Mexicana iniciada en 1910, sino los de la lucha por nuestra independencia respecto a España y los de la Revolución de Reforma.
Por tanto, dignificar el ejercicio del poder significa luchar por la independencia económica y política de la nación, por una verdadera democracia, como la que define el artículo 3º de nuestra Constitución, y por la elevación constante del nivel de vida del pueblo mexicano. Actuar de otra manera es indigno, constituye un engaño al pueblo de México y un acto de traición a la patria.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala claramente los deberes y obligaciones, las funciones y tareas, del Presidente de la República, de los diputados federales, de los senadores de la República y de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros; y las leyes respectivas, las de los Gobernadores de los Estados, diputados locales y Presidentes Municipales, etc.
Sin embargo, la llegada al poder de los neoliberales en 1982 y la cesión del mismo por parte del grupo neoliberal encabezado por Salinas y Zedillo al Partido (de) Acción Nacional (PAN), en el 2000, desvirtuaron el objetivo principal del ejercicio del poder, de la función pública, señalado por la Constitución, lo pervirtieron y devaluaron, a tal grado que si, por ejemplo, al Presidente de la República la Constitución lo obliga, como principio básico, a respetar la ley, se ha vuelto práctica común que la viole flagrantemente.
El Presidente de la República
Así, el Poder Ejecutivo de la Nación, el Presidente de la República, su titular, ha llegado al grado de limitar su acción a la privatización de las empresas, recursos y riquezas propiedad de pueblo y de la Nación, y a las funciones policiacas, esto ante su total incapacidad e intención de resolver los problemas esenciales del pueblo mexicano relacionados con nuestro desarrollo económico y político independiente, con la democracia, el campo, el empleo, los salarios, la salud, la alimentación, la vivienda, la educación, la ciencia y la cultura, el deporte y la recreación, obligaciones que la Constitución le marca claramente y señala, además, el camino correcto para lograr su cumplimiento.
Por ello, ante esta perversión del ejercicio del poder, de su devaluación hasta el límite, nuestro pueblo se debate en la miseria y la desesperación, nuestra nación es cada vez más dependiente de los Estados Unidos en lo económico y político, y la llamada “democracia mexicana” suena sólo a palabras huecas, sin sentido, para los millones de mexicanos que apenas tenemos para comer, y para la clase trabajadora que carece de representación auténtica en los órganos de poder.
Los Gobernadores de los Estados
Por otra parte, los Gobernadores de los Estados, salvo honrosas excepciones, sumidos en el pragmatismo total y faltos de una filosofía o, al menos, de un programa que oriente sus acciones en beneficio del pueblo, se limitan a evitar confrontarse o siquiera contradecir al Presidente de la República, por temor a que sus presupuestos sean reducidos, o los subsidios y programas federales no lleguen a sus estados, pues carecen de las ideas, el impulso y la decisión necesarias para desarrollar las fuerzas productivas en su jurisdicción por sus propios medios y con el apoyo decidido de sus pueblos.
Claro, en el caso de los gobernadores panistas esto no podía ser de otra manera, pues pertenecen a un partido tradicionalmente enemigo del progreso y de la Revolución Mexicana, pero debería ser de otra manera en cuanto a aquellos gobernadores que pertenecen a partidos de origen democrático y hasta revolucionario, pero no es así.
Los Presidentes Municipales
Asimismo, los Presidentes Municipales limitan sus funciones a tapar algunos baches, a cambiar algunos focos, a chapear y a pintar banquetas, y a levantar borrachitos de las calles, si acaso; pero eso sí, se apresuran a privatizar servicios públicos que están obligados a proporcionar y a administrar eficientemente, como el de recoja de basura, de agua potable y de transporte urbano, entre otros, no sea que se les vayan a terminar sus tres años sin hacerlo, y se esmeran en el cobro y en el aumento de los impuestos, sangrando hasta límites criminales los pobres bolsillos del pueblo, de la clase trabajadora.
Los diputados federales y senadores
Los diputados federales y senadores de la República, por su parte, además de enriquecerse cínicamente gracias a sus insultantes ingresos, elaboran leyes que, sin van en beneficio del pueblo (poquísimas por cierto), nunca se aplican, y aprueban reformas de carácter contrarrevolucionario, reaccionario, contrarias al espíritu de la Constitución, a sus principios esenciales.
Estos “legisladores” se conforman, además, con mal repartir, con mal distribuir, los escasos recursos de la Nación, sin siquiera cuestionar las cantidades exorbitantes de dinero que se destinan cada año al pago de la inmoral, injusta e impagable deuda externa, y al Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB), antes Fobaproa, lo que mantiene a nuestro país en el subdesarrollo y al pueblo mexicano en la miseria.
Una transformación radical del actual estado de cosas a favor del pueblo y bajo los principios de la Constitución y de la Revolución Mexicana, no está en su agenda ni en sus propósitos. Son legisladores de la pequeña burguesía que constantemente coquetean con la derecha y los neoliberales en busca de sus propios beneficios.
El Poder Judicial
Por último, el Poder Judicial de la Federación, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, formada por magistrados completamente alejados de los intereses del pueblo y de la Nación, históricamente se ha plegado a los Presidentes en turno, del partido y de la ideología que sean, sentando jurisprudencias contrarias al espíritu constitucional, principalmente en lo relacionado al campo, a la propiedad de la tierra, a los derechos de la clase trabajadora y de los partidos políticos progresistas y revolucionarios, y en lo que se refiere a las empresas propiedad del Estado, convirtiéndose en cómplices de su privatización.
Hoy su actitud se ha radicalizado hacia la derecha, con un cuerpo de magistrados que “vive más allá del bien y del mal”, desentendiéndose de crímenes tan abominables como el que ocurrió en el estado de Sonora, en la guardería “ABC”, en junio del 2009, donde perdieron la vida más de 43 niños como resultado de la aplicación de un principio esencial del neoliberalismo, que señala que se debe hacer negocio con todo, privatizar todo, aunque se ponga en peligro la vida de seres inocentes.
Dignificar el ejercicio del Poder
Dignificar el ejercicio del poder a todos los niveles significa, en primer lugar, respetar y hacer respetar los principios y el espíritu originales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y, después, retomar los ideales que dieron origen no sólo a la Revolución Mexicana iniciada en 1910, sino los de la lucha por nuestra independencia respecto a España y los de la Revolución de Reforma.
Por tanto, dignificar el ejercicio del poder significa luchar por la independencia económica y política de la nación, por una verdadera democracia, como la que define el artículo 3º de nuestra Constitución, y por la elevación constante del nivel de vida del pueblo mexicano. Actuar de otra manera es indigno, constituye un engaño al pueblo de México y un acto de traición a la patria.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario