Editorial.
Como un virus, el neoliberalismo penetró en todos los ámbitos y la estructura de la sociedad.
En seis años, un gobierno no puede sacar de la pobreza y miseria a más de 80 millones de mexicanos; es imposible que encuentre a cientos de miles de desaparecidos; que localice los miles de sitios con cuerpos sin vida que convirtieron a nuestro territorio en una inmensa fosa clandestina; que acabe con una corrupción que extendió sus raíces desde las calles de nuestros pueblos y ciudades hasta las más elevadas instituciones del poder público, incluido el Poder Ejecutivo; que termine con la espantosa inseguridad pública que ha cobrado la vida de cientos de miles de mujeres, hombres y niños, y cuya raíz se encuentra en la injusticia social, en la pobreza, en la división de los mexicanos en dos clases sociales: explotados y explotadores.
Un sexenio no es suficiente para regresar al pueblo lo robado, porque no solo se le arrebataron bienes, recursos económicos, sus tierras, empresas, recursos naturales, y derechos humanos, laborales y políticos, sino la esperanza en un futuro mejor, y durante 36 años el virus neoliberal trabajó para deformar la memoria histórica, los principios, la moral, y los valores cívicos y patrióticos del pueblo mexicano, así como para apartarnos del camino abierto por la Revolución Mexicana iniciada en 1910, que significa independencia política y económica, ampliación del régimen democrático y elevación constante del nivel de vida del pueblo.
México colapsó, se derrumbó, durante los 36 años de gobiernos neoliberales, por ello hoy, a pesar del enorme esfuerzo del gobierno de López Obrador para acabar con las secuelas que dejó el virus neoliberal, continúan colapsándose obras, muriendo mexicanos de enfermedades crónicas producto de la mala alimentación y de la publicidad nociva y la pobreza, delincuencia, desapariciones, asesinatos, feminicidios, etcétera, no han podido ser erradicados.
La de López Obrador es una tarea titánica. Que sus críticos, que la reacción, que la derecha, nos digan un solo problema grave y de carácter nacional que los neoliberales hayan resuelto durante los 36 años en los que gobernaron. Que nos mencionen uno. Uno solo.
El gobierno de la Cuarta Transformación ha retomado nuestros históricos principios en materia de política exterior, está fortaleciendo a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para impulsar nuestro desarrollo e independencia económica y política, y para el bienestar de los mexicanos, con el mismo propósito son las obras como el Tren Maya, el Tren Transístmico, la modernización portuaria, la refinería de Dos Bocas, Tabasco, y el Nuevo Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles”, así como la Nueva Reforma Eléctrica y la Ley de Hidrocarburos, todo lo cual la derecha, el PRI, PAN, PRD, MC, grupos de grandes empresarios, el Poder Judicial, abogados bien pagados, y voceros e “intelectuales” a su servicio, tratan por todos los medios de frenar.
Las iniciativas del Ejecutivo Federal en torno a figuras jurídicas como la consulta ciudadana, el referéndum, la revocación del mandato, y el castigo a todo acto de corrupción y especialmente a los relacionados con el fraude electoral, y su apoyo a todas estas acciones, sus denuncias públicas en contra del intento de compra del voto y utilización de recursos de procedencia ilícita, que tanto molestan al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Poder Judicial en general, tienen como propósito la ampliación del régimen democrático.
Las becas y apoyos a personas de la tercera edad, a estudiantes, personas con alguna discapacidad, a jóvenes desempleados para que aprendan un oficio, programas como el de sembrando vida, los precios de garantía, el Banco del Bienestar, la vacunación universal y gratuita en contra del COVID-19, el fortalecimiento de la salud y educación públicas, los incrementos al salario mínimo, los créditos directos a la vivienda, los créditos a la palabra, etcétera, están encaminados a la elevación constante del nivel de vida del pueblo.
Todo lo anterior pone en evidencia que el actual Gobierno Federal ha retomado el rumbo que trazó la Revolución Mexicana iniciada en 1910, por lo cual merece el apoyo de los partidos de izquierda y de todas las fuerzas progresistas, democráticas y patrióticas del país, y de los mexicanos de bien, pero principalmente de la clase trabajadora.
Desgraciadamente continuarán deteriorándose prematuramente, y hasta derrumbándose, obras mal construidas durante los 36 años de gobierno neoliberales como resultado de la descarada y descomunal corrupción que los caracterizó, así como ocurriendo asesinatos de todo tipo, desapariciones y secuestros, y enfermedades como la obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes, no desaparecerán como por milagro, así como tampoco lo harán la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades de todo tipo para la juventud.
Sin embargo, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador hace todo lo que está en sus manos para que todos esos problemas que afectan a nuestro pueblo y país disminuyan y hasta sean erradicados lo más rápido posible, por ello la importancia de las elecciones a realizarse el próximo 6 de junio y de que la Cuarta Transformación obtenga la mayoría aplastante y absoluta en la Cámara de Diputados federal, en los congresos de los estados, ayuntamientos y gubernaturas, y este Proyecto de Nación Progresista tenga continuidad cuando López Obrador ya no se encuentre en la presidencia de la República.
El Partido Popular Socialista-Agrupación Política Nacional Popular Socialista (PPS-APNPS), lamenta los terribles acontecimientos ocurridos en la Línea 12 del Metro el pasado 3 de mayo, y apoya las medidas tomadas por el Ejecutivo Federal y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en el sentido de atender y apoyar a las víctimas, realizar las investigaciones pertinentes y a fondo, y castigar con todo el peso de la ley a quienes resulten responsables. En materia de justicia, hoy se está haciendo lo que nunca se hizo en 36 años de gobiernos neoliberales, durante los cuales las tragedias se utilizaban principalmente para robar y mentir, protegiendo y dejando impunes a funcionarios y empresarios corruptos amigos de dichos regímenes.
Lo de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México fue un lamentable y terrible accidente, pero empobrecer a 80 millones de mexicanos, desaparecer y asesinar a cientos de miles, cometer masacres, reprimir y violar derechos humanos elementales, llevar a cabo fraudes electorales, corromperse más allá del límite de lo concebible, llevar a cabo obras de mala calidad o inconclusas, vender las empresas y recursos naturales de la nación y abandonar a un pueblo entero durante 36 años, no fueron “accidentes”: constituyeron delitos, traición a la patria y un crimen premeditado, planeado, con rasgos claros de un verdadero genocidio.
La derecha ridícula que reta a la investidura del presidente de la República debiera quedarse callada en lugar de utilizar palabras ofensivas y temerarias que denotan falta de argumentación fidedigna.
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