Por
Roberto Escamilla Pérez
“Requerimos
de justicia, no de más policías”
Una
Nación no se rescata con un “decálogo” elaborado por aquellos que, por más de
30 años, se han dedicado a desarticularla, a privatizar sus empresas y recursos
naturales, a destruir su economía, a sumir al pueblo en la miseria, a negarle a
la clase trabajadora su participación en las decisiones políticas
trascendentales del país, y que han sembrado nuestro territorio de fosas
clandestinas, y provocado que miles de padres y madres anden por montes y
ciudades en busca de sus hijos asesinados o desaparecidos, por el Estado, por
la delincuencia organizada o por ambos.
La
nacionalización del Estado
Lo
que hoy es nuestra patria, México, surgió de la acción conjunta de indígenas,
mestizos, negros, mulatos y criollos, encabezados por Hidalgo y Morelos, y ya
como Nación independiente ha sido salvada de su destrucción en diferentes
momentos de nuestra historia: por Benito Juárez, del invasor extranjero; por
Madero, Villa, Zapata y los Flores Magón, de una dictadura de 30 años, y por
Lázaro Cárdenas y Lombardo Toledano, de la explotación y saqueo de las empresas
petroleras trasnacionales, dando paso, en cada uno de estos momentos, a etapas
de gran progreso y desarrollo, y de verdaderos avances en cuanto al régimen
democrático.
Hoy
nuestro país clama por ser rescatado de las manos de una secta neoliberal que
gracias a los fraudes electorales, mentiras y corrupción, y ahora a base de
represión y desapariciones forzadas, con el apoyo de la gran burguesía nacional
y del imperialismo norteamericano, ha logrado mantenerse en el poder durante
más de 30 años, en contra de la voluntad del pueblo mexicano y pisoteando
permanentemente nuestra Constitución.
Rescatar
a la patria implica expulsar del poder a dicha secta neoliberal y reemplazarla
por un gobierno formado por las fuerzas progresistas de nuestro país, integrado
por representantes de los sindicatos democráticos, de las organizaciones
campesinas avanzadas, de las organizaciones políticas verdaderamente
progresistas, de los pequeños y medianos empresarios mexicanos, de los
estudiantes, profesionistas, científicos y artistas de pensamiento
nacionalista.
En
otras palabras, para rescatar a la patria se requiere de la nacionalización del
Estado, es decir, de construir un gobierno y un Estado de nuevo tipo, cuya
conducción y guía esté en manos de los mejores hombres, mujeres y jóvenes, que
con una elevada moral y gran espíritu de servicio, conduzcan a nuestro país
hacia nuevos estadios de progreso, bienestar, independencia económica y
democracia.
Organización y unidad
Lo
que la historia de México nos ha enseñado es que para transformar a nuestro
país de manera radical en el sentido del progreso, son necesarias dos cosas: en
primer lugar organización, y también la unidad del pueblo, específicamente de
sus fuerzas progresistas, democráticas y patrióticas, en un solo frente lo más
amplio posible.
Sin
organización y sin unidad, los movimientos y las manifestaciones se debilitan
ante el enorme poder económico, propagandístico y represor del Estado. Los
estudiantes solos no podrán hacerlo, tampoco los trabajadores, ni los
campesinos, ni las organizaciones políticas progresistas, solas.
Desde
la represión de 1968, los estudiantes no han contado con una organización
nacional fuerte, que luche por sus intereses como jóvenes y estudiantes, por
una educación apegada a los principios del artículo tercero constitucional, y
que pueda sumarse a la lucha general del pueblo mexicano en contra de la
política económica neoliberal del gobierno, fuente de todos nuestros problemas
y desgracias.
Así
que este es el momento de la organización, no solo de los estudiantes, sino de
los trabajadores, campesinos, jóvenes, mujeres, y organizaciones políticas
progresistas y revolucionarias.
Este
es el momento también de la unidad de todas las fuerzas progresistas,
democráticas, patrióticas y antimperialistas, en un solo frente, haciendo
énfasis en lo que nos une, olvidando nuestras diferencias secundarias, elevando
la práctica de la política al nivel de ciencia y rechazándola como lo que hasta
ahora ha sido: la lucha por el poder, por el poder mismo, sin visos de
moralidad alguna, solo para que unos cuantos se enriquezcan.
Esto
no es un sueño, es absolutamente posible y las condiciones están dadas. Solo de
esta manera alcanzaremos el propósito de expulsar a los neoliberales del poder
y construir un gobierno de nuevo tipo, y un Estado al servicio del pueblo y de
la Nación, para conseguir lo que desde siempre hemos anhelado: un pueblo con un
buen nivel de vida, una patria desarrollada e independiente, y un régimen
verdaderamente democrático en el que el pueblo trabajador tenga voz y poder de
decisión.
Correo
electrónico: a_babor@hotmail.com