Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.
En estos días, en los que enfrentamos la epidemia de la influenza humana, es cada vez más claro para todos los mexicanos la importancia que tiene el hacer realidad el derecho a la salud plasmado en el artículo 4º de nuestra Constitución Política, no sólo para las actuales generaciones, sino para las futuras, y especialmente para contribuir a la preservación de los seres humanos como especie debido a lo que representan este tipo de amenazas.
La importancia de la seguridad social y de la educación pública.
Resalta igualmente la enorme visión que tuvieron los revolucionarios mexicanos al impulsar y crear un sistema público de seguridad social (IMSS, ISSSTE, SSA, hospitales públicos de todos los niveles y especialidades, etc.) y el sistema de educación pública gratuita, formadora de técnicos y profesionistas altamente calificados, y con un profundo sentido de servicio y sacrificio a favor de la patria y de los mexicanos, como lo marca el espíritu del artículo 3º constitucional, esto pesar de todas las limitaciones y deficiencias que dichas instituciones aún tienen.
Sólo bastaría preguntarnos qué hubiese pasado en las actuales circunstancias si a lo largo de los últimos 26 años de gobiernos neoliberales, éstos hubieran logrado su objetivo de privatizar por completo las instituciones de salud y seguridad social del Estado, así como las de educación pública: seguramente no podríamos estar enfrentando con éxito la amenaza del virus de la influenza humana, con la consecuente pérdida de miles y miles de vidas de compatriotas, especialmente de los sectores más pobres del país.
¿Qué están haciendo los hospitales y clínicas privadas en México, y los laboratorios farmacéuticos trasnacionales, sino continuar lucrando con la salud de la gente a pesar de la emergencia sanitaria que enfrentamos? Es a través de las instituciones de salud, educativas y de investigación del Estado que el pueblo mexicano está enfrentando con gran éxito la amenaza.
Fortalecerlas y crear nuevas es el camino.
Entonces la reflexión se impone y la realidad que estamos viviendo nos obliga a impulsar, de manera decidida e inmediata, el fortalecimiento de las instituciones de salud y de seguridad social en manos del Estado, la educación pública a todos los niveles, así como a los centros de investigación científica nacionales, como los del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ejemplo, lo que se logrará, entre otras cosas, aumentando el miserable presupuesto que a las mismas se destina.
Además de esto, urge crear nuevas instituciones en estas áreas y llevar a cabo acciones enérgicas con el fin de garantizar el derecho a la salud y a la vida de las presentes y futuras generaciones de mexicanos.
Para ello, en primer lugar se debe aumentar sustancialmente y en términos reales, no nominales, el presupuesto destinado a mejorar, cuantitativa y cualitativamente, la salud, la educación y la alimentación de los mexicanos, pues son aspectos íntimamente relacionados entre sí.
En segundo término debemos pugnar por la nacionalización de la industria químico-farmacéutica, creando, como primer paso para ello, un Organismo Público Descentralizado para la Fabricación de Medicamentos, es decir, una empresa del Estado que fabrique medicinas, artículos básicos para garantizar una vida digna a los mexicanos, para abaratar su costo en el mercado nacional, para aumentar su calidad, satisfacer la demanda de las instituciones y servicios dedicados a la salud, terminando con su desabasto y especulación, y liberar así al país de los monopolios extranjeros que controlan la industria químico-farmacéutica.
En tercer lugar, se debe crear el Instituto Nacional de Investigaciones Químico-Farmacobiológicas, para, entre otras muchas cosas, el estudio de virus y bacterias, la elaboración de nuevas y más eficaces vacunas, y para que contribuya en la formación de técnicos especializados, científicos e investigadores.
Finalmente es necesario encaminarnos hacia un sistema único y universal de seguridad social, fusionando todas las instituciones y organismos de salud del Estado en uno sólo, para evitar así duplicidad de funciones, despilfarro y gasto innecesario de recursos financieros, materiales y humanos, de los que tanto está necesitado el pueblo de México.
México en la mira del mundo.
No esperemos a que la humanidad sea atacada por un virus mucho más agresivo y mortal, actuemos ya y demostremos, una vez más de qué estamos hechos los mexicanos, como lo hemos hecho siempre a lo largo de nuestra historia, uniendo esfuerzos en la adversidad, con espíritu solidario y fraternal, sin regionalismos ni actitudes egoístas o discriminatorias de ningún tipo, pues sólo de esta manera saldremos adelante, como seguramente lo haremos, con dignidad, con la frente en alto y encaminados a la senda del verdadero progreso social que en los últimos años ha sido abandonado. El mundo nos observa. Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com
En estos días, en los que enfrentamos la epidemia de la influenza humana, es cada vez más claro para todos los mexicanos la importancia que tiene el hacer realidad el derecho a la salud plasmado en el artículo 4º de nuestra Constitución Política, no sólo para las actuales generaciones, sino para las futuras, y especialmente para contribuir a la preservación de los seres humanos como especie debido a lo que representan este tipo de amenazas.
La importancia de la seguridad social y de la educación pública.
Resalta igualmente la enorme visión que tuvieron los revolucionarios mexicanos al impulsar y crear un sistema público de seguridad social (IMSS, ISSSTE, SSA, hospitales públicos de todos los niveles y especialidades, etc.) y el sistema de educación pública gratuita, formadora de técnicos y profesionistas altamente calificados, y con un profundo sentido de servicio y sacrificio a favor de la patria y de los mexicanos, como lo marca el espíritu del artículo 3º constitucional, esto pesar de todas las limitaciones y deficiencias que dichas instituciones aún tienen.
Sólo bastaría preguntarnos qué hubiese pasado en las actuales circunstancias si a lo largo de los últimos 26 años de gobiernos neoliberales, éstos hubieran logrado su objetivo de privatizar por completo las instituciones de salud y seguridad social del Estado, así como las de educación pública: seguramente no podríamos estar enfrentando con éxito la amenaza del virus de la influenza humana, con la consecuente pérdida de miles y miles de vidas de compatriotas, especialmente de los sectores más pobres del país.
¿Qué están haciendo los hospitales y clínicas privadas en México, y los laboratorios farmacéuticos trasnacionales, sino continuar lucrando con la salud de la gente a pesar de la emergencia sanitaria que enfrentamos? Es a través de las instituciones de salud, educativas y de investigación del Estado que el pueblo mexicano está enfrentando con gran éxito la amenaza.
Fortalecerlas y crear nuevas es el camino.
Entonces la reflexión se impone y la realidad que estamos viviendo nos obliga a impulsar, de manera decidida e inmediata, el fortalecimiento de las instituciones de salud y de seguridad social en manos del Estado, la educación pública a todos los niveles, así como a los centros de investigación científica nacionales, como los del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ejemplo, lo que se logrará, entre otras cosas, aumentando el miserable presupuesto que a las mismas se destina.
Además de esto, urge crear nuevas instituciones en estas áreas y llevar a cabo acciones enérgicas con el fin de garantizar el derecho a la salud y a la vida de las presentes y futuras generaciones de mexicanos.
Para ello, en primer lugar se debe aumentar sustancialmente y en términos reales, no nominales, el presupuesto destinado a mejorar, cuantitativa y cualitativamente, la salud, la educación y la alimentación de los mexicanos, pues son aspectos íntimamente relacionados entre sí.
En segundo término debemos pugnar por la nacionalización de la industria químico-farmacéutica, creando, como primer paso para ello, un Organismo Público Descentralizado para la Fabricación de Medicamentos, es decir, una empresa del Estado que fabrique medicinas, artículos básicos para garantizar una vida digna a los mexicanos, para abaratar su costo en el mercado nacional, para aumentar su calidad, satisfacer la demanda de las instituciones y servicios dedicados a la salud, terminando con su desabasto y especulación, y liberar así al país de los monopolios extranjeros que controlan la industria químico-farmacéutica.
En tercer lugar, se debe crear el Instituto Nacional de Investigaciones Químico-Farmacobiológicas, para, entre otras muchas cosas, el estudio de virus y bacterias, la elaboración de nuevas y más eficaces vacunas, y para que contribuya en la formación de técnicos especializados, científicos e investigadores.
Finalmente es necesario encaminarnos hacia un sistema único y universal de seguridad social, fusionando todas las instituciones y organismos de salud del Estado en uno sólo, para evitar así duplicidad de funciones, despilfarro y gasto innecesario de recursos financieros, materiales y humanos, de los que tanto está necesitado el pueblo de México.
México en la mira del mundo.
No esperemos a que la humanidad sea atacada por un virus mucho más agresivo y mortal, actuemos ya y demostremos, una vez más de qué estamos hechos los mexicanos, como lo hemos hecho siempre a lo largo de nuestra historia, uniendo esfuerzos en la adversidad, con espíritu solidario y fraternal, sin regionalismos ni actitudes egoístas o discriminatorias de ningún tipo, pues sólo de esta manera saldremos adelante, como seguramente lo haremos, con dignidad, con la frente en alto y encaminados a la senda del verdadero progreso social que en los últimos años ha sido abandonado. El mundo nos observa. Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com