lunes, 9 de abril de 2012

Zapata traicionado, en tres actos.

“Así correspondió Guajardo, el alevoso, a la hidalguía de nuestro general en Jefe. Así murió Emiliano Zapata; así mueren los valientes, los hombres de pundonor, cuando los enemigos para enfrentarse con ellos, recurren a la traición y al crimen”. Parte oficial de la muerte de Zapata del Ejército Libertador del Sur.

Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

Emiliano Zapata Salazar nació el ocho de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, en el seno de una familia humilde dedicada a las labores del campo en una pequeña porción de tierras estériles rodeada de las ricas tierras de haciendas como la del Hospital.
El 12 de septiembre de 1909 fue elegido representante de su pueblo para continuar la lucha por la restitución de tierras que les habían sido arrebatadas por los grandes hacendados, pero a mediados de 1910, ante la indiferencia del gobierno por resolver este problema, inició con el reparto de las mismas en el llano de Huajar, Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec.
Zapata se unió al movimiento revolucionario cuando Francisco I. Madero proclamó el Plan de San Luis porque incluía la exigencia de la restitución de sus tierras a las comunidades despojadas.
El 10 de marzo de 1911, en Villa de Ayala se proclamó en rebelión y formó la primera guerrilla junto con 70 hombres, y el 29 de ese mismo mes asumió el mando de las fuerzas maderistas en la zona con lo que inició su participación activa en la etapa armada de la Revolución Mexicana destacando con hechos de armas como la toma de Cuautla ese mismo año, entre muchos otros.
Con el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz y su huída a Europa, en mayo de ese mismo año, se hicieron evidentes las diferencias entre Zapata y Madero, y otros jefes de la Revolución como Venustiano Carranza, pues mientras el Caudillo del Sur urgía a la restitución de tierras a las comunidades para la formación de ejidos, los segundos no acertaban a la aplicación de este punto del plan revolucionario, en parte presionados por los grandes hacendados y por los grupos porfiristas aún con gran peso en el poder.

El Plan de Ayala

Después de ser presionado para licenciar a sus tropas, calumniado, hostigado y perseguido por fuerzas federales encabezadas por Victoriano Huerta, Zapata formuló el Plan de Ayala, que fue firmado el 28 de noviembre de 1911, y que contiene las aspiraciones fundamentales de las empobrecidas comunidades indígenas y campesinas despojadas de sus tierras, por las que luchó sin descanso hasta su muerte.
El Plan de Ayala constituye un grito de las masas indígenas y campesinas para que se les restituyan las tierras que los hacendados les habían arrebatado.
Asimismo, en él se sientan las bases del ejido con su carácter de inalienable, imprescriptible e inembargable, precisamente para evitar la venta de tierras ejidales y el resurgimiento del latifundio, y asegurar la integridad territorial de nuestra patria.

La traición

Sin embargo, quienes fueron derrotados con el triunfo de la Revolución Mexicana iniciada en 1910, los latifundistas, la reacción y el clero político, han vuelto por sus fueros, y encabezados por el Partido Acción Nacional (PAN) y los neoliberales, han consumando una traición contra Zapata y sus ideales, iniciada en Chinameca, Morelos, un 10 de abril de 1919.

Primer Acto

HACIENDA DE CHINAMECA, MORELOS, 1919.- El 10 de abril de 1919, a las 14:10 horas, Zapata entra a la hacienda de Chinameca junto con un grupo de sus hombres, invitado por el traidor Juan M. Guajardo, quien le había prometido unirse a la causa, pero en lugar de esto lo recibe con una nutrida descarga de fusilería y Zapata cae abatido junto con algunos otros revolucionarios que le acompañaban.

Segundo acto

RESIDENCIA OFICIAL DE LOS PINOS, 1991.- En el mes de noviembre, Carlos Salinas de Gortari envía a la Cámara de Diputados un proyecto de reforma al artículo 27 constitucional mediante el cual propone:
1.- Que se dé por concluido el reparto agrario.
2.- Otorgar a las sociedades mercantiles, nacionales o extranjeras, el derecho a ser propietarias de terrenos rústicos.
3.- Introducir la figura de propiedad ejidal y comunal, la posibilidad de ejidatarios y comuneros de asociarse con terceros y de rentar sus tierras.
4.- Otorgar al ejidatario el dominio sobre su parcela, con la facultad de venderla.
5.- Desaparecer los organismos administrativos vinculados con el aspecto agrario.

Tercer acto

PODER LEGISLATIVO DE LA NACIÓN, CIUDAD DE MÉXICO, 1991.- El cinco de diciembre de ese año, los diputados federales del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y algunos otros, aprueban las reformas al artículo 27 constitucional propuestas por Carlos Salinas de Gortari, con 343 votos a favor y solo 24 en contra, con la férrea y sólida oposición de los diputados del Partido Popular Socialista (PPS). El Senado de la República las aprueba con 50 votos a favor, del PAN y PRI, y solamente uno en contra.

Conclusión

Guajardo, Salinas, los diputados y senadores neoliberales del PAN y del PRI, y los grandes empresarios nacionales y extranjeros, impulsores de las contrarreformas al artículo 27 constitucional, en parte se salieron con la suya pues los ejidatarios y campesinos se están deshaciendo de sus tierras por hambre y se han creado nuevos latifundios en manos de la gran burguesía nacional y extranjera, a quienes el Gobierno Federal panista otorga todos los apoyos y recursos.
Sin embargo, aún no se cierra el telón de esta obra porque Zapata no ha muerto, vive en la mirada, en la voluntad, en la fortaleza física, en la inteligencia y en los ideales de los empobrecidos indígenas, ejidatarios y campesinos de México, vive en la Constitución de la República todavía, en la esencia del artículo 27 constitucional, y también en los ideales de millones de mexicanos que les cobraremos la factura a los neoliberales el próximo uno de julio con nuestro voto en las urnas. ¡Zapata Vive! ¡La lucha sigue!
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
http://ababor-roberto.blogspot.com/