jueves, 19 de mayo de 2011

Una propuesta de reforma laboral, neoliberal, sin memoria y criminal.

Por: Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

Quienes elaboraron, promueven y apoyan la propuesta de reforma laboral hecha por legisladores federales del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como el derechista Partido (de) Acción Nacional (PAN), el gobierno del panista Calderón y sus altos funcionarios, como el antisindicalista secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, los grandes empresarios y diversos “intelectuales” y organizaciones que les sirven, olvidan (y pretenden que el pueblo mexicano haga lo mismo) lo que hay detrás del artículo 123 constitucional y de la Ley Federal del Trabajo (LFT), y su significación histórica.

La propuesta priísta empanizada.

El Proyecto de Reforma Laboral propuesto por legisladores federales del PRI encabezados por Manlio Fabio Beltrones, aunque lo nieguen, viola el espíritu y la letra de la Constitución de la República, de su artículo 123 y de la Ley Federal del Trabajo.

Atenta contra el carácter tutelar del Estado mexicano de la clase obrera y, por tanto, contra la esencia del Derecho Laboral surgido de la Revolución Mexicana iniciada en 1910, pues en lugar de resguardar los derechos de la parte más débil de los factores de la producción, como lo es el trabajador, los anula a favor de la parte fuerte, el patrón.

Es una propuesta además llena de incongruencias, conceptos falsos, contradicciones y mentiras, impulsa la llamada “flexibilización laboral”, fomenta la inseguridad e inestabilidad en el trabajo, y legaliza la subcontratación o el denominado “outsorcing”, lesivo para los trabajadores.

En particular, dicho proyecto neoliberal propone sacar de la Ley Federal del Trabajo las tablas de enfermedades e indemnizaciones por accidentes de trabajo, dejando su existencia o modificación a criterio de una llamada comisión, que, seguramente, como la actual Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, dejará en un MÍNIMO NÚMERO Y CON MÍNIMAS INDEMNIZACIONES a las enfermedades de trabajo y los accidentes laborales.

El recuento de los trabajadores para diferentes actos que los mismos promuevan, quedará a cargo de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS), de los patrones y de las autoridades, lo que lógicamente atenta contra sus derechos, independencia y unidad.

Asimismo, como parte de la “flexibilización laboral” en marcha, el proyecto propone permitir el desarrollo de labores “conexas” o “complementarias” a la labor principal del trabajador (lógico, a criterio de las autoridades y los patrones); propone los contratos de capacitación inicial (lo que nos recuerda a los aprendices de la época de la dictadura porfirista), y, además, periodos de prueba de 30 y de hasta de 180 días (¡seis meses!), sin prestaciones, claro, atentando, entre otras cosas, contra el derecho a crear antigüedad, lo que se prestará a múltiples injusticias, y agravará la inseguridad en el trabajo y el temor al futuro, principalmente entre los jóvenes.

Asimismo, para avanzar en la aprobación del trabajo por horas, que es un anhelo de los grandes empresarios nacionales y trasnacionales, se propone la modificación del horario de trabajo y las llamadas “labores discontinuas”, lo que, por lógica, quedará a criterio del patrón, que de aprobarse constituiría, además de un crimen, una verdadera vergüenza para sus impulsores, que los perseguirá a lo largo de muchas generaciones.

¡Ah!, pero como de tontos no tienen nada, pero sí creen tonto al pueblo mexicano, los astutos reformadores, como hacían los nazis en su propaganda, tratan de enternecer y convencer a los mexicanos de la bondad de estas reformas mediante los “beneficios” que supuestamente ofrece a los pequeños empresarios, a las mujeres, a los niños trabajadores, a los discapacitados y a los jornaleros del campo. ¡Qué espíritu tan noble los mueve verdaderamente!

Reformar para avanzar, no para retroceder

La pregunta que el pueblo mexicano, la clase trabajadora, sus líderes, los partidos revolucionarios y democráticos, y las personalidades verdaderamente progresistas, tenemos que hacernos es: ¿Debemos confiar en una propuesta de reforma laboral que viene de quienes han llevado a millones de mexicanos a niveles de miseria, pobreza y desesperación nunca antes vistas, y a nuestro país a una enfermiza dependencia respecto a la economía norteamericana?

La respuesta es, por supuesto, NO, y aquí no tiene cabida el darles el llamado “beneficio de la duda” a sus impulsores porque hacerlo constituiría un verdadero suicidio para el pueblo y la nación mexicana.

Cientos de veces lo hemos dicho: mientras que la Revolución Mexicana iniciada en 1910, y sus frutos, como la Constitución de la República y leyes como la Federal del Trabajo, no hayan alcanzado sus objetivos fundamentales, no morirán y estarán plenamente vigentes.

Claro es que tanto la Revolución Mexicana, como todas las leyes, se deben actualizar, adaptarlas de acuerdo a las circunstancias y a los tiempos actuales, pero para avanzar en el sentido del mejoramiento del nivel de vida del pueblo, en el fortalecimiento de nuestra independencia económica y política, y en la ampliación del régimen democrático, no para retroceder, como lo pretende la reforma laboral que los grupos neoliberales proponen.

Las razones históricas del 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo.

Los reformadores olvidan que la Constitución de la República, su artículo 123 y la Ley Federal del Trabajo surgieron en respuesta a las horribles condiciones de explotación y de miseria a las que los indígenas, campesinos y obreros mexicanos estaban sometidos durante la dictadura de Porfirio Díaz, y aún desde la época de la Colonia.

También fueron como respuesta a la explotación que de nuestros recursos naturales y de nuestro pueblo hacían las potencias extranjeras, como los Estados Unidos e Inglaterra, y a nuestra total carencia de independencia económica y política.

Y por último, a la falta total de democracia, pues nuestro pueblo, sumido en la miseria y reprimido, no tenía la más mínima participación política ni electoral, y, por tanto, las decisiones acerca del destino y rumbo del país las tomaba un pequeño grupo de privilegiados, nacionales y extranjeros, dueños de la riqueza en nuestro país.

¿Han cambiado estas circunstancias? No, por el contrario, muchas de ellas se han agudizado desde que tomaron el poder los neoliberales en 1982, con gobiernos que han pasado por encima de la Constitución y demás leyes, como la Federal del Trabajo, violándolas, incumpliéndolas, y ahora queriendo “reformarlas” con la intención de quitarse para siempre un gran obstáculo para el logro de sus propósitos de entregar por completo nuestras riquezas a la gran burguesía nacional y trasnacional.

¡Cúmplanse no refórmense!

El artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo no son pues negociables ni prescindibles, Y SE DEBEN CUMPLIR, NO REFORMARSE, para que se incremente nuestra competitividad y lograr nuestro desarrollo con independencia, progreso social y democracia.

Por tanto, es infantil y ridículo echarles la culpa de que nuestro país no sea competitivo, cuando la responsabilidad de esta situación es de los gobiernos neoliberales y de sus políticas, que sólo responden a las órdenes de los organismos financieros del imperialismo norteamericano, como lo son el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Así, para que nuestro país sea competitivo se requiere, entre otras cosas, que se invierta en educación, mínimo el 8% del PIB, como lo recomienda la ONU, también en investigación científica y tecnológica, en creación de empleos, en vivienda, en salud, para tener mexicanos mejor capacitados, alimentados y saludables, para que puedan rendir más en el trabajo, asimismo, es necesario apoyar de manera efectiva a los industriales auténticamente mexicanos.

Para lograr todo ello se requiere de un Estado fuerte y de un gobierno federal de distinto tipo y carácter, y, por tanto, de echar del poder en el 2012, por ineptos y criminales, a los panistas y al resto de los grupos encabezados por Salinas, Zedillo y otros, que conforman el cartel criminal más peligroso que existe en nuestro país, el de “Los Neoliberales”.

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Una Reforma Política de caricatura

Como la clase trabajadora mexicana no cuenta con un verdadero partido político que represente sus auténticos intereses en el Poder Legislativo de la nación, ni en ningún otro, con la Reforma Política que se propone ¿quiénes se podrán reeligir como diputados federales y senadores?, pues los neoliberales panistas y priístas que representan los intereses de la gran burguesía nacional y trasnacional; ¿quiénes como diputados locales y presidentes municipales?, pues los caciquillos de siempre, y ¿quiénes podrán lanzarse con éxito como candidatos “independientes” o “ciudadanos”?, pues quienes tengan el dinero para hacerlo, entre ellos los narcos.

Claro, hay sus excepciones en los partidos de origen revolucionario y democrático, gente honesta, de buena fe, preparada e identificada con el pueblo, pero se pueden contar con los dedos de las manos.

Correo electrónico: a_babor@hotmail.com

http://ababor-roberto.blogspot.com