sábado, 4 de septiembre de 2010

El Informe del miedo.

Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

MIEDO es la palabra que mejor puede definir al IV Informe de Calderón Hinojosa, al entorno físico cercano y al ambiente nacional en que se dio.

El miedo

Los mexicanos tenemos miedo a perder el trabajo y a salir a la calle; las madres temen por sus hijos; los jóvenes tienen miedo al futuro; los pobres entre los pobres, a no tener qué comer mañana; los pequeños y medianos empresarios mexicanos, a perder sus empresas, y los campesinos temen perder sus cosechas y tierras. El gobierno tiene miedo al pueblo y los más ricos a perder su fortuna, y hasta su vida.
Y la gente con miedo es capaz de hacer muchas cosas. Un gobierno que teme al pueblo se convierte en dictadura, y un pueblo que teme al gobierno y a morirse de hambre, es capaz de realizar los actos más heroicos (como lo fueron la Independencia y la Revolución que hoy celebramos), pero también de cometer los más abominables, si se le abandona, si no se le orienta, si no se le encauza, si no se le habla con la verdad.
Y el IV Informe, y el Mensaje “abusivo” (como escribió el propio Calderón en su twiter), no quitan ese miedo, lo fomentan, lo alientan, lo agudizan.

La realidad

La situación real del país es esta: desempleo, subempleo, pobreza y miseria crecientes; inseguridad y violencia con características antes inconcebibles en México; dependencia enfermiza con la economía norteamericana; desarticulación de la economía nacional con la venta de empresas y servicios en manos del Estado, y con la quiebra de cientos de empresas mexicanas, pequeñas y medianas; depredación de nuestros recursos naturales, petroleros, forestales, agrícolas, pesqueros, mineros.
Miseria en el campo por la destrucción de los ejidos y el surgimiento de nuevos latifundistas, con miles de peones que deambulan carentes de tierra, de ingresos dignos, de prestaciones y derechos; corrupción y pésima administración de las empresas y servicios públicos; recortes presupuestales a gobiernos estatales y municipales que los mantienen al borde del colapso; presupuestos a todas luces insuficientes para rubros esenciales como la educación, salud y vivienda; un régimen político-electoral en el que sólo están representados los diferentes sectores de la burguesía nacional (la oligarquía sobre todo), no la clase obrera, y una agresiva política antisindical. Esta es la realidad.

El Informe

Ni el Informe, ni el mensaje, proponen una salida progresista a esta situación, al contrario, la ocultan, tratan de disfrazarla, y esto, dadas las circunstancias del país, provoca miedo, frustración y aumenta la desesperación del pueblo.
Calderón dio cifras, sí, muchas, y muchos datos, pero, como dirían los panistas campechanos, no contrasta, no compara, no da referencias de lo que se debería hacer, de lo que falta por hacer. Son cifras “flotantes”, tendenciosas, manipuladas y manipuladoras, maquilladas y maquilladoras.
Habla de 610 mil empleos creados, pero no dice de qué calidad son, de qué tipo, o si son mejores que los que se perdieron, y tampoco precisa cuántos más es necesario crear para acabar con las inmensas filas que se forman en las llamadas Ferias del Empleo que se realizan a todo lo largo y ancho de la República Mexicana.
Dijo que se han creado 785 escuelas de nivel bachillerato y 75 universidades, ¿por qué entonces tantos millones de “ninis”? ¿Por qué la proliferación de escuelas privadas, muchas de ellas “patito”? ¿Por qué miles de jóvenes no estudian las carreras que realmente desean o necesita el país?
Y lo peor: se han otorgado apoyos por ¡500 pesos mensuales! a dos millones 600 mil adultos mayores. ¡500 pesos mensuales mientras se reforma la Ley del IMSS para reducir las pensiones! ¡Qué cinismo! ¡Qué injusticia! ¡Un verdadero crimen!
Y luego el millón 600 mil hogares beneficiados con piso firme. ¡Cifras y acciones ridículas, por claramente insuficientes! ¿Fue un Informe Presidencial o un Informe de un Presidente Municipal?, con todo respeto para los alcaldes.

Calderón, la Independencia, la Revolución y Porfirio Díaz

Sin embargo, en ese escenario a modo, con invitados a modo, lejos del pueblo, Calderón presumió haber liquidado la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLyFC) y dejado en la calle a más de 40 mil trabajadores, y recibió uno de los aplausos más vigorosos, entusiastas y prolongados.
Después habló del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana, y se llenó la boca con elogios a estos movimientos y a revolucionarios como Hidalgo. Morelos, Madero y Zapata (a Villa no lo mencionó, no sé por qué).
¿Se puede hablar de la Revolución Mexicana y al mismo tiempo reprimir al pueblo para el que la misma se realizó, aún más tratándose de sectores tan emblemáticos como el minero y el electricista?
¿Se puede hablar de la revolución de Independencia y a la vez aplicar una política económica que ha hecho mucho más dependiente a nuestro país de la economía norteamericana y que ha puesto al gobierno federal panista de rodillas a sus pies?
¿Puede Calderón hablar de la dictadura de Porfirio Díaz, como lo hizo en su mensaje, sin morderse la lengua?

El enemigo

El miedo no debe paralizarnos. Es lo que quisiera el gobierno panista. La preparación política, la participación en partidos y organizaciones progresistas y revolucionarias, la organización, la movilización pacífica en defensa de nuestros derechos, la difusión de nuestras ideas por todos los medios y el voto, son las armas para sacudirnos el miedo, y esta oportunidad la tendremos en el 2012.
Sí, señor Calderón, el pueblo mexicano ya sabe quiénes son sus enemigos: son ustedes, los neoliberales, quienes han gobernado al país durante los últimos 28 años.

-o-

El Gobierno y la oligarquía hacen constantes y vehementes llamados al pueblo para compartir las responsabilidades, pero nunca para compartir las riquezas. Sí, porque, dicen, la contaminación, la corrupción, la inseguridad, la pérdida de valores, etc., son culpa de todos. Pero entonces ¿quién es culpable de la injusta distribución de las riquezas que se generan en nuestro país? Habría que llamarlo a cuentas.
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