jueves, 17 de septiembre de 2009

Lobos y ovejas.

¿Desde cuándo los lobos dialogan y proponen alianzas con las ovejas?

El Informe de los lobos.

El pasado miércoles 3 de septiembre, Felipe Calderón envió un mensaje a la Nación con motivo de la entrega al Congreso de la Unión de su III Informe de Gobierno, en un acto en el que se evitó la presencia del pueblo y donde los invitados fueron cuidadosamente seleccionados por el propio Poder Ejecutivo para evitar desagradables sorpresas.
Por su contenido, características y orientación, dicho mensaje no requiere, ni merece, un análisis amplio ni sesudo para descubrir su esencia y propósitos. Pleno de demagogia y ambigüedad fue, aunque parezca contradictorio, claro: el gobierno panista, a pesar de la crisis y de sus dramáticas consecuencias para el pueblo y la nación, no está dispuesto a modificar, ni en lo más mínimo, su política económica neoliberal, al contrario, planea insistir en ella, continuarla y profundizarla.

El plan de los lobos.

Lo anterior implica que Calderón, como ya lo confirmó con su paquete económico para el 2010 dado a conocer recientemente por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, pretende continuar con su política de privatizaciones de lo poco que queda en manos de la nación, como el petróleo, la electricidad, la seguridad social y la educación; además, desea modificar el artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo en un sentido contrario a los intereses de la clase trabajadora, y, por si lo anterior fuera poco, forzar la “salida de la crisis” en base a un mayor sacrificio del empobrecido pueblo mexicano, fomentando mayor desempleo y creando más impuestos, así como aumentando los precios de los servicios y productos que el Estado proporciona, como el diesel, la gasolina, el transporte, el agua potable y la electricidad, entre otros. Este es su “gran plan anticrisis”.

Lobos con piel de oveja.

Partiendo de esta realidad, no comprendemos cómo es posible que alguien crea que el llamado de Calderón al “diálogo” y a una “gran alianza” de “todos” los mexicanos sea serio, toda vez que no da ni el más mínimo signo de rectificación de las políticas económicas que aplica su gobierno, claramente negativas, antipopulares, antinacionales y generadoras de la crisis.
Sin embargo, lo realmente increíble es que, de manera inmediata y sin mediar reflexión alguna, ciertos dirigentes de partidos políticos de origen progresista, personajes que inclusive se dicen hasta de izquierda, hayan aceptado, sin condición alguna, el falso llamado calderonista, y se hayan sentado ya a la misma mesa con altos dirigentes del partido en el gobierno en una actitud por demás irresponsable, servil y oportunista.

La estrategia de las ovejas.

Es ingenuo e infantil pensar que el gobierno panista, por voluntad propia, aceptará o llevará a cabo cambios en la política económica neoliberal o dará un llamado “golpe de timón” en materia económica.
La única manera en la que la situación puede cambiar a favor del pueblo mexicano es substituyendo a este gobierno de la gran burguesía reaccionaria nacional y trasnacional, por otro que esté formado sólo por las fuerzas democráticas, patrióticas y progresistas de México, por auténticos representantes de los pequeños y medianos empresarios y comerciantes mexicanos, de los obreros, de los campesinos, de los maestros, de los intelectuales progresistas, de los profesionistas, científicos y técnicos mexicanos, de los pescadores, de los jóvenes, de las mujeres y de los millones de mexicanos sin empleo.
Para que un gobierno de este tipo se haga realidad se requiere de la unidad, de una gran alianza, de un gran frente, sí, pero no de “todos” los mexicanos, porque este supuesto calderonista es irreal, tendencioso y demagógico, sino de los mexicanos de pensamiento progresista y democrático que, a pesar de sus diferencias, coincidan en un programa común de carácter avanzado, contrario a las tesis neoliberales, y que apunte a lograr para la patria su independencia económica, política, científica y tecnológica, para los mexicanos un mejor nivel de vida en un plazo mediato e inmediato (no a 30 años como lo ha prometido demagógicamente Calderón), y un régimen verdaderamente democrático en el que la clase trabajadora mexicana esté auténticamente representada en todos los niveles de gobierno, tanto en el ámbito federal y estatal como en el municipal.
Somos más los mexicanos pobres, casi 80 millones, somos más los mexicanos con pensamiento progresista, es una ridícula minoría acaudalada y corrupta la que sostiene en el poder a Calderón, por eso la unidad de las mayorías, de quienes queremos el progreso de México, es tan importante, y de darse sería invencible.

Por una salida mexicana a la crisis.

Hay a quienes les encanta inventar teorías sobre la realidad, o, mejor dicho, inventar la realidad, pero los mexicanos no necesitamos inventar nada, sólo tenemos que abrevar en nuestra experiencia histórica y veremos que fue la unidad de los habitantes de la Nueva España, criollos, indígenas, negros y mestizos, pero de pensamiento revolucionario y humanista, de los que amaban a la naciente patria, encabezados por Miguel Hidalgo y José María Morelos, la que logró la independencia de México respecto a España.
Fue también la unidad de los mexicanos patriotas, avanzados y visionarios, a cuya cabeza se puso el gran Benito Juárez, lo que nos permitió derrotar a mediados del siglo XIX, a un príncipe extranjero que quiso gobernar a México con la ayuda de un grupúsculo de traidores, y además hacer realidad las revolucionarias Leyes de Reforma.
Asimismo, la Revolución Mexicana de 1910 fue obra de una gran alianza, de un gran frente formado por obreros, campesinos, indígenas, rancheros con pensamiento avanzado, la burguesía naciente, intelectuales revolucionarios, etc., sectores que, aún con sus fuertes contradicciones internas, lucharon por derrotar a la dictadura latifundista de Porfirio Díaz, pero además por lograr nuestro desarrollo con independencia económica y política plena, elevar el nivel de vida del pueblo y ampliar nuestro régimen democrático, metas históricas y permanentes de los mexicanos de todas la épocas y tiempos.
Ahí, en nuestra experiencia histórica, están las respuestas que necesitamos para superar la crisis que hoy padecemos. Cien o 200 años son muchos para un hombre, pero insignificantes para la historia de un pueblo, por eso se equivocan quienes señalan que la Revolución Mexicana murió o es ya obsoleta: sus principios y objetivos esenciales están vivos, plenamente vigentes, y nos toca a nosotros aplicarlos creativamente a las circunstancias actuales en beneficio de la nación y del pueblo mexicano.

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“Asumir los costos políticos”

Si el “cambio” y las medidas económicas que plantea el gobierno neoliberal fueran positivos para el pueblo y la nación en el corto, o por lo menos en el mediano o largo plazo, el PAN y Calderón no estarían preocupados por “asumir los costos políticos” de las mismas, sino seguros de cosechar los aplausos y el reconocimiento del pueblo, y de la Historia.
Correo electrónico: a_babor@hotmail.com
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Seis mentiras acerca de la crisis.

Seis mentiras acerca de la crisis.

Por Roberto ESCAMILLA PÉREZ.

Para los monopolios televisivos, para el gobierno panista, y para los intelectuales y analistas de derecha, la crisis por la que atraviesa el mundo capitalista, incluido México por supuesto, es transitoria, se debe a “errores” cometidos en la conducción de la economía mundial y a circunstancias “coyunturales” adversas, por lo que para salir de ella, y con la falsa ilusión de que ya no se repitan, proponen sólo algunos “ajustes” al modelo o a las políticas económicas neoliberales que en la actualidad se aplican. Nada más falso y alejado de la realidad.

1.- Antes y después de la crisis… crisis.

Que la crisis del sistema capitalista inició hace algunos meses como producto de las dificultades económicas en los Estados Unidos y que de ahí se extendió a todo el mundo, es una verdad a medias.
Las crisis son parte esencial del sistema capitalista, nacieron con él y morirán sólo hasta que este sistema desaparezca de la faz de la Tierra. La primera ocurrió en Inglaterra en 1825. La de 1836 abarcó Inglaterra y los Estados Unidos. La primera de carácter mundial ocurrió en 1847-1848, en Inglaterra, Estados Unidos y Europa. La de 1857 afectó a los principales países de Europa y América, pero fue la de 1873 la más profunda de ellas en el siglo XIX. La primera crisis del siglo pasado inició en Rusia, de 1900 a 1903, pero la mayor y más conocida fue la de 1929-1933, que inició en los Estados Unidos y se extendió por todo el mundo.
A éstas le siguieron muchas más en los años posteriores, originándose en uno o en varios países, afectando a un grupo de ellos o, como en la crisis actual, al sistema capitalista mundial. Las crisis económicas son cada vez más frecuentes a grado tal que los periodos de auge o recuperación relativa se van haciendo cada vez más cortos.
En realidad, desde hace ya muchos años, desde principios del siglo pasado, al pasar a la fase de imperialismo, con el dominio de los monopolios, el capitalismo dejó de ser un sistema floreciente, impulsor del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, para convertirse en una retranca del progreso de la humanidad, en un sistema decadente y en crisis general, es decir, que abarca lo económico, lo político y lo social.
Lo que hoy presenciamos es una de las crisis más profundas en la historia del sistema capitalista mundial, a pesar de que a finales del siglo pasado ya se le daba por invulnerable y eterno debido a la desaparición del campo socialista, a la Revolución Científico-Técnica, a la “globalización” y al mágico “libre mercado”, habiéndose inclusive anunciado, por parte de los intelectuales al servicio del imperialismo, el llamado “fin de la historia”.
Así pues, las nuevas generaciones de mexicanos, los más jóvenes, nacieron en medio de la crisis y viven en un país donde ésta se ha manifestado de manera más grave y violenta debido a las políticas económicas neoliberales aplicadas desde hace cerca de 27 años; además, y por si esto fuera poco, la juventud mexicana es amenazada por el gobierno panista neoliberal con perecer en medio de la crisis sin jamás haber disfrutado de bienestar y de paz, truncando sus sueños de tener un futuro mejor para ellos y para sus hijos, y una patria libre y próspera.

2.- Que la crisis es coyuntural y transitoria.

Las crisis en el capitalismo no se dan por “errores” en la conducción de la economía, tienen su origen en las contradicciones internas del sistema, principalmente en la que existe entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción (la propiedad capitalista sobre los medios de producción y sobre las riquezas producidas por las mayorías), y cuando ésta se agudiza sobreviene una profundización también de la crisis general y permanente en la que se encuentra inmerso este sistema.
Además, la producción en el capitalismo es caótica y su fin último es la obtención de ganancias, no la satisfacción de las necesidades de la gente; asimismo, en este sistema grandes masas del pueblo carecen de lo indispensable para vivir, mientras que unos pocos, los propietarios de los medios de producción, se apropian de la mayor parte de las riquezas producidas.
Todo lo anterior genera necesariamente las crisis, pues llega el momento en que, a pesar de haber una gran cantidad de productos y bienes en el mercado debido al gran desarrollo de las fuerzas productivas, la inmensa mayoría de la gente no tiene con qué adquirirlos, hecho que en corto plazo paraliza la producción y la economía en general, se produce una masiva destrucción de mercancías y de medios de producción, cierre y quiebra de industrias enteras, un enorme retroceso de la economía en general, crece la masa de desempleados y el caos, la miseria, la violencia, la incertidumbre, el miedo y la inseguridad predominan en la sociedad, especialmente entre la juventud. Todo esto es lo que hoy vivimos y padecemos.

3.- Que “la crisis es una oportunidad”… para morirse de hambre.

Cínicamente y utilizando los monopolios televisivos, Calderón, Carstens, todo el gobierno neoliberal panista y sus intelectuales a sueldo nos repiten constantemente que “la crisis representa una oportunidad para los mexicanos”.
En verdad que para el pueblo la crisis es una “oportunidad”, pero para morirse de hambre, para morirse de enfermedades prevenibles y curables, para que los jóvenes y niños mexicanos se vuelvan alcohólicos, drogadictos o delincuentes, para andar en harapos y descalzos. Aunque seguramente Felipe Calderón debe pensar, como alguna vez lo declarara un sanguinario dictador centroamericano, que es bueno y sano que los niños anden descalzos y desnudos porque así están en contacto directo con la naturaleza.
La única oportunidad verdadera para el pueblo en un escenario como el actual es aprender de esta terrible experiencia, fortalecer su organización y profundizar su lucha en la defensa de sus intereses.
Los mexicanos debemos darnos cuenta de lo que ha significado que la derecha panista, y los neoliberales en general, hayan tomado el poder, y de la necesidad de luchar para derrotarlos y sacar al pueblo de la pobreza, lograr una patria independiente en lo económico, político, científico y tecnológico, con una economía propia y un auténtico régimen democrático distinto al actual, en el que la clase trabajadora esté auténtica y fielmente representada.

4.- Que de la crisis “saldremos fortalecidos”.

Decir que saldremos fortalecidos es sólo otra vulgar y cínica mentira. ¿Acaso los más de 70 millones de mexicanos que hoy son pobres dejarán de serlo “después de la crisis”? Por supuesto que no: ¡La pobreza en México crecerá si continúa en el poder la derecha panista neoliberal, y los sufrimientos del pueblo aumentarán! En pocas palabras: la crisis se quedará con nosotros.
¿Quiénes se han beneficiado de la crisis y se están fortaleciendo con ella? Unos cuántos monopolios trasnacionales, los cuales han absorbido a otros que se han ido a la quiebra, concentrándose una inimaginable cantidad de riquezas en un pequeño grupo de magnates que pretenden seguir manejando al mundo a su antojo hasta llevarlo a su destrucción.
¿Que algunos millonarios también han perdido con motivo de la crisis? Sí, pero no es lo mismo poseer mil millones de dólares y perder 500 de ellos, que quedarse sin empleo y sin ingresos, o que éstos se reduzcan con motivo de los pactos antiobreros que algunos “líderes” sindicales han hecho con el gobierno y los patrones a pretexto de mantener las fuentes de empleo, o que perder la seguridad social, o que no tengas para alimentar a tu familia o para mandar a tus hijos a la escuela. Son pérdidas en verdad muy diferentes, de muy distinta dimensión y significado.

5.- Que la crisis vino de fuera… ¿Es de origen extraterrestre?

Como a Felipe Calderón le molesta sobremanera oír que el imperialismo norteamericano mantiene a México en una dependencia económica enfermiza y en el subdesarrollo, lo cual es verdad, en un tiempo dijo que no debíamos echarle la culpa de nuestros problemas a “otros”, refiriéndose seguramente a los Estados Unidos de Norteamérica. Hoy ha dado un giro de 180 grados a este discurso pues repite hasta el cansancio que “la crisis vino de fuera”. Es para morirse de risa, o de llanto, según nuestro estado de ánimo o la clase social a la que cada uno pertenezca.
Las crisis, como ya lo hemos explicado, provienen de dentro, del corazón, del núcleo del régimen capitalista, y México es un país capitalista, por lo que la crisis que padecemos los mexicanos es a causa de nuestro sistema económico, agravada, como el propio gobierno panista ha reconocido mañosamente, por nuestra enorme dependencia de la economía norteamericana, por nuestro subdesarrollo, por carecer de una auténtica industria nacional fuerte y por haber abandonado, desde hace más de 27 años ya, el camino progresista abierto por la Revolución Mexicana iniciada en 1910. El gobierno panista trata de evadir su enorme y criminal responsabilidad de lo que está ocurriendo.

6.- Las medidas “anticíclicas” y el “programa anticrisis”.

¿A qué le llama Calderón “medidas anticíclicas” o “anticrisis”? A incentivar más la inversión extranjera en nuestro país, principalmente norteamericana; a la eliminación de subsidios, especialmente aquellos dirigidos al pueblo, como el de la leche y la energía eléctrica, sin tocar los creados a favor de los ricos, como el Fobaproa-IPAB; al incremento de precios de servicios públicos como el agua y la electricidad; al aumento en los impuestos y a la creación de otros nuevos, como a los alimentos y medicinas.
También forman parte de estas medidas el encarecimiento de los combustibles que produce el Estado, como el diesel y la gasolina; el despido de trabajadores al servicio del Estado, fomentando aún más el desempleo; la disminución de los salarios de los trabajadores, reduciendo aún más su poder de compra; los recortes al gasto público, principalmente al dirigido a educación, salud, servicios y programas sociales, etc.
Una noticia señor Calderón: estas medidas, lejos de cumplir con el publicitado objetivo, harán que México se suma en una crisis cada vez más profunda, prepararán las condiciones para crisis futuras más graves y aumentarán a tal grado la desesperación del pueblo mexicano que se podrían desencadenar protestas violentas y derramamiento de sangre, que, por supuesto, no sería la de los grupos privilegiados que hoy gobiernan el país, sino del mismo pueblo.
Medidas como las que está tomando y pretende aplicar el gobierno panista neoliberal disminuirían los ingresos y el poder adquisitivo del pueblo, y por tanto su capacidad para consumir y comprar, enjutándose aún más el mercado interno y haciendo mucho más lento y doloroso para los trabajadores el largo proceso para salir de esta situación. Las contradicciones internas del sistema, de las que ya hablamos y que generan las crisis, se agudizarían aún más, con las consiguientes consecuencias negativas para el pueblo y la nación.

Revolución vs. Crisis.

Hoy la derecha no puede decir que las peores crisis ocurrieron mientras los gobiernos se condujeron, aún con titubeos, errores y traiciones, por el camino abierto por la Revolución Mexicana de 1910, por la vía del nacionalismo revolucionario, y también es claro que la crisis económica que estamos viviendo, la peor en la historia de México, se da como resultado de dos hechos: la llegada de la derecha neoliberal al poder y la aplicación de sus políticas económicas antinacionales y antipopulares por ya más de 27 años, factores que agravaron todas las contradicciones del sistema.
Una salida mexicana a la crisis deberá pasar, forzosamente, por retomar los principios que dieron origen a la Revolución Mexicana, para ello el gobierno de derecha deberá ser sustituido por uno formado por las fuerzas democráticas y progresistas del país; la política privatizadora, por una que promueva el fortalecimiento de las empresas y servicios en manos del Estado, y la nacionalización de aquellos que sean estratégicos para el desarrollo independiente del país; la política de basar nuestro “desarrollo” en las inversiones extranjeras, por otra que apoye real y eficazmente la auténtica pequeña y mediana industria nacional.
Asimismo, en lugar de comerciar casi exclusivamente con los EEUU, lo que hacemos en condiciones de clara desventaja, se deberá diversificar nuestro comercio exterior y realizarlo con todos los países del mundo; lejos de aumentar los impuestos al pueblo trabajador es urgente implementar una política fiscal bajo el principio de que paguen más quienes más tienen, menos los que menos tienen y nada quienes nada posean; en vez de imponer la llamada “flexibilización laboral” y topes criminales a los salarios de los trabajadores, se debe implementar el control de precios y la escala móvil de salarios para aumentar su poder de compra y fortalecer así el mercado interno.
Igualmente, lejos de eliminar los subsidios que benefician al pueblo, revisar instrumentos como el IPAB-Fobaproa que sólo han favorecido a una minoría corrupta, parasitaria y codiciosa, así como renegociar nuestra deuda externa para de esta manera contar con recursos para financiar nuestro desarrollo con independencia y progreso social, invirtiendo más en educación, salud, desarrollo científico y tecnológico, etc.; en lugar de amenazar con privatizar e incrementar las tarifas de los servicios que proporcionan los gobiernos federales, estatales y municipales, implementar políticas para su funcionamiento eficiente y para su cobro en proporción a los ingresos de los usuarios, y no cargarle la mano a los trabajadores asalariados de la ciudad y del campo; sustituir la política privatizadora del ejido por otra que, respetando esta institución revolucionaria, promueva la producción en el campo, su industrialización y la elevación del nivel de vida de los ejidatarios y auténticos pequeños propietarios.
Estas medidas, y no las que implementa y trata de imponer el gobierno panista, harán que salgamos de la crisis, conduciéndonos a etapas superiores de desarrollo con independencia y progresos social.

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Pobrecito Ebrard.

Pobres dirigentes y funcionarios surgidos de los partidos pequeñoburgueses: ya no saben qué hacer con esto de la crisis y, temerosos de que se les compare con Hugo Chávez o con el mismo Fidel Castro, prefieren transigir con la derecha y asumir actitudes reaccionarias, como es el caso de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, quien amenaza con privatizar el servicio de agua potable de la ciudad y aumentar sus tarifas con el pretexto de la escasez del líquido.
No cabe duda que siempre hemos tenido razón: la clase trabajadora mexicana no se encuentra auténticamente representada en ninguno de los niveles de gobierno ni en ninguno de los Poderes de la Nación.
Esperemos que partidos como el PRD, PT, Convergencia y aún el PRI, y sus dirigentes, resistan la tentación de coquetear con la derecha neoliberal en el poder y sean congruentes con su dicho de ser partidos de izquierda, progresistas y de origen revolucionario.
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